El arqueólogo Aparicio termina la campaña de verano y envía material a Inglaterra para que daten con exactitud los restos hallados en la cueva
Acaban de terminar las excavaciones que cada verano se realizan en la Cova Foradà de Oliva y los expertos extraen ya las primeras conclusiones. Si bien es cierto que no se han producido grandes hallazgos -principalmente, restos óseos humanos- sí se ha podido extraer abundante material que confirma la teoría mantenida desde hace tiempo: la cueva estaba ya habitada hace más de 100.000 años.
Es lo que indican los materiales hallados a unos metros de profundidad «y todavía no hemos llegado al final, a la zona estéril. Eso significa que todavía queda suelo por investigar», afirmó el arqueólogo responsable, José Aparicio.
Puntas de lanza y jabalina, pedazos de sílex, lascas y láminas que emplean la técnica denominada Levallois (una forma concreta de tallar las piedras cortantes). Todo tipo de herramientas propias de la Edad de Piedra que permiten datar la cavidad olivense en la época del Paleolítico Inferior.
Hasta ocho cajas de sedimentos en las que se guarda tierra, concreciones calcáreas y otros restos que confirman una vida muy intensa en la cavidad.
También hay restos animales, pequeñas muestras de lo que en su día sirvió de alimento a los neanderthales y que aparece muy triturado. Fundamentalmente, se trata de conejos, la alimentación básica de estos pobladores. «Muchos se olvidan de la importancia que los conejos tuvieron en su alimentación, pero el 95% de los restos son de conejo», señaló el experto.
Hay señales de microfauna coprolitos de la hiena de las cavernas y raíces fosilizadas que servirán para determinar cómo era el paisaje que existía hace 100.000 años. Aunque según explicó el responsable de la Sección de Estudios Arqueológicos (SEAV) de la Diputación de Valencia «los ecosistemas eran muy parecidos a los actuales. Del mar obtenían tortugas y aves; agua del Bullent y de la zona de Pego y carne de las montañas. Era un entorno muy favorable», lo que explica que la cueva haya estado ocupado durante tanto tiempo y de forma casi ininterrumpida.
Todo ese material, que Aparicio tiene inventariado, está siendo ya analizado en Inglaterra, donde aplican novedosas técnicas que permiten datar con mucha fidelidad los restos prehistóricos. «Con todo lo que tenemos prácticamente podemos afirmar la antigüedad», comentó. Cuando comenzaron los trabajos, se llegó hasta los 30.000 años, el Paleolítico Superior, igual que en la Cova del Parpalló de Gandia.
En las siguientes prospecciones se profundizó hasta los 45.000 años, estratos que se corresponden con la época del Paleolítico Medio o Musteriense.
Ahora, ya se han alcanzado los nueve metros de profundidad, lo mismo que hay en el Parpalló, «y sigue saliendo».
No sirve el Carbono 14
Pero el problema a la hora de datar es que a partir de esos 40.000 años de antigüedad el carbono se pierde, por lo que las pruebas de Carbono 14 no son fiables para determinar más antigüedad en los hallazgos. De ahí que se haya enviado a Inglaterra, así como a otros laboratorios en Estados Unidos. Aparicio confía en recibir los resultados antes de final de año.
«Lo tengo todo inventariado, pero no puedo publicar nada porque queda por excavar. Aún no hemos llegado a la parte rocosa y no hemos completado la estratigrafía. Siguen apareciendo nuevos estratos que demuestran que es más antiguo de lo que pensamos en un principio», declaró el arqueólogo.
José Aparicio comenzó a trabajar en la cueva de Oliva en los años 80 y desde entonces, cada año ha profundizado más en su interior «para saber cuánto relleno tiene exactamente».
Se han descubierto varias capas de sedimentos y ahora toca de nuevo el trabajo de laboratorio. Analizar lo encontrado y el próximo año, seguir buscando nuevos vestigios del pasado de la gruta.
Es lo que indican los materiales hallados a unos metros de profundidad «y todavía no hemos llegado al final, a la zona estéril. Eso significa que todavía queda suelo por investigar», afirmó el arqueólogo responsable, José Aparicio.
Puntas de lanza y jabalina, pedazos de sílex, lascas y láminas que emplean la técnica denominada Levallois (una forma concreta de tallar las piedras cortantes). Todo tipo de herramientas propias de la Edad de Piedra que permiten datar la cavidad olivense en la época del Paleolítico Inferior.
Hasta ocho cajas de sedimentos en las que se guarda tierra, concreciones calcáreas y otros restos que confirman una vida muy intensa en la cavidad.
También hay restos animales, pequeñas muestras de lo que en su día sirvió de alimento a los neanderthales y que aparece muy triturado. Fundamentalmente, se trata de conejos, la alimentación básica de estos pobladores. «Muchos se olvidan de la importancia que los conejos tuvieron en su alimentación, pero el 95% de los restos son de conejo», señaló el experto.
Hay señales de microfauna coprolitos de la hiena de las cavernas y raíces fosilizadas que servirán para determinar cómo era el paisaje que existía hace 100.000 años. Aunque según explicó el responsable de la Sección de Estudios Arqueológicos (SEAV) de la Diputación de Valencia «los ecosistemas eran muy parecidos a los actuales. Del mar obtenían tortugas y aves; agua del Bullent y de la zona de Pego y carne de las montañas. Era un entorno muy favorable», lo que explica que la cueva haya estado ocupado durante tanto tiempo y de forma casi ininterrumpida.
Todo ese material, que Aparicio tiene inventariado, está siendo ya analizado en Inglaterra, donde aplican novedosas técnicas que permiten datar con mucha fidelidad los restos prehistóricos. «Con todo lo que tenemos prácticamente podemos afirmar la antigüedad», comentó. Cuando comenzaron los trabajos, se llegó hasta los 30.000 años, el Paleolítico Superior, igual que en la Cova del Parpalló de Gandia.
En las siguientes prospecciones se profundizó hasta los 45.000 años, estratos que se corresponden con la época del Paleolítico Medio o Musteriense.
Ahora, ya se han alcanzado los nueve metros de profundidad, lo mismo que hay en el Parpalló, «y sigue saliendo».
No sirve el Carbono 14
Pero el problema a la hora de datar es que a partir de esos 40.000 años de antigüedad el carbono se pierde, por lo que las pruebas de Carbono 14 no son fiables para determinar más antigüedad en los hallazgos. De ahí que se haya enviado a Inglaterra, así como a otros laboratorios en Estados Unidos. Aparicio confía en recibir los resultados antes de final de año.
«Lo tengo todo inventariado, pero no puedo publicar nada porque queda por excavar. Aún no hemos llegado a la parte rocosa y no hemos completado la estratigrafía. Siguen apareciendo nuevos estratos que demuestran que es más antiguo de lo que pensamos en un principio», declaró el arqueólogo.
José Aparicio comenzó a trabajar en la cueva de Oliva en los años 80 y desde entonces, cada año ha profundizado más en su interior «para saber cuánto relleno tiene exactamente».
Se han descubierto varias capas de sedimentos y ahora toca de nuevo el trabajo de laboratorio. Analizar lo encontrado y el próximo año, seguir buscando nuevos vestigios del pasado de la gruta.
Fuente:lasprovincias.es
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