martes, 27 de septiembre de 2011

Una valiosa cosecha paleolítica


Los investigadores de la Universidade de Santiago y del Institut Català de Paleoecologia Humana inician el estudio de los materiales recogidos en la campaña de excavaciones realizada entre agosto y septiembre en el yacimiento paleolítico de Cova Eirós (Triacastela), que ha proporcionado una gran cantidad de piezas. En estos trabajos se recogieron cerca de 1.400 registros arqueológicos, entre los que destaca de forma especial una azagaya o arma arrojadiza tallada en hueso y decorada con motivos geométricos, un hallazgo del que ya se informó a finales del mes pasado.

Según explica Arturo de Lombera, codirector de las excavaciones, los arqueólogos estiman en que esta valiosa pieza -la más notable de este tipo conocida hasta ahora en Galicia- pudo haber sido realizada en el Gravetiense, una etapa cultural del Paleolítico Superior que se desarrolló hace entre 29.000 y 22.000 años. Para confirmarlo será preciso realizar una datación radiométrica con el conocido método del carbono 14, que se llevará a cabo en los próximos meses. Las pruebas no se harán con la propia pieza, ya que eso supondría su destrucción, sino con alguno de los fósiles de animales encontrados en el mismo nivel arqueológico, que presumiblemente tienen la misma antigüedad.

De confirmarse esta adscripción, la azagaya encontrada este verano sería la segunda muestra de arte mueble gravetiense descubierta en Cova Eirós, ya que a este mismo período pertenece un colgante fabricado con un diente de zorro hallado en el yacimiento en el 2009, al que las dataciones radiométricas asignaron una antigüedad de 26.000 años. La aparición de objetos pertenecientes a la cultura gravetiense otorga un especial valor al yacimiento de Triacastela, ya que en Galicia no se conoce hasta ahora ningún otro lugar donde puedan hallarse rastros de este período cultural.

Estos descubrimientos tienen por otro lado gran interés para reconstruir la evolución del clima y del medio ambiente en el nororeste ibérico, puesto que el Gravetiense coincidió con una de las etapas más frías y áridas de la última glaciación.

Industrias en cuarzo

Otro de los hallazgos más interesantes de las últimas excavaciones consiste en una punta tallada en cuarzo con la llamada ténica Levallois, un sofisticado método de fabricación de herramientas líticas desarrollado por los hombres de Neandertal. Esta técnica se empleaba frecuentemente con materiales como el sílex o la cuarcita de grano fino, pero muy raras veces con el cuarzo, un mineral muy difícil de tallar debido a su especial estructura cristalina. Los responsables de la investigación señalan que, de hecho, son muy pocos los yacimientos paleolíticos que contienen herramientas de tipo Levalllois hechas con cuarzo, lo que confiere a Cova Eirós una nueva e importante peculiaridad.

El uso frecuente del cuarzo como materia prima ya ha sido señalado como una de las principales singularidades de los poblamientos neandertales de Cova Eirós, lo que se debe sin duda a la escasez en la zona de minerales mucho más fáciles de tallar. La aplicación del método Levallois a este material, en opinión de los arqueólogos, demuestra la gran pericia técnica que alcanzaron los habitantes de este territorio durante el Paleolítico Medio.

Fuente: lavozdegalicia.es

Mariscada en el Paleolítico


Las mariscadoras gallegas practican una de las actividades –quizás– con más historia del mundo. Y es que hace 150.000 años ya se mariscaba en España. Un equipo internacional de investigadores, con participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha descubierto en la costa andaluza los vestigios más antiguos de consumo de marisco que se han encontrado hasta hoy. Aunque la actividad pudiera haberse extendido en otras zonas de la costa española, esta es por el momento la única evidencia científica.

"Consumieron mejillones", asegura uno de los investigadores, Francisco Jiménez, que hallaron quemadas las conchas de estos bivalvos en un estrato de la Cueva Bajondillo, ubicada en Torremolinos (Málaga). Este hecho sería un indicio de que los Homo neanderthalensis ibéricos comieron ese marisco hace 150.000 años. De algún modo, los homínidos de la época se plantearon romper e incluso cocinar estos animales.

El hallazgo de Málaga documenta el registro más antiguo de consumo moluscos por parte de neandertales descubierto. Los expertos sitúan la importancia del descubrimiento, enmarcado en el periodo del Paleolítico Medio, en que la práctica del marisqueo se considera como signo de inteligencia e incluso "define a los humanos modernos".

