domingo, 19 de mayo de 2013

Los neandertales y los humanos convivieron en Picos de Europa




La cueva de La Güelga –una cavidad situada en la vertiente asturiana de los Picos de Europa– conserva pruebas de la convivencia entre neandertales y humanos modernos (homo sapiens). Ambos habrían coexistido en este lugar hace unos 40.000 años. Mario Menéndez, director de la Uned en Asturias y coordinador del equipo científico que trabaja en este yacimiento, afirma que «no hay ninguna razón para que no aparezcan yacimientos similares en León. El problema es que en la parte leonesa se ha investigado menos», explica. «Los Picos de Europa son una barrera insalvable en la época glaciar, pero se han localizado algunos pasos». En su opinión, es posible que en el futuro se localicen en León yacimientos parecidos al de La Güelga (Cangas de Onís).

«Los descubrimientos, muchas veces, son fortuitos», explica Menéndez. Sin embargo, aclara que «sí hay datos de la presencia de neandertales» en los Picos de Europa leoneses. «En León los investigadores se han centrado más en la arqueología clásica y en épocas en las que hay un rico patrimonio», añade. La investigación del equipo de Menéndez, en colaboración con la Universidad de Oxford, ha analizado fósiles del Paleolítico Medio y Superior, entre unos 150.000 y 10.000 años.

Sándwich del tiempo

Los depósitos arqueológicos han revelado una especie de ‘sándwich’ del tiempo: niveles con materiales atribuidos al hombre moderno entre estratos con materiales producidos por neandertales. Un sándwich que evidencia que ambas especies convivieron en la zona.

«Los humanos modernos ocuparon durante un tiempo la misma cavidad que, antes y después, fue habitada por grupos de neandertales», según este investigador.

Federico Bernaldo de Quirós, catedrático de Prehistoria de la Universidad de León -que dató los pretroglifos descubiertos en Maragatería por el aficionado Juan Carlos Campos- asegura que desde hace treinta años se está investigado la vertiente leonesa de los Picos de Europa sin los mismos resultados que en Asturias. «Aquí el terreno no es tan calizo y no hay tantas cuevas», aclara. Añade que «en León no se han encontrado sedimentos tan antiguos» como los localizados en La Güelga.

Uno de los grandes enigmas de la investigación prehistórica estriba en averiguar por qué desaparecieron los neandertales. Bernaldo de Quirós, que dirigió hace dos años las excavaciones en la cueva del Castillo (Puente Viesgo), también halló pruebas en este yacimiento de Cantabria de que ambas comunidades -neandertales y sapiens- convivieron durante un período de tiempo en la cueva.
El interrogante que se plantean ahora los investigadores es ¿cómo fue esa convivencia?
Los investigadores consideran que León tuvo que ser una zona de transición clave entre la cornisa cantábrica y la Meseta, pero los indicios de asentamientos del Paleolítico hasta ahora han sido ‘contados’, en cuevas como La Cantera, El Espertín, La Uña y La cueva del Oso -sólo accesible cuando desciende el nivel del pantano de Riaño-.

Fuente: diariodeleon.es

Los neandertales de El Sidrón eran diestros






Once de los 13 neandertales que habitaron en la cueva de El Sidrón (Asturias) eran diestros. Este es uno de los resultados de un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en el que se han analizado las estrías de más de 60 piezas dentales de esta especie homínida. El trabajo, publicado en PLOS ONE, muestra, junto con otras evidencias anatómicas y funcionales de lateralización del encéfalo, que los neandertales poseían un patrón de asimetría cerebral similar al del hombre actual.

“La lateralidad manual es reflejo de una organización especializada del cerebro, por lo que su origen evolutivo ha sido motivo de investigación desde hace décadas. Aunque algunos primates pueden tener una cierta tendencia al uso preferente de una de sus manos, una estricta lateralización solo se observa en las especies humanas”, explica el investigador del CSIC Antonio Rosas, del Museo Nacional de Ciencias Naturales.

Según Rosas, director de la investigación, el poder estudiar conjuntamente 11 individuos de un mismo grupo neandertal constituye un hecho singular y confirma que la lateralidad en el uso de la mano derecha es un fenómeno poblacional. Falta por determinar si los dos individuos restantes del grupo de 13 neandertales de El Sidrón eran diestros o zurdos, ya que entre sus restos no se conservan las piezas dentales.

De los 27 neandertales analizados en todo el mundo hasta la fecha, tan sólo dos han mostrado indicios de un uso preferente la mano izquierda, porcentaje que coincide con la lateralidad cerebral observada en los humanos actuales.

Estrías culturales

Mediante microscopía electrónica, los investigadores han podido estudiar con detalle las pautas de orientación y direccionalidad en incisivos y caninos de las llamadas estrías culturales. “Para ayudarse en la elaboración de trabajos, los pobladores prehistóricos empleaban la boca como una tercera mano, en lo que denominamos el ‘gesto de agarra y corta’. Con la boca sujetaban pieles, carne, tendones y fibras vegetales, materiales que tensaban con una mano y cortaban o raspaban con la otra. Durante estas prácticas, en ocasiones los instrumentos de piedra rozaban los dientes, y dejaban unas características marcas”, comenta la investigadora del CSIC Almudena Estalrrich.

Este estudio pone de manifiesto que el uso preferente de una mano frente a la otra en neandertales se establece ya desde la infancia, tal y como ocurre en los humanos modernos, ya que entre los 11 individuos analizados se encuentra un niño de entre 6 y 8 años que presenta el mismo patrón de lateralidad que los adultos.

Cambio en la lateralidad

Hay, sin embargo, una excepción relativa al uso dominante de la mano derecha entre los neandertales asturianos. El conocido como Adulto 2 muestra signos de haber cambiado de mano preferente al final de su vida. Los dientes anteriores muestran una superposición de estrías culturales de orientación izquierda sobre otras de orientación derecha. Esto indica que el Adulto 2 fue diestro la mayor parte de su vida pero que una infección dental pudo provocar una inflamación que le obligó a cambiar de hábitos bucales y manuales.

Este proceso infeccioso tuvo su origen en una malformación dentaria, posiblemente de base genética, que ha permitido a los investigadores rastrear aspectos de la vida de este individuo, desde su formación durante la fase embrionaria hasta su fallecimiento. Los resultados de ese análisis han sido publicados en la revista Journal of Human Evolution.

“Este individuo presenta un canino incluido en el interior de la mandíbula que nunca llegó a hacer erupción. Además, conserva el canino de leche, cuya forma anómala permitió la entrada de agentes infecciosos que, sumados a la malformación genética, propiciaron una serie de lesiones que le obligaron a cambiar el uso de la boca y, por extensión, también de las manos”, concluye Rosas.

Las excavaciones de la cueva de El Sidrón (Borines, Asturias) está subvencionada por la Consejería de Cultura del Gobierno autonómico de Asturias y dirigidas por el investigador de la Universidad de Oviedo Marco de la Rasilla.

Fuente: homoysapiens.com