Tras seis lustros de trabajos arqueológicos, Carlos Díez, Sergio Moral y Marta Navazo, del equipo arqueológico investigador, acaban de sacar un libro donde recogen unos reveladores descubrimientos, que acaparan la atención de la comunidad científica mundial. La Sierra de Atapuerca. Un viaje a nuestros orígenes, editado por la Fundación Atapuerca y el grupo Everest, es el único texto que permite conocer lo realizado hasta el momento en las excavaciones de Atapuerca, combinando la experiencia de los pasados 30 años con una visión fresca e ilusionante sobre los retos de los próximos años.
Un trabajo que revela además algunas conexiones entre el hombre de Atapuerca en cuanto a la comida. La obra refleja como, independientemente de la producción de cada época, la dieta incide de manera directa en la capacidad intelectual y el estado emocional de los individuos y en la organización social de los grupos, ya que aquella depende, en gran medida, de la forma en que se articulan para conseguir los alimentos.
Diez páginas dedica el libro al asunto; incluso recuerda que "Bermúdez de Castro -codirector de las excavaciones de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca, junto con J. Luis Arsuaga y Eudald Carbonell- observó en los dientes de los aborígenes canarios un gran desgaste por el continuado uso de palillos. Curiosamente, lo mismo se observa en los dientes de los homínidos de Atapuerca".
El equipo investigador ha dado un repaso a los años de trabajo, narrando la historia de las intervenciones, sus hitos y hallazgos principales. Como dice Eudald Carbonell: "Atapuerca constituye una herramienta fundamental para entender el proceso evolutivo tanto en los aspectos ecológicos como económicos, sociales y técnicos de la evolución de la humanidad". Un proceso que durante 30 años el equipo ha ido recopilando para establecer la evolución de los homínidos en Eurasia durante el último millón de años.
Por ello también es un homenaje a todas la gente que allí han desarrollado sus investigaciones, en particular a quienes sentaron las primeras bases de los estudios, aparte de que se trata de una apuesta por avanzar el estado actual de conocimientos y lo mucho que queda por descubrir, investigar y divulgar en Atapuerca. La obra intenta profundizar en la evolución humana, cultural y biológica desde los primeros homínidos africanos hasta el advenimiento de las sociedades agrícolas y ganaderas. Desde esta perspectiva, se trata de una obra que aspira a que la sociedad integre Atapuerca dentro de los esquemas de las grandes adquisiciones que lograron nuestros antepasados.
Para conseguir estos objetivo, en el recorrido por los diferentes capítulos en los que se divide la obra, se desentrañan cuestiones tan importantes como la biología de los homínidos, el medio en el que vivieron, las herramientas que utilizaron, su desarrollo, alimentación, lenguaje así como su mundo inmaterial o simbólico.
Cuenta asimismo con fichas que recorren la historia de Atapuerca en cada uno de los grandes episodios que la componen, integrando uno a uno los aspectos más significativos de los grupos que han habitado la sierra y, finalmente, ofrece un extraordinario repaso fotográfico que nos transporta a los primeros años de trabajo y nos hace viajar en el tiempo hasta la actualidad de este mágico cerro, situado a orillas del río Arlanzón.
Un trabajo que revela además algunas conexiones entre el hombre de Atapuerca en cuanto a la comida. La obra refleja como, independientemente de la producción de cada época, la dieta incide de manera directa en la capacidad intelectual y el estado emocional de los individuos y en la organización social de los grupos, ya que aquella depende, en gran medida, de la forma en que se articulan para conseguir los alimentos.
Diez páginas dedica el libro al asunto; incluso recuerda que "Bermúdez de Castro -codirector de las excavaciones de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca, junto con J. Luis Arsuaga y Eudald Carbonell- observó en los dientes de los aborígenes canarios un gran desgaste por el continuado uso de palillos. Curiosamente, lo mismo se observa en los dientes de los homínidos de Atapuerca".
El equipo investigador ha dado un repaso a los años de trabajo, narrando la historia de las intervenciones, sus hitos y hallazgos principales. Como dice Eudald Carbonell: "Atapuerca constituye una herramienta fundamental para entender el proceso evolutivo tanto en los aspectos ecológicos como económicos, sociales y técnicos de la evolución de la humanidad". Un proceso que durante 30 años el equipo ha ido recopilando para establecer la evolución de los homínidos en Eurasia durante el último millón de años.
Por ello también es un homenaje a todas la gente que allí han desarrollado sus investigaciones, en particular a quienes sentaron las primeras bases de los estudios, aparte de que se trata de una apuesta por avanzar el estado actual de conocimientos y lo mucho que queda por descubrir, investigar y divulgar en Atapuerca. La obra intenta profundizar en la evolución humana, cultural y biológica desde los primeros homínidos africanos hasta el advenimiento de las sociedades agrícolas y ganaderas. Desde esta perspectiva, se trata de una obra que aspira a que la sociedad integre Atapuerca dentro de los esquemas de las grandes adquisiciones que lograron nuestros antepasados.
Para conseguir estos objetivo, en el recorrido por los diferentes capítulos en los que se divide la obra, se desentrañan cuestiones tan importantes como la biología de los homínidos, el medio en el que vivieron, las herramientas que utilizaron, su desarrollo, alimentación, lenguaje así como su mundo inmaterial o simbólico.
Cuenta asimismo con fichas que recorren la historia de Atapuerca en cada uno de los grandes episodios que la componen, integrando uno a uno los aspectos más significativos de los grupos que han habitado la sierra y, finalmente, ofrece un extraordinario repaso fotográfico que nos transporta a los primeros años de trabajo y nos hace viajar en el tiempo hasta la actualidad de este mágico cerro, situado a orillas del río Arlanzón.
Fuente: laopinion.es
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