Son ya 30 años con la piqueta a cuestas y, ahora, además, con una terminal informática portátil donde van introduciendo los datos. Tres décadas en las que los yacimientos paleontológicos de la Sierra de Atapuerca han dado un vuelco a lo que se sabía de los primeros homínidos que habitaron el continente europeo.
El aniversario, que conmemora aquella primavera en la que Emiliano Aguirre inició las excavaciones en lo que era la trinchera hecha para un ferrocarril, ha servido de excusa para un nuevo libro divulgativo sobre los impresionantes hallazgos del equipo de Atapuerca.
Bajo el título La Sierra de Atapuerca. Un viaje a nuestros orígenes (Ed. Everest), el autor principal, el arqueólogo Carlos Díez, hace un exhaustivo repaso de la historia de la investigación y de la vida que, gracias a esos trabajos, llevaron en este enclave burgalés nuestros antepasados, su alimentación, su lenguaje, los utensilios que utilizaban, el entorno que los rodeaba, su lucha por la supervivencia.
Esta obra se suma la muchas publicaciones que ha originado el yacimiento: 800 artículos científicos y una docena de libros, que hacen de Atapuerca el enclave arqueológico más publicado del mundo.
Ayer, los tres codirectores del proyecto, que llegaron a la sierra cuando comenzaban sus carreras, resaltaron al unísono la importancia de haber mantenido el equipo unido. "Llevamos juntos desde 1979, pese a que somos los tres muy distintos", destacaba José María Bermúdez de Castro.
"Somos sucesores de un gran científico [Emiliano Aguirre] y ahora establecemos puentes para transmitir la ilusión a los nuevos 'juniors', para que el conocimiento no se pare", añadía Eudald Carbonell. Y Juan Luis Arsuaga, por su parte, lo resumía en una cita de Joseph Conrad: "Pensaba que era una aventura y ha sido mi vida".
Mucho trabajo por delante
Y es que los tres son conscientes de lo mucho que ha supuesto Atapuerca en la historia de la Humanidad, pero también de que aún hay trabajo allí para muchas generaciones venideras. "La mayoría de los huesos de Homo antecessor de la Gran Dolina están por excavar", recordaba Arsuaga.
Carbonell es todavía más optimista: "Cuando comenzamos a excavar, los fósiles más antiguos eran de hace 300.000 años, luego fueron 500.000, más tarde 800.000 y ya hemos retrocedido a 1.300.000 años. Aún podemos encontrar restos tan antiguos como los que hay en Georgia (Dmanisi) de hace 1,8 millones", aseguraba.
Bermúdez de Castro se mostraba más cauto sobre las fechas, y declaraba que él se alegraría con encontrar fósiles humanos de hace 1,6 millones de años, como los de la isla de Java. "Lo más importante es que el proyecto siga adelante, como estoy seguro que ocurrirá", auguraba.
La nota nostálgica la ponía Arsuaga, al recordar los tiempos en los que tenían que ir andando desde la Sierra al municipio de Ibeas de Juarros a través de los trigales. "Ahora en Atapuerca hay muy mucho trabajo de gestión y un equipo muy grande [150 personas] que me hace añorar esos tiempos, pero allí encuentras cráneos que no hay en otro sitio", reconocía.
Esos fósiles, miles de ellos, que, como Eudald Carbonell explicó ayer, nos enseñan que "debemos ser capaces de funcionar como grupo", como ya se hacía en el Pleistoceno "sobre todo en unos momentos de gran complejidad como los que estamos viviendo". De hecho, en el prólogo el paleontólogo destaca que nuestra especie debe ser consciente de su pasado porque "necesitamos una evolución responsable y un progreso consciente que nos acerque más a nosotros mismos y que nos haga mejores".
De momento, ninguno de los tres piensa en jubilarse. A partir del 15 de junio volverán a Atapuerca para seguir desvelando sus secretos.
Fuente:elmundo.es
El aniversario, que conmemora aquella primavera en la que Emiliano Aguirre inició las excavaciones en lo que era la trinchera hecha para un ferrocarril, ha servido de excusa para un nuevo libro divulgativo sobre los impresionantes hallazgos del equipo de Atapuerca.
Bajo el título La Sierra de Atapuerca. Un viaje a nuestros orígenes (Ed. Everest), el autor principal, el arqueólogo Carlos Díez, hace un exhaustivo repaso de la historia de la investigación y de la vida que, gracias a esos trabajos, llevaron en este enclave burgalés nuestros antepasados, su alimentación, su lenguaje, los utensilios que utilizaban, el entorno que los rodeaba, su lucha por la supervivencia.
Esta obra se suma la muchas publicaciones que ha originado el yacimiento: 800 artículos científicos y una docena de libros, que hacen de Atapuerca el enclave arqueológico más publicado del mundo.
Ayer, los tres codirectores del proyecto, que llegaron a la sierra cuando comenzaban sus carreras, resaltaron al unísono la importancia de haber mantenido el equipo unido. "Llevamos juntos desde 1979, pese a que somos los tres muy distintos", destacaba José María Bermúdez de Castro.
"Somos sucesores de un gran científico [Emiliano Aguirre] y ahora establecemos puentes para transmitir la ilusión a los nuevos 'juniors', para que el conocimiento no se pare", añadía Eudald Carbonell. Y Juan Luis Arsuaga, por su parte, lo resumía en una cita de Joseph Conrad: "Pensaba que era una aventura y ha sido mi vida".
Mucho trabajo por delante
Y es que los tres son conscientes de lo mucho que ha supuesto Atapuerca en la historia de la Humanidad, pero también de que aún hay trabajo allí para muchas generaciones venideras. "La mayoría de los huesos de Homo antecessor de la Gran Dolina están por excavar", recordaba Arsuaga.
Carbonell es todavía más optimista: "Cuando comenzamos a excavar, los fósiles más antiguos eran de hace 300.000 años, luego fueron 500.000, más tarde 800.000 y ya hemos retrocedido a 1.300.000 años. Aún podemos encontrar restos tan antiguos como los que hay en Georgia (Dmanisi) de hace 1,8 millones", aseguraba.
Bermúdez de Castro se mostraba más cauto sobre las fechas, y declaraba que él se alegraría con encontrar fósiles humanos de hace 1,6 millones de años, como los de la isla de Java. "Lo más importante es que el proyecto siga adelante, como estoy seguro que ocurrirá", auguraba.
La nota nostálgica la ponía Arsuaga, al recordar los tiempos en los que tenían que ir andando desde la Sierra al municipio de Ibeas de Juarros a través de los trigales. "Ahora en Atapuerca hay muy mucho trabajo de gestión y un equipo muy grande [150 personas] que me hace añorar esos tiempos, pero allí encuentras cráneos que no hay en otro sitio", reconocía.
Esos fósiles, miles de ellos, que, como Eudald Carbonell explicó ayer, nos enseñan que "debemos ser capaces de funcionar como grupo", como ya se hacía en el Pleistoceno "sobre todo en unos momentos de gran complejidad como los que estamos viviendo". De hecho, en el prólogo el paleontólogo destaca que nuestra especie debe ser consciente de su pasado porque "necesitamos una evolución responsable y un progreso consciente que nos acerque más a nosotros mismos y que nos haga mejores".
De momento, ninguno de los tres piensa en jubilarse. A partir del 15 de junio volverán a Atapuerca para seguir desvelando sus secretos.
Fuente:elmundo.es
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