viernes, 25 de septiembre de 2009

Localizado en Requena un yacimiento del Paleolítico con una antigüedad de 50.000 años

El Instituto Valenciano de Conservación y Restauración (IVCR) de Bienes Culturales ha localizado en el término municipal de Requena un importante yacimiento del Paleolítico Medio, época en la que vivió el hombre de Neandertal, con una antigüedad de 50.000 años, informan fuentes de la Generalitat.

El yacimiento se sitúa en las inmediaciones de la Rambla de los Morenos, donde se ha localizado un importante número de restos de herramientas como raederas, denticulados y perforadores, además de restos de talla y fragmentos de carbones.

La naturaleza de los restos y su excelente estado de conservación indican a los investigadores del IVCR que se trata de un asentamiento de neandertales al aire libre relacionado tal vez con la existencia de una fuente permanente de agua como es el manantial de los Morenos.

Dada la importancia de este enclave, el pleno del Consell propuso iniciar los trámites para su declaración como Bien de Interés Cultural y al mismo tiempo elaborar un expediente para promover su declaración como Patrimonio Mundial dentro de un itinerario cultural de la vid y el vino.

Los resultados de las prospecciones están siendo de enorme interés en la definición del poblamiento ibérico en torno a las Pilillas, pero uno de los resultados más sorprendentes ha sido el hallazgo de un importante yacimiento del Paleolítico Medio, época en la que vivió el hombre de Neandertal.

El interés del yacimiento radica en que es el primero de estas características en la comarca de Requena-Utiel y uno de los pocos yacimientos al aire libre de esta naturaleza en la Comunitat Valenciana.

Por las características de las piezas y del sedimento asociado puede tener una antigüedad cercana a los 50.000 años.

Fuente: EFE

viernes, 11 de septiembre de 2009

Los humanos se hacían ropa con lino hace 34.000 años

Dos fibras encontradas en la República de Georgia. | Science/AAAS

Un equipo de arqueólogos ha descubierto fibras de lino de 34.000 años. Estas fibras, las más antiguas que se conocen, se encontraron en la cueva Dzudzuana, situada en la falda de una montaña del Cáucaso, en la República de Georgia. El hallazgo se publica en la revista Science.

Los investigadores aseguran que estas fibras de lino del Paleolítico Superior no procedían de un cultivo: "Sabemos que es lino silvestre que crecía en las inmediaciones de la cueva, y tras analizarlas con carbono 14 podemos asegurarlo", afirma Ofer Bar-Yosef, profesor de arqueología prehistórica de la Universidad de Harvard y uno de los directores de la excavación. "Lo más probable es que se usaran para hacer tela e hilo con los que fabricar después prendas de vestir, coser piezas de cuero, o atar los paquetes en sus desplazamientos", añade.

"Se trata de una invención muy importante para los primeros humanos", señala Bar-Yosef. Estos inventos aumentaban sus posibilidades de supervivencia y además, facilitaban su movilidad en esta región montañosa de duras condiciones climatológicas. Con ropa y zapatos de más calidad podían soportar mejor el frío, y con paquetes mejor atados podían moverse más cómodamente, una ventaja importante para una sociedad de cazadores-recolectores. Los arqueólogos también averiguaron que algunas fibras se utilizaron para hacer cuerdas o cadenas porque estaban torcidas. Otras eran de color negro, gris, turquesa o rosa porque estaban teñidas con pigmentos vegetales de plantas de la zona.

Hoy en día, estas fibras no son visibles para el ojo humano ya que los objetos de los que provienen hace mucho tiempo que se desintegraron. Eliso Kvavadze del Instituto de Paleoecología, del Museo Nacional de Georgia fue quien las encontró al examinar con el microscopio las muestras de arcilla de diferentes estratos de la cueva. Fue toda una sorpresa. El objetivo de los científicos era analizar el polen presente en las muestras, como parte de un estudio sobre el medio ambiente y las fluctuaciones de temperatura a lo largo de miles de años. Sin embargo, encontraron estas fibras de lino que superan el récord de antigüedad de las encontradas en Dolni Vestonice, República Checa, que tienen unos 28.000 años.

