sábado, 25 de abril de 2009

Buscando neandertales en las cuevas de Triacastela y Becerreá

Arqueólogos del equipo de investigación de la USC en una excavación en una cueva lucense

Eudald Carbonell, codirector de Atapuerca, ve indicios en la gruta de Eirós para hallar restos del hombre paleolítico ·· La USC investiga este yacimiento

Los neandertales, cazadores y recolectores que vivieron durante el Paleolítico Medio y Superior, están de moda. Las últimas investigaciones del antropólogo Carlos Lalueza-Fox apuntan a que, hace medio millón de años, tuvimos un ancestro común que surgió del cruce neandertal y sapiens. Y restos de neandertales es lo que buscará la USC en los municipios lucenses de Triacastela y Bcerreá.

Eudald Carbonell Roura, codirector de las excavaciones del yacimiento de Atapuerca, acompañado por investigadores de la USC, acaba de visitar las cuevas de Eirós, en Triacastela, y Valdevara, en Becerreá. Son las cavidades en las que un equipo de arqueólogos de la USC, dirigidos por Ramón Fábregas, investigan restos del Paleolítico para tratar de completar el puzzle de la prehistoria de Galicia.

Carbonell puso de relieve que estas dos cavernas de la montaña lucense tienen "un enorme potencial" y en ellas ve indicios que permiten especular con la posibilidad de encontrar restos de neandertales, sobre todo en la de Eirós, donde ya se han hallado vestigios del Paleolítico Medio, con una antigüedad de 40.000 años. En caso de que apareciesen esos restos, seríanlos primeros de neandertales hallados en una gruta gallega.

Osos y collares de conchas

En el yacimiento de Eirós han aparecido hasta ahora piedras talladas y restos de animales muertos, como un oso cavernario, de la época del neandertal, pero, por ahora, no se han encontrado restos humanos.

Por el contrario, en Valdevara sí han aparecido vestigios humanos, de tres pequeños, lo que afirma la presencia de homínidos en esta zona de la montaña lucense y prueba la existencia de poblaciones de la cultura magdaleniense. En la caverna de Becerreá han encontrado también curiosos collares de conchas. Para los arqueólogos, la presencia de estos abalorios en una zona del interior se explicaría en función del nomadismo de los grupos humanos en esa época, que podían desplazarse de 200 a 300 kilómetros y también por la llegada de individuos asentados en otros lugares.

El equipo de la USC que encabeza el profesor Fábregas, que estudia estas cuevas desde el año 2006, retomará el trabajo de investigación en agosto.


Fuente: elcorreogallego.es

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