El origen de la acumulación de fósiles de homínidos en la Sima de los Huesos (Atapuerca, Burgos) ha sido objeto de todo tipo de hipótesis que se han ido contrastando a lo largo de su excavación y estudio llegando a la conclusión de que es producto de la acción humana directa. Allí se hallan acumulados los restos de 28 individuos preneanderthales, que están representados por todos los restos anatómicos del esqueleto. Esto quiere decir que llegaron a allí cuando aún eran cadáveres.
Actualmente, para llegar a la Sima de los Huesos debe hacerse a través del sistema cárstico denominado cueva Mayor-Cueva del Silo. Por cualquiera de las dos entradas de que consta se puede acceder al yacimiento. En el caso de hacerlo por el Portalón de Cueva Mayor, tal y como se practica ahora, se llega a la Sima después de recorrer unos quinientos metros de galerías.
Cuando aquellos homínidos alcanzaron el fondo de la Sima de los Huesos, en el Pleistoceno medio, con toda seguridad existía un acceso directo desde el exterior. Es por eso que debemos de pensar que la configuración actual de la cueva y la forma de llegar al registro de homínidos a día de hoy no tienen nada que ver con la forma y lugar que estos homínidos llegaron al fondo de la Sima. Además, no fue en la oscuridad, sino probablemente, con luz natural.
El descubrimiento del yacimiento con carácter antropogénico se realizó, como ya comentamos en el post sobre la historia de Atapuerca, en el año 1976, de la mano de Trinidad Torres y el grupo espeleológico Edelweis de Burgos. Su primer estudio tuvo lugar aquel mismo año y fue a cargo del profesor Emiliano Aguirre y la profesora Marie Antoniette de Lumley. 40 años después se han podido establecer una serie de conclusiones que permiten su interpretación como tafosistema.
Hipótesis
El descubrimiento de los 28 individuos asociados a restos de úrsidos, la especie más abundante en la Sima (seguida por los homínidos), así como la ausencia de herbívoros en el registro (solamente hay omnívoros y carnívoros), permite establecer una serie de hipótesis interesantes.
En los yacimientos del Pleistoceno de la Trinchera del Ferrocarril de Atapuerca, pertenecientes al Pleistoceno medio, como el caso de Galería o los niveles superiores de la Gran Dolina o la Sima del Elefante, precisamente lo que suelen ser más abundante son los restos de herbívoros. Muchos de estos han sido acumulados por la actividad antrópica, como lo demuestra las marcas de corte en los restos esqueléticos, prueba que estos animales fueron intervenidos una vez cazados para alimentar las poblaciones de homínidos. Además, las herramientas líticas asociadas a estos restos, así lo confirman.
Bifaz hallado junto a los restos de homínidos depositados en la Sima de los Huesos - Javier Trueba/Madrid Scientific Films
Algunos de los restos esqueléticos de homínidos descubiertos en la Sima de los Huesos (Atapuerca) presentan marcas que nos son de origen antrópico y pudieron ser producidas por los propios osos que al caer permanecieron vivos y hurgaron y removieron los restos esqueléticos de aquéllos seres y de sus congéneres dejando huellas en ellos.
También se ha encontrado asociado a estos homínidos un bifaz tallado en cuarcita marrón roja y que no está asociado a ninguna otra pieza lítica más, al menos por ahora, y después de treinta años de excavación. La no presencia de herbívoros y la singularidad de esta herramienta, tanto como por la morfología característica del Achelense, así como por la materia escogida para manufacturarlo, hacen de este registro un descubrimiento muy singular.
Es altamente probable que el hacha de mano llegara al fondo de la Sima de los Huesos junto con los homínidos y altamente improbable que sucediera en otro momento y, por lo tanto, desconectado de la acumulación de cadáveres. Este dato es muy importante para interpretar qué tipo de acumulación representa la Sima de los Huesos y poder inferir de esta manera, como llegaron los cadáveres al fondo de este pozo y si esto fue un proceso natural o hubo intervención antrópica.