Este equipo comenzó las excavaciones de esta cueva en 1996, y han vuelto cada año para completar el trabajo. "Queríamos saber cuándo se ocupó la cueva, dónde iban de caza y dónde recolectaban alimentos, qué tipo de herramientas de piedra, hueso y asta usaban, y cómo las usaban, si se ponían colgantes para la decoración del cuerpo... Y al final, encontramos las fibras de lino. Ha sido una sorpresa maravillosa", admite el profesor de Harvard.

Fuente: elmundo.es

sábado, 5 de septiembre de 2009

Granada, clave para explicar el éxodo de los homínidos

Fósiles de dientes humanos hallados en la Cueva Negra, en la provincia de Murcia EFE

Cuando los primeros antepasados del hombre alzaron la mirada y se dispusieron a abandonar la cuna africana de la humanidad, comenzaron un viaje que ha durado millones de años y que, de hecho, todavía no ha terminado. De aquellos primeros años de andadura quedan pocos restos, por eso cada vez que una nueva pieza del puzzle se revela ante los investigadores, las repercusiones para el inmenso tapiz de la historia humana pueden llegar a ser muy importantes.

Esto es precisamente lo que ha vuelto a ocurrir, treinta años después, en la localidad granadina de Fonelas, donde de nuevo los primeros pobladores de la región siguen dando sorpresas a los científicos. En un estudio publicado ayer en la revista de referencia Nature, los investigadores Luis Gibert y Gary Scott, refuerzan la teoría de que los primeros moradores europeos entraron al continente por el Estrecho de Gibraltar, un dato muy debatido por la comunidad científica, que ahora dispone de más información para reescribir los primeros pasos de la humanidad.

Hasta la década de los setenta y ochenta de la pasada centuria, se creía que los primeros europeos llegaron a estas tierras cruzando un largo camino que incluiría la actual zona de Israel, las montañas del Cáucaso y los Cárpatos, los Alpes… En definitiva, la ruta hubiera supuesto bordear el Mediterráneo por el norte, algo que implicaría "una travesía muy complicada", como explica ahora el doctor Luis Gibert.

Fueron precisamente las investigaciones de su padre, el fallecido José Gibert, en la cuenca de Guadix-Baza-Huéscar, las que generaron una revolución en la hasta entonces aceptada historia de la colonización europea. De aquellas primeras excavaciones en Orce surgió un fragmento de cráneo con alrededor de un millón y medio de años de antigüedad, perteneciente al género ´Homo´, lo que trastocó todas las teorías, ya que los primeros pobladores íberos deberían ser mucho más recientes. De esta forma se abrió una vía paralela para explicar la llegada de los primeros ´hombres´ a Europa.

Pero los descubrimientos del equipo Gibert, que también contó con la colaboración de reputados investigadores como Agustí y Moyà-Solà, no estuvieron exentos de polémica, al considerar parte de la comunidad científica que los restos hallados pertenecerían a un mamífero de la familia de los equinos, como tal vez un caballo o asno. Una extraña formación hallada en el hueso occipital abrió una profunda división entre los investigadores que, desde 1984, no se ponen de acuerdo sobre el verdadero origen del cráneo y, por tanto, sobre la teoría defendida por los Gibert.

El descubrimiento de hachas de mano en la Solana del Zamborino (Fonelas) y en la Cueva Negra del Río Quípar, en Murcia, revela que la transición de la cultura lítica olduwaiense –que elaboraba lacas y cantos de forma unifacial– a la industria acholense –que ya fabricaba las hachas de mano trabajadas de forma bifacial–, tuvo lugar en Europa hace 900.000 años o más, y no 500.000 años como hasta ahora se defendía. Estos datos avalarían que hubo una ocupación humana continuada en la península ibérica por lo menos desde hace 1,4 millones de años atrás. "Existía un gran diacronismo entre la historia de África y Europa", añade Gibert, que con este nuevo estudio le da un mayor sentido al éxodo prehistórico.