Hasta ahora, los investigadores creían que las prácticas más antiguas de marisqueo las había realizado el Homo sapiens, según los descubrimientos realizados en el yacimiento de Pinnacle Point (Sudáfrica). Se trata de un el estudio que ha sido publicado en PLoS ONE.

"Este descubrimiento no se queda en una cuestión de datación, ya que tiene importantes implicaciones para el conocimiento de la evolución humana", matiza el experto. "Muchos investigadores argumentan que el marisqueo es uno de los comportamientos que define a los humanos modernos y, en cierta medida, una ventaja adaptativa que permitió que el Homo sapiens se expandiera. Pero esta investigación demuestra que, en el mismo momento, los H. sapiens del sur de África y los H. neanderthalensis asentados en el sur de la Península Ibérica, aprovechaban estos recursos", destaca el investigador del CSIC.

El lugar en el que se realizaron las excavaciones cuenta con un registro compuesto por 19 estratos arqueológicos y donde se han documentado asentamientos del Paleolítico medio, el Paleolítico superior, el Epipaleolítico y el Neolítico. El trabajo, liderado por el profesor de la Universidad de Sevilla Miguel Cortés Sánchez, es fruto de una colaboración de investigadores portugueses, ingleses y japoneses. Para este trabajo de campo y su análisis posterior se han utilizado técnicas de análisis del registro arqueológico (polen, dataciones, tafonomía, microestratigrafía sedimentaria, análisis isotópicos, etc.).

Fuente: arodevigo.es

lunes, 12 de septiembre de 2011

Las enfermedades de Atapuerca


Diente de hominido de la Sima de los huesos de las excavaciones en Atapuerca. | José Ayma

Si se sabe cómo preguntarles, los huesos pueden contar muchas historias. Saben hablar de sus dueños; de cómo vivieron, cuando murieron e, incluso, qué enfermedades sufrieron, aunque haya pasado mucho tiempo desde su último suspiro.

En Atapuerca, algunas historias médicas han esperado más de un 500.000 para salir a la luz. Pero, gracias a la labor de científicos como Ana Gracia, investigadora de la Universidad de Alcalá de Henares, responsable de Conservación del Centro Mixto de la Universidad Complutense de Madrid y el Instituto de Salud Carlos III y cuya labor ha estado ligada a la excavación desde hace casi 25 años, hoy en día sirven para esbozar un estudio epidemiológico de los antiguos pobladores de la sierra burgalesa.

La mayoría de los datos de los que se disponen hacen referencia a enfermedades crónicas, explica Gracia, porque otros trastornos no dejan un registro en el hueso y son más difíciles de rastrear.

En la mayoría de los casos no hay signos de infecciones, ni de señales que indiquen cómo fue la muerte, pero aun así, las 'huellas del pasado' permiten saber mucho de lo que tuvieron que sufrir estos homínidos.

"Por ejemplo, en los dientes se aprecian marcas claras que indican una ralentización del crecimiento", señala Gracia. Según sus palabras, estas marcas son una referencia clara del momento del destete, una transición sin duda traumática para quien dejaba de disponer de un alimento diario y pasaba a depender de la comida que estuviera disponible para el grupo.

La gingivitis, o inflamación de las encías, también era un trastorno común entre los 'homo heidelbergensis' que habitaron Atapuerca hace alrededor de 500.000 años, según las investigaciones llevadas a cabo hasta la fecha.

Uno de los primeros trabajos que salieron de la conocida 'Sima de los Huesos' -hace ya más de 30 años- describía la existencia de molares con surcos e incluso pequeños agujeros. El trabajo demostraba que las marcas se debían al uso sistemático de un objeto cilíndrico, lo que podría ser el primero de los palillos. "Es una evidencia indirecta de la existencia de inflamación de las encías, de una gingivitis que estos individuos intentaban aliviarse con un objeto externo", explica Gracia.
Benjamina, Elvis y Miguelón

Sin duda, el caso que más a marcado a esta investigadora en sus años de experiencia es el de 'Benjamina', la dueña de un cráneo hallado en 2001 con graves alteraciones morfológicas.

El estudio de sus características permitió 'diagnosticar' su problema como 'craneosinostosis', una enfermedad catalogada hoy en día como rara que provoca un retraso psicomotor en quienes la sufren.