La Sima de los Huesos, a nivel estructural, consta de tres partes morfológicas bien establecidas: el pozo de entrada de unos 13 metros de profundidad, la rampa de unos siete metros y un cubículo final. Es por eso que durante mucho tiempo se ha establecido una analogía con un calcetín. Los restos de homínidos se reparten de manera irregular desde el inicio de la rampa hasta el cubículo final o cul de sac de la estructura.
Los restos esqueléticos de los homínidos se hallan en los niveles de arcilla roja marrón y se corresponden a un momento más o menos corto de acumulación en el lugar, a diferencia de los úrsidos que se registran a lo largo de una secuencia temporal más larga. La llegada de los úrsidos al fondo de la Sima se pudo producir de manera accidental cuando estos merodeaban por el interior de las cavidades y caían al fondo del pozo.
Por lo que respecta a la antigüedad de los homínidos, es decir su atribución cronológica, ha existido una gran discusión, así como, una gran acumulación de datos. Sabíamos que Ursus deningeri, la especie de osos que se encuentra asociado a los homínidos de la Sima, se extingue hace unos 120.000 años y que, por lo tanto, estos homínidos no podían ser más antiguos de esta cronología. Este dato es muy interesante dado que se podían atribuir sin margen de error al Pleistoceno medio.
Para llegar a la Sima de los Huesos es necesario descender a través de un pozo de 14 metros
La serie de dataciones radiométricas, así como el paleomagnetismo realizado en los sedimentos de la Sima de los Huesos (Atapuerca), nos confirman su pertenencia al Pleistoceno medio. Su cronología puede establecerse entorno a los 450.000 años, coincidiendo probablemente con los subniveles inferiores del nivel 10 de la cueva de la Gran Dolina y los de base de la cueva de la Galería, también en Atapuerca, aunque dataciones actuales la hayan hecho rejuvenecer, a esta última, unos 100.000 años.
La cuestión, sin embargo, y como hemos planteado en un post anterior, era determinar como llegaron los restos de homínidos al fondo del pozo del complejo de Cueva Mayor-Cueva del Silo. En cualquier caso, antes podemos reflexionar sobre las edades de los restos esqueléticos, dado que no representan la edad de lo que sería un modelo en las poblaciones humanas.
Llama la atención la poca presencia de esqueletos infantiles y de adultos mayores. En cambio, el tramo de juveniles y adultos inmaduros está sobrerepresentado. Si fuera la muerte esperada de una población de cazadores recolectores, deberíamos encontrar más restos de infantiles, dado que la selección natural es implacable después de la edad del destete y, sin embargo, en la Sima de los Huesos no es así.
Observamos que entre la población masculina existe una edad de muerte importante entre los 11 y 13 años, mientras que entre las féminas se sitúa entorno a los 15 años. Estos picos nos están indicando momentos de cambió, atribuibles a cuando los especímenes dejan el control familiar y los procesos ligados a la reproducción; ambos pueden causar la muerte prematura y traumática de los miembros de una comunidad. Solamente de esta manera puede entenderse esta concentración de picos.
La hipótesis más pausible
La hipótesis más plausible es la acumulación intencional de cadáveres. Esto quiere decir que los humanos que encontramos en el fondo fueron echados por sus congéneres, así como el bifaz de la misma cronología que ha aparecido junto a ellos.
Como ya hemos señalado en otras ocasiones, la Sima de los Huesos podría haber estado conectada con el exterior directamente y, por lo tano, debería de haber un acceso hacia la Sala de los Cíclopes que después el depósito de sedimentos colapsó y selló hasta el Holoceno.
Esta acumulación intencional de cadáveres puede entenderse en el marco de unos homínidos que tenían una capacidad craneal media de más de 1.300 centímetros cúbicos y que, además, estaban muy socializados, por lo que no es de extrañar que ya empezaran a desarrollar comportamientos complejos como éste, pudiéndose definir como lo que más tarde serán los rituales funerarios, que sus descendientes los neandertales ya realizan con profusión enterrando especímenes con ajuares relacionados con la vida del difunto.
Fuente: atapuerca.org / elmundo.es