Cuando los primeros antepasados del hombre alzaron la mirada y se dispusieron a abandonar la cuna africana de la humanidad, comenzaron un viaje que ha durado millones de años y que, de hecho, todavía no ha terminado. De aquellos primeros años de andadura quedan pocos restos, por eso cada vez que una nueva pieza del puzzle se revela ante los investigadores, las repercusiones para el inmenso tapiz de la historia humana pueden llegar a ser muy importantes.
Esto es precisamente lo que ha vuelto a ocurrir, treinta años después, en la localidad granadina de Fonelas, donde de nuevo los primeros pobladores de la región siguen dando sorpresas a los científicos. En un estudio publicado ayer en la revista de referencia Nature, los investigadores Luis Gibert y Gary Scott, refuerzan la teoría de que los primeros moradores europeos entraron al continente por el Estrecho de Gibraltar, un dato muy debatido por la comunidad científica, que ahora dispone de más información para reescribir los primeros pasos de la humanidad.
Hasta la década de los setenta y ochenta de la pasada centuria, se creía que los primeros europeos llegaron a estas tierras cruzando un largo camino que incluiría la actual zona de Israel, las montañas del Cáucaso y los Cárpatos, los Alpes… En definitiva, la ruta hubiera supuesto bordear el Mediterráneo por el norte, algo que implicaría "una travesía muy complicada", como explica ahora el doctor Luis Gibert.
Fueron precisamente las investigaciones de su padre, el fallecido José Gibert, en la cuenca de Guadix-Baza-Huéscar, las que generaron una revolución en la hasta entonces aceptada historia de la colonización europea. De aquellas primeras excavaciones en Orce surgió un fragmento de cráneo con alrededor de un millón y medio de años de antigüedad, perteneciente al género ´Homo´, lo que trastocó todas las teorías, ya que los primeros pobladores íberos deberían ser mucho más recientes. De esta forma se abrió una vía paralela para explicar la llegada de los primeros ´hombres´ a Europa.
Pero los descubrimientos del equipo Gibert, que también contó con la colaboración de reputados investigadores como Agustí y Moyà-Solà, no estuvieron exentos de polémica, al considerar parte de la comunidad científica que los restos hallados pertenecerían a un mamífero de la familia de los equinos, como tal vez un caballo o asno. Una extraña formación hallada en el hueso occipital abrió una profunda división entre los investigadores que, desde 1984, no se ponen de acuerdo sobre el verdadero origen del cráneo y, por tanto, sobre la teoría defendida por los Gibert.
El descubrimiento de hachas de mano en la Solana del Zamborino (Fonelas) y en la Cueva Negra del Río Quípar, en Murcia, revela que la transición de la cultura lítica olduwaiense –que elaboraba lacas y cantos de forma unifacial– a la industria acholense –que ya fabricaba las hachas de mano trabajadas de forma bifacial–, tuvo lugar en Europa hace 900.000 años o más, y no 500.000 años como hasta ahora se defendía. Estos datos avalarían que hubo una ocupación humana continuada en la península ibérica por lo menos desde hace 1,4 millones de años atrás. "Existía un gran diacronismo entre la historia de África y Europa", añade Gibert, que con este nuevo estudio le da un mayor sentido al éxodo prehistórico.
Gracias a la publicación elaborada en el Berkley Geochronology Center de California, por Gibert y Scout, se puede ver la evolución de las distintas culturas neolíticas que se dieron en la península, algo "único en Europa", que refuerza el valor de los yacimientos paleolíticos y apuntala la idea de que "tuvimos que pasar por aquí", concluye Gibert, que no da por invalidada la otra teoría de expansión, aunque plantea serios problemas como la ausencia de herramientas de esas edades en el borde norte del Mediterráneo. "Además, hace un millón y medio de años Gibraltar era muy diferente", dice el investigador, que opina que habría sido "más fácil" para los antepasados del hombre, cruzar lo que posiblemente fue un puente de tierra.