"El cráneo era de un individuo de 10 años, por lo que sabemos que había tenido que recibir cuidados para poder vivir hasta entonces", señala Gracia. "Esto es una evidencia de comportamiento altruista de la que carecíamos y que no existe en el mundo animal", subraya esta especialista, quien recuerda que el 'bautizo' de Benjamina no es casual, ya que significa "la más querida en hebreo".

La historia de 'Elvis' también apoya esa solidaridad familiar o grupal tan antigua. "Sabemos que para mantener una posición erecta tenía que usar algún tipo de apoyo porque la pelvis que se conserva presenta graves anomalías", indica la investigadora, que ahora trabaja con 'Miguelón', un individuo que parece haber tenido una vida especialmente azarosa.

"Le pasó de todo. Tenía un crecimiento anómalo del maxilar, accesos de pus, sarro, gingivitis. Presentaba una salud de la cavidad oral muy precaria y creemos que pudo morir de una septicemia", comenta Gracia, que no deja de encontrar nuevos retos en su trabajo.

El hallazgo de una mandíbula en la 'Sima de los elefantes' que podría tener 1.2000.000 años de antigüedad y cuya especie aún no se ha determinado esconde nuevos secretos a la espera de ser desvelados.

Según los restos, este individuo presentaba numerosas alteraciones en la mandíbula y problemas en el desarrollo de los dientes, pero los investigadores no han podido determinar si estos trastornos se deben a un defecto congénito o a otras circunstancias. "A ver si sale el esqueleto completo", señala Gracia, que está deseando escuchar la historia que tiene que contarle.

Fuente: elmundo.es

jueves, 8 de septiembre de 2011

El homínido que abrió el camino del género humano, el Australopithecus Sediba

Un equipo de paleontólogos presentó el año pasado los restos de una nueva especie de homínido, bautizada entonces como Australopithecus sediba, que presagiaba cambios en el árbol evolutivo del género humano. Se trataba de los fósiles de dos individuos, un niño y una mujer, que vivieron en Sudáfrica hace unos dos millones de años y que presentaban una combinación de rasgos primitivos, especialmente el cerebro pequeño, y rasgos modernos, como unas manos hábiles para asir y unas piernas que les permitían caminar erguidos. Ahora, cinco estudios publicados al unísono se atreven a proponer que A. sediba es un antepasado directo de los humanos. Como mínimo, dicen, es el mejor candidato de todas las especies descubiertas hasta ahora.

Los trabajos, que se han publicado en la revista Science, incluyen el análisis de la mano más completa de un homínido primitivo, una pelvis prácticamente intacta y huesos pocos habituales del pie y el tobillo. Los restos proceden de un yacimiento situado en las cuevas de Malapa, unos 50 kilómetros al norte de Johannesburgo. Desde el primer hallazgo en Malapa, que data de agosto del 2008, se han localizado 220 huesos de homínidos correspondientes a al menos cinco individuos, incluyendo un bebé.


Lee R. Berger, de la Universidad de Witwatersrand de Sudáfrica, muestra el cráneo del 'Australopithecus sediba'. Lee Berger | AP

Individuos de 30 kilos de peso

Los dos individuos analizados con profusión, el niño y la mujer, murieron en el mismo lugar y posiblemente de forma simultánea, por lo que los investigadores postulan que había algún vínculo familiar entre ellos. A su alrededor aparecieron restos de hienas, antílopes, serpientes y otros animales. Ambos medían 1,27 y pesaban unos 30 kilos, pero el niño tenía entre 10 y 13 años y aún no había concluido su crecimiento.

Los restos han sido datados por el equipo de Robyn Pickering, de la Universidad de Victoria en Melbourne (Australia), con dos sistemas diferentes (uranio-plomo y paleomagnetismo) que han arrojado unos resultados de una precisión sorprendente, exactamente 1,977 millones de años. Son, por tanto, ligeramente anteriores a los primeros representantes del género Homo, concretamente unos fósiles de Homo habilis a los que se les ha calculado una antigüedad de 1,9 millones.
¿Antepasado directo de 'Homo erectus'?

El descubridor de los huesos, Lee Berger, de la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo, sostiene que la mayor antigüedad del Australopithecus sediba aumenta la posibilidad de la existencia de un linaje separado y más antiguo del que podría haber evolucionado el Homo erectus, nuestro incontestable antepasado, en lugar de la hipótesis más habitual del Homo habilis El bautizo de la especie es muy adecuado si se tiene en cuenta que sediba significa manantial en lengua sesotho.