Gracias a la publicación elaborada en el Berkley Geochronology Center de California, por Gibert y Scout, se puede ver la evolución de las distintas culturas neolíticas que se dieron en la península, algo "único en Europa", que refuerza el valor de los yacimientos paleolíticos y apuntala la idea de que "tuvimos que pasar por aquí", concluye Gibert, que no da por invalidada la otra teoría de expansión, aunque plantea serios problemas como la ausencia de herramientas de esas edades en el borde norte del Mediterráneo. "Además, hace un millón y medio de años Gibraltar era muy diferente", dice el investigador, que opina que habría sido "más fácil" para los antepasados del hombre, cruzar lo que posiblemente fue un puente de tierra.

El sur de la Península Ibérica, con los referentes en el mundo de la paleontología como Fonelas, Orce y la Cueva Negra del Río Quípar, sigue guardando secretos sobre los orígenes y expasión de la humanidad. Será cuestión de tiempo y esfuerzo el descubrir toda la verdad sobre los primeros habitantes de Europa.

Fuente: laopiniondegranada.es

Los agricultores europeos de hace 7.500 años eran inmigrantes

Cuando los humanos modernos llegaron a Europa hace 45.000 años, reemplazaron a los neandertales que vivían en el continente. Ahora, un nuevo estudio genético, publicado en la revista Science, revela que sus descendientes sufrieron el mismo destino al finalizar la edad de hielo hace 11.000 años.

En aquella época, la agricultura y la ganadería comenzaron a reemplazar en Europa el estilo de vida cazador-recolector de los primeros sapiens. Al principio, de un modo gradual a través de Turquía, Grecia y Bulgaria y, a partir de hace 7.500 años, en tan sólo unos pocos siglos, se extendió desde Centroeuropa hasta Francia por el oeste y Ucrania por el este.

La expansión de esta cultura es un hecho arqueológico bien conocido. Sin embargo, hasta ahora había una larga controversia de más de un siglo entre los que defendían que este cambio cultural fue propiciado por la llegada de otros individuos procedentes de Oriente Medio frente a los partidarios de una modificación de los hábitos de las poblaciones que ya vivían en la zona.

Un equipo de científicos de las universidades de Mainz (Alemania), University College de Londres y Cambridge (Reino Unido) ha zanjado el debate: los agricultores eran inmigrantes.

Comparando el ADN mitocondrial, extraído de cráneos fósiles, de los primeros granjeros con el de los cazadores-recolectores anteriores, los investigadores demuestran que se trata de dos poblaciones genéticamente diferentes. Y, al comparar ambos grupos con los europeos actuales, concluyen que los cazadores-recolectores del Paleolítico europeo apenas contribuyeron al acervo genético de los habitantes modernos.

Los humanos que trajeron a Europa el Neolítico, por tanto, sustituyeron a los antiguos pobladores del continente. La expansión de este grupo humano coincide en el tiempo y el espacio con la aparición de una mutación beneficiosa que permite a los europeos modernos digerir la lactosa de la leche durante la edad adulta, según otro artículo publicado recientemente en PLoS Computational Biology.

Fuente: homoysapiens.com

El hombre habitó Altamira hace 22.000 años, 4.000 antes de lo que se pensaba

Un trabajo realizado por los investigadores del propio Museo Altamira desvela este importante dato


"Los cazadores del Paleolítico habitaron la cueva de Altamira desde hace 22.000 años, 4.000 antes de lo que se pensaba, un descubrimiento que da un nuevo sentido a sus pinturas más antiguas, un puñado de figuras rojas hasta ahora encuadradas en un período cultural, el Solutrense, en el que sus características "chirriaban".

Así lo revela un trabajo realizado por los investigadores del propio Museo de Altamira, revisando las excavaciones que se hicieron en la cueva a principios del siglo XX por pioneros como Alcalde del Río, Breuil u Obermaier, cuyas conclusiones se recogen en un artículo todavía no publicado: "La cueva de Altamira: nuevos datos sobre su yacimiento arqueológico (sedimentología y cronología)".