El sur de la Península Ibérica, con los referentes en el mundo de la paleontología como Fonelas, Orce y la Cueva Negra del Río Quípar, sigue guardando secretos sobre los orígenes y expasión de la humanidad. Será cuestión de tiempo y esfuerzo el descubrir toda la verdad sobre los primeros habitantes de Europa.
Esto es precisamente lo que ha vuelto a ocurrir, treinta años después, en la localidad granadina de Fonelas, donde de nuevo los primeros pobladores de la región siguen dando sorpresas a los científicos. En un estudio publicado ayer en la revista de referencia Nature, los investigadores Luis Gibert y Gary Scott, refuerzan la teoría de que los primeros moradores europeos entraron al continente por el Estrecho de Gibraltar, un dato muy debatido por la comunidad científica, que ahora dispone de más información para reescribir los primeros pasos de la humanidad.
Hasta la década de los setenta y ochenta de la pasada centuria, se creía que los primeros europeos llegaron a estas tierras cruzando un largo camino que incluiría la actual zona de Israel, las montañas del Cáucaso y los Cárpatos, los Alpes… En definitiva, la ruta hubiera supuesto bordear el Mediterráneo por el norte, algo que implicaría "una travesía muy complicada", como explica ahora el doctor Luis Gibert.
Fueron precisamente las investigaciones de su padre, el fallecido José Gibert, en la cuenca de Guadix-Baza-Huéscar, las que generaron una revolución en la hasta entonces aceptada historia de la colonización europea. De aquellas primeras excavaciones en Orce surgió un fragmento de cráneo con alrededor de un millón y medio de años de antigüedad, perteneciente al género ´Homo´, lo que trastocó todas las teorías, ya que los primeros pobladores íberos deberían ser mucho más recientes. De esta forma se abrió una vía paralela para explicar la llegada de los primeros ´hombres´ a Europa.
Pero los descubrimientos del equipo Gibert, que también contó con la colaboración de reputados investigadores como Agustí y Moyà-Solà, no estuvieron exentos de polémica, al considerar parte de la comunidad científica que los restos hallados pertenecerían a un mamífero de la familia de los equinos, como tal vez un caballo o asno. Una extraña formación hallada en el hueso occipital abrió una profunda división entre los investigadores que, desde 1984, no se ponen de acuerdo sobre el verdadero origen del cráneo y, por tanto, sobre la teoría defendida por los Gibert.
El descubrimiento de hachas de mano en la Solana del Zamborino (Fonelas) y en la Cueva Negra del Río Quípar, en Murcia, revela que la transición de la cultura lítica olduwaiense –que elaboraba lacas y cantos de forma unifacial– a la industria acholense –que ya fabricaba las hachas de mano trabajadas de forma bifacial–, tuvo lugar en Europa hace 900.000 años o más, y no 500.000 años como hasta ahora se defendía. Estos datos avalarían que hubo una ocupación humana continuada en la península ibérica por lo menos desde hace 1,4 millones de años atrás. "Existía un gran diacronismo entre la historia de África y Europa", añade Gibert, que con este nuevo estudio le da un mayor sentido al éxodo prehistórico.
Gracias a la publicación elaborada en el Berkley Geochronology Center de California, por Gibert y Scout, se puede ver la evolución de las distintas culturas neolíticas que se dieron en la península, algo "único en Europa", que refuerza el valor de los yacimientos paleolíticos y apuntala la idea de que "tuvimos que pasar por aquí", concluye Gibert, que no da por invalidada la otra teoría de expansión, aunque plantea serios problemas como la ausencia de herramientas de esas edades en el borde norte del Mediterráneo. "Además, hace un millón y medio de años Gibraltar era muy diferente", dice el investigador, que opina que habría sido "más fácil" para los antepasados del hombre, cruzar lo que posiblemente fue un puente de tierra.
El sur de la Península Ibérica, con los referentes en el mundo de la paleontología como Fonelas, Orce y la Cueva Negra del Río Quípar, sigue guardando secretos sobre los orígenes y expasión de la humanidad. Será cuestión de tiempo y esfuerzo el descubrir toda la verdad sobre los primeros habitantes de Europa.
Fuente: laopiniondegranada.es
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