En el sincrotrón de Grenoble


El esqueleto de la mano derecha del 'Australopithecus sediba' comparada con la de un humano. Peter Schmid | AP

Los análisis, que han incluido un estudio con el sincrotrón de Grenoble (Francia), muestran que el cráneo de A. sediba es mucho más pequeño que el del hombre actual. Concretamente, mide unos 420 centímetros cúbicos, casi como un chimpancé, muy lejos de nuestros 1.300-1.500. Sin embargo, tiene una morfología parecida, "con signos de reorganización neuronal en la región orbitofrontal, justo detrás de los ojos", escriben los investigadores en Science.

Según los paleontólogos, A. sediba pone en duda alguno de los dogmas más conocidos sobre la evolución humana, especialmente que la pelvis evolucionó en respuesta a un mayor tamaño del cerebro y que la fabricación de herramientas precisa de una capacidad craneal muy superior.

La mano de la mujer, según un análisis del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig (Alemania), tenía una fuerte capacidad de prensión, posiblemente porque trepaba por los árboles con asiduidad, pero al mismo tiempo su largo pulgar y los otros dedos cortos sugieren que podía asir los objetos con precisión. Si realmente pudo fabricar herramientas de piedra, lo habría hecho antes que el Homo habilis.

Mosaico de rasgos

Además de trepar, el análisis de los pies y los tobillos muestra que estos singulares australopitecos también podían caminar de forma bípeda. El tobillo recuerdo al de los humanos, pero la espinilla y el talón son los típicos de un simio. "Si los huesos no hubieran aparecido juntos, los podríamos haber considerado de dos especies diferentes", comenta Bernhad Zipfel, de la Universidad de Witwatersrand.

Fuente: elperiodico.com

lunes, 5 de septiembre de 2011

Localizan restos de tres etapas del Paleolítico en el yacimiento Arbo


Pesca y buenas vistas junto al Miño. Arbo ya era un lugar idóneo para residir en la época del Paleolítico, por eso hasta tres generaciones distintas ocuparon la zona conocida como de O Cabrón, según las últimas investigaciones del Instituto de Estudios Miñoranos.

El responsable de las excavaciones que se realizaron el pasado mes de julio, Eduardo Méndez, asegura que aún estudian el período exacto de los tres episodios de ocupación localizados. Entre ellos pueden mediar cientos de años, pero todos ellos se corresponden a la misma cultura tecnológica, conocida como achelense. «El último episodio de ocupación es muy rico en materiales, en solo un metro cuadrado localizamos más de 160 piezas, por lo que en septiembre esperamos volver a realizar un levantamiento topográfico», apunta el experto.

La confirmación de los distintos niveles ha convertido el yacimiento de Arbo en único, puesto que lo habitual suele ser un solo nivel y en muy mal estado de conservación. En este caso, además de encontrarse todos los útiles en su espacio original, la mayoría de las piezas presentan buen aspecto.

«No está muy claro si esta nueva zona es más reciente, porque cuando el propietario compró los terrenos hubo movimientos de tierra y nos falta un perfil para que nos guíe. Esperamos tenerlo con los cortes que hagamos en la nueva expedición», aseguran desde el Instituto de Estudios Miñoranos.

En paralelo a esta novedad, los estudios se centran también en la datación de las piezas. Según una investigación sobre geología en el entorno del río Miño, los objetos estarían datados entre el 500.000 y el 200.000 a. C. Esta nueva catalogación podría colocar a Arbo como el lugar originario de los primeros restos localizados, puesto que rondarían la misma época que los de Portomaior, en As Neves, un yacimiento aún por excavar.

Con todos estos argumentos en la mano, los arqueólogos están dispuestos a colaborar con el actual gobierno municipal para dar mayor impulso al importante hallazgo. Por eso se baraja el realizar nuevas jornadas, como las realizadas en el museo Arabo para todos los vecinos interesados, en la que se pudieron ver parte de los instrumentos de lucha y conocer de forma práctica la fabricación de algunos de ellos.

La intención a largo plazo es hacer una muestra permanente, bien en las instalaciones del actual museo del vino y la lamprea, bien en otras adecuadas a este uso, con lo que se podría potenciar el turismo cultural en la comarca de A Paradanta.

Fuente: lavozdegalicia.es