Como señalan sus autores, resulta paradójico, pero el conocimiento que se tenía de las ocupaciones humanas de la más famosa de las cuevas paleolíticas del mundo era escaso, porque fue una de las primeras en descubrirse (1879) y porque fue excavada muy pronto, con técnicas que a veces consistían en vaciar el yacimiento a pico y pala en busca de determinadas piezas arqueológicas.

El director de Altamira, José Antonio Lasheras, primer autor del artículo, ha explicado a EFE que, en realidad, no han encontrado nada que no vieran hace un siglo Hermilio Alcalde del Río o Hugo Obermaier, que excavaron en el interior de Altamira en 1903 y en 1924, ni que no estuviera allí cuando Joaquín González Echegaray y Leslie Gordon Freeman volvieron a explorar el yacimiento, en 1980. "Hemos mirado mejor lo que ellos mismos vieron", asegura.

Con la cueva cerrada al público para estudiar sus condiciones de conservación, en 2004 y 2006 los investigadores del Museo y las Universidades Politécnica y Complutense de Madrid que firman el artículo limpiaron la tierra suelta que quedó en el interior de la cueva, producto de antiguas excavaciones y de las obras que se realizaron en los sesenta para apuntalar algunas zonas donde había riesgo de derrumbe y para permitir que Altamira fuera visitable.

Hasta ese momento, se sabía que el hombre había vivido en Altamira desde hace 18.000 años (la fecha obtenida en las pinturas más antiguas en las que se empleó un colorante orgánico, carbón) hasta hace 13.000, cuando la entrada se derrumbó y dejó sellada la cueva, sepultando bajo toneladas de roca el vestíbulo donde sus moradores realizaban gran parte de las tareas cotidianas, como cocinar, comer o tallar sus herramientas de sílex.

Los bisontes polícromos que han hecho mundialmente famosa a Altamira, como la cumbre del arte paleolítico, se pintaron casi al final de esa secuencia, hace unos 14.000 años, en el Magdaleniense.

Sin embargo, en la cueva hay figuras rojas, manos, caballos que no se pueden datar con Carbono 14 y que tradicionalmente se asociaban al período más antiguo fechado en Altamira, el Solutrense (hace 18.000 años), pero que estilísticamente se parecían más a otras del periodo Gravetiense (de hace 27.000 a 21.000 años) presentes en otras grutas de Cantabria, como El Pendo y La Pasiega.

Nuevas pruebas

Las nuevas pruebas de Carbono 14 indican que el estrato más profundo del yacimiento de Altamira tiene 21.910 años de antigüedad. Por debajo, sólo hay roca, así que los investigadores infieren que en esa fecha comenzó a ser habitada por los cazadores que vivieron en la Cornisa Cantábrica al final de la última glaciación.

Lasheras explica que estos datos permiten entender mejor Altamira y poner en el contexto adecuado sus distintas pinturas, además de que aportan uno de los escasos yacimientos gravetienses que existen en toda la Cornisa Cantábrica (15, ocho de ellos en Cantabria ). Del siguiente período cultural, el Solutrense, existen más yacimientos, y del que le sucedió, el Magdaleniense, más aún, en una progresión que va paralela al crecimiento del censo de pobladores de la zona.

El equipo de Altamira trabaja ahora en un segundo proyecto, una excavación completamente nueva que se ha abierto en el exterior de la cueva, en la parte del antiguo vestíbulo habitado por el hombre que quedó fuera de la gruta tras el colapso de la entrada.
En ella, han encontrado un nivel Magdaleniense de entre 13.000 y 14.000 años con objetos característicos de esa cultura, como un omóplato de cierva con un dibujo de ese mismo animal, grabado.

Lasheras recuerda que todo el arte prehistórico tiene un sentido: "No se grabó por recreo, no es un descanso, no es una actividad secundaria, sino que probablemente tiene una intencionalidad simbólica y un valor trascendente, como todo lo que llamamos arte"."

Fuente: foroterraeantiqvae.ning.com

jueves, 3 de septiembre de 2009

Las hachas de mano más antiguas de Europa están en Granada y Murcia

Una nueva datación de herramientas halladas en los años setenta indica que la técnica llegó de África hace casi un millón de años

Las dos caras de un bifaz hallado en el yacimiento de Cueva Negra (Murcia), de 900.000 años de antigüedad.

Las hachas de mano excavadas en los años setenta en dos yacimientos del sureste peninsular proceden de hace hasta 900.000 años, según una nueva datación, lo que las convertiría en las más antiguas de Europa y también supondría que el estrecho de Gibraltar fue lugar de paso para los homínidos desde Africa. El estudio realizado por Gary R. Scott y el español Luis Gibert en el Berkeley Geochronology Center (California) y que publica la revista Nature, ha analizado los yacimientos de Solana del Zamborino (Granada) y de Cueva Negra (Murcia).

El trabajo demuestra que estos yacimientos datados inicialmente en el Pleistoceno Superior, entre 100.000 años y 400.000 años, tienen una edad mínima de 760.000 años en el caso de Solana del Zamborino y de alrededor de 900.000 años en el de Cueva Negra. "Este nuevo análisis convierte a Cueva Negra en el yacimiento con industria de bifaces más antiguo de los que se han datado hasta el momento en Europa", según ha explicado Gibert, hijo de Josep Gibert, el paleontólogo que creyó haber descubierto restos humanos en la localidad granadina de Orce, en la misma zona.

La nueva datación de Luis Gibert es el resultado de un estudio geocronológico más amplio que se está realizando en el sureste peninsular que indica que existió una ocupación humana continuada en esta zona. En Cueva Negra se han hallado los unicos restos humanos hasta ahora de la zona, unos dientes de homínidos.

Los bifaces aparecen en Africa hace 1,5 millones de años y su importancia radica en que se asocian con el Homo ergaster o el Homo erectus, "porque la construcción de herramientas con formas predeterminadas y simétricas implica una mayor capacidad cognitiva", ha apuntado Gibert. Este investigador ha recalcado que la aparición de la industria olduvaiense y achelense más antigua de Europa en el sureste peninsular, que es extremadamente rico en bifaces, indica que "el Estrecho de Gibraltar funcionó como una barrera permeable a los homínidos durante el Pleistoceno Inferior y que probablemente lo cruzaron en varios momentos".

Además, la presencia de fauna africana en el yacimiento murciano de Cueva Victoria y la casi total ausencia de bifaces entre el este de Italia e Israel apoyan esta teoría.

"Hasta ahora los yacimientos habían sido datados sólo por criterios arqueológicos por lo que la industria muy elaborada los situaba en una edad mucho más moderna que la real", ha señalado Gibert.

En esta nueva datación los investigadores han utilizado la técnica del paleomagnetismo, que permite registrar los cambios que se han dado en la polaridad del campo magnético terrestre a través de sedimentos que tienen minerales con hierro. Por otro lado, en el análisis también se ha tomado como referencia la fauna de fósiles vertebrados, principalmente pequeños mamíferos, que van evolucionando a lo largo del tiempo y permiten la construcción de biozonas para describir la fauna de un periodo concreto.

Gibert ha explicado que "en ocasiones los criterios arqueológicos resultan insuficientes, porque los bifaces representan como mucho el 5% del conjunto de un yacimiento y la inexistencia de estos utensilios no siempre indica que tenga mayor antigüedad, sino que lo más probable es que el registro no sea lo suficientemente amplio para contener estas herramientas".


Fuente: elpais.com

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Homo sapiens estuvo al borde de la extinción hace 70.000 años

más de seis mil quinientos millones de personas pueblan el mundo. Y su número no deja de crecer de forma exponencial. Sin embargo, las cosas no siempre fueron así para nuestra especie, que en sus albores atravesó momentos realmente difíciles. Quizá el peor de todos ellos se produjo hace cerca de setenta mil años, poco antes de que nuestros antepasados emprendieran viaje y los homo sapiens se desperdigaran por todo el planeta. Entonces, y como consecuencia de un prolongado periodo de sequía, el número de seres humanos llegó a ser inferior a los 2.000 individuos.

Dos millares escasos de personas, repartidas en pequeños grupos aislados y todos ellos en Africa, un continente que, según los análisis de un grupo de investigadores de la Universidad de Standford, atravesaba un prolongado periodo de intensas sequías. Sin embargo, algunos de ellos, probablemente no más de un par de centenares, decidieron marcharse.

Y lo hicieron bordeando las costas del África oriental y llegando hasta Asia en un viaje que duró varios miles de años y cuyo resultado son los primeros asentamientos que, con el tiempo, se fueron transformando en decenas de poblaciones, culturas y razas diferentes repartidas a lo largo y ancho del planeta.

Estudios previos basados en análisis genéticos indican que Homo sapiens, nuestra especie, surgió hace unos 200.000 años en África a partir de una única "Eva mitocondrial". Sin embargo, muy poco se sabe sobre lo que ocurrió entre ese momento y la época en que Homo sapiens empezó a poblar la Tierra .

A partir de entonces, hace precisamente unos setenta mil años, pequeños grupos de humanos, forzados por unas condiciones medioambientales extremas, abandonaron la cuna africana de la humanidad en busca de entornos más favorables. Y vaya si lo consiguieron. Se trata, en palabras de Spencer Wells, director del Proyecto Genográfico, lanzado en 2005 y que estudia nuestro pasado con armas genéticas, de "un auténtico drama, una epopeya que está escrita en nuestro ADN".

"Quién habría podido pensar -asegura el paleontólogo Meave Leakey- que en una época tan reciente como hace 70.000 años el clima extremo hubiera reducido nuestra población a un número tan pequeño de individuos que estuvimos al borde mismo de la extinción". La investigadora forma parte de una prolija saga familiar de paleontólogos a los que debemos mucho de lo que sabemos sobre los orígenes del hombre.

Fuente: abc.es

Hallan restos de grasas animales y vegetales y espinas de peces que comían los neandertales en El Salt

Un grupo de estudiantes y de investigadores realizando los trabajos de excavación en el yacimiento de El Salt NURIA PRIETO

El grupo de investigadores que participa en las excavaciones del yacimiento de El Salt, en Alcoy, han hallado restos de grasas animales y vegetales y espinas de peces en la sedimentación del nivel en el que están trabajando durante esta campaña y que data de unos 50.000 años de antigüedad. La introducción de nuevas técnicas y de análisis avanzados les ha permitido conocer que estos restos encontrados en las piedras quemadas pertenecen a ciervos y cabras que cocinaban los neandertales.

Bertila Galván, doctora de la Universidad de La Laguna y directora de este proyecto, explicó que la incorporación de nuevas técnicas les permite obtener una información en "alta resolución" y más detallada, así como poder datar todos los materiales encontrados en los niveles de ocupación de los neardentales en este enclave alcoyano. De ahí que subraye que las excavaciones de este año han dado "un salto cualitativo" en todo los aspectos de la investigación.

Uno de los casos es la aplicación de la química orgánica en el estudio de la estructura de combustión, conocida como el lugar en donde los neandertales hacían las hogueras para calentarse o cocinar. Ahora "estamos empezando a saber que asaban animales como el ciervo y la cabra", señala Galván. Han tenido conocimiento de esta información a través "de las grasas contenidas en las piedras quemadas procedentes del asado de estos animales", dijo la doctora.

Asimismo, también han encontrado grasas de origen vegetal y restos de "espinas de peces quemadas". Y es que los neardentales sabían utilizar todas las materias primas que tenían a su alcance. Hay que tener en cuenta que El Salt se caracterizaba por contener muchos recursos naturales para alimentarse.

Otro punto que están investigando es la obtención de una piedra cortante como es el sílex y para qué la utilizaban.

Fuente: diarioinformacion.com