miércoles, 31 de diciembre de 2014

Sima de los Huesos Atapuerca



 El origen de la acumulación de fósiles de homínidos en la Sima de los Huesos (Atapuerca, Burgos) ha sido objeto de todo tipo de hipótesis que se han ido contrastando a lo largo de su excavación y estudio llegando a la conclusión de que es producto de la acción humana directa. Allí se hallan acumulados los restos de 28 individuos preneanderthales, que están representados por todos los restos anatómicos del esqueleto. Esto quiere decir que llegaron a allí cuando aún eran cadáveres.

Actualmente, para llegar a la Sima de los Huesos debe hacerse a través del sistema cárstico denominado cueva Mayor-Cueva del Silo. Por cualquiera de las dos entradas de que consta se puede acceder al yacimiento. En el caso de hacerlo por el Portalón de Cueva Mayor, tal y como se practica ahora, se llega a la Sima después de recorrer unos quinientos metros de galerías.

Cuando aquellos homínidos alcanzaron el fondo de la Sima de los Huesos, en el Pleistoceno medio, con toda seguridad existía un acceso directo desde el exterior. Es por eso que debemos de pensar que la configuración actual de la cueva y la forma de llegar al registro de homínidos a día de hoy no tienen nada que ver con la forma y lugar que estos homínidos llegaron al fondo de la Sima. Además, no fue en la oscuridad, sino probablemente, con luz natural.

El descubrimiento del yacimiento con carácter antropogénico se realizó, como ya comentamos en el post sobre la historia de Atapuerca, en el año 1976, de la mano de Trinidad Torres y el grupo espeleológico Edelweis de Burgos. Su primer estudio tuvo lugar aquel mismo año y fue a cargo del profesor Emiliano Aguirre y la profesora Marie Antoniette de Lumley. 40 años después se han podido establecer una serie de conclusiones que permiten su interpretación como tafosistema.

Hipótesis

El descubrimiento de los 28 individuos asociados a restos de úrsidos, la especie más abundante en la Sima (seguida por los homínidos), así como la ausencia de herbívoros en el registro (solamente hay omnívoros y carnívoros), permite establecer una serie de hipótesis interesantes.

En los yacimientos del Pleistoceno de la Trinchera del Ferrocarril de Atapuerca, pertenecientes al Pleistoceno medio, como el caso de Galería o los niveles superiores de la Gran Dolina o la Sima del Elefante, precisamente lo que suelen ser más abundante son los restos de herbívoros. Muchos de estos han sido acumulados por la actividad antrópica, como lo demuestra las marcas de corte en los restos esqueléticos, prueba que estos animales fueron intervenidos una vez cazados para alimentar las poblaciones de homínidos. Además, las herramientas líticas asociadas a estos restos, así lo confirman.

                                   Bifaz hallado junto a los restos de homínidos depositados en la Sima de los Huesos - Javier Trueba/Madrid Scientific Films
 
Algunos de los restos esqueléticos de homínidos descubiertos en la Sima de los Huesos (Atapuerca) presentan marcas que nos son de origen antrópico y pudieron ser producidas por los propios osos que al caer permanecieron vivos y hurgaron y removieron los restos esqueléticos de aquéllos seres y de sus congéneres dejando huellas en ellos.

También se ha encontrado asociado a estos homínidos un bifaz tallado en cuarcita marrón roja y que no está asociado a ninguna otra pieza lítica más, al menos por ahora, y después de treinta años de excavación. La no presencia de herbívoros y la singularidad de esta herramienta, tanto como por la morfología característica del Achelense, así como por la materia escogida para manufacturarlo, hacen de este registro un descubrimiento muy singular.

Es altamente probable que el hacha de mano llegara al fondo de la Sima de los Huesos junto con los homínidos y altamente improbable que sucediera en otro momento y, por lo tanto, desconectado de la acumulación de cadáveres. Este dato es muy importante para interpretar qué tipo de acumulación representa la Sima de los Huesos y poder inferir de esta manera, como llegaron los cadáveres al fondo de este pozo y si esto fue un proceso natural o hubo intervención antrópica.

La Sima de los Huesos, a nivel estructural, consta de tres partes morfológicas bien establecidas: el pozo de entrada de unos 13 metros de profundidad, la rampa de unos siete metros y un cubículo final. Es por eso que durante mucho tiempo se ha establecido una analogía con un calcetín. Los restos de homínidos se reparten de manera irregular desde el inicio de la rampa hasta el cubículo final o cul de sac de la estructura.

Los restos esqueléticos de los homínidos se hallan en los niveles de arcilla roja marrón y se corresponden a un momento más o menos corto de acumulación en el lugar, a diferencia de los úrsidos que se registran a lo largo de una secuencia temporal más larga. La llegada de los úrsidos al fondo de la Sima se pudo producir de manera accidental cuando estos merodeaban por el interior de las cavidades y caían al fondo del pozo.

Por lo que respecta a la antigüedad de los homínidos, es decir su atribución cronológica, ha existido una gran discusión, así como, una gran acumulación de datos. Sabíamos que Ursus deningeri, la especie de osos que se encuentra asociado a los homínidos de la Sima, se extingue hace unos 120.000 años y que, por lo tanto, estos homínidos no podían ser más antiguos de esta cronología. Este dato es muy interesante dado que se podían atribuir sin margen de error al Pleistoceno medio.

                                   Para llegar a la Sima de los Huesos es necesario descender a través de un pozo de 14 metros
 
La serie de dataciones radiométricas, así como el paleomagnetismo realizado en los sedimentos de la Sima de los Huesos (Atapuerca), nos confirman su pertenencia al Pleistoceno medio. Su cronología puede establecerse entorno a los 450.000 años, coincidiendo probablemente con los subniveles inferiores del nivel 10 de la cueva de la Gran Dolina y los de base de la  cueva de la Galería, también en Atapuerca, aunque dataciones actuales la hayan hecho rejuvenecer, a esta última, unos 100.000 años.

La cuestión, sin embargo, y como hemos planteado en un post anterior, era determinar como llegaron los restos de homínidos al fondo del pozo del complejo de Cueva Mayor-Cueva del Silo. En cualquier caso, antes podemos reflexionar sobre las edades de los restos esqueléticos, dado que no representan la edad de lo que sería un modelo en las poblaciones humanas.

Llama la atención la poca presencia de esqueletos infantiles y de adultos mayores. En cambio, el tramo de juveniles y adultos inmaduros está sobrerepresentado. Si fuera la muerte esperada de una población de cazadores recolectores, deberíamos encontrar más restos de infantiles, dado que la selección natural es implacable después de la edad del destete y, sin embargo, en la Sima de los Huesos no es así.

Observamos que entre la población masculina existe una edad de muerte importante entre los 11 y 13 años, mientras que entre las féminas se sitúa entorno a los 15 años. Estos picos nos están indicando momentos de cambió, atribuibles a cuando los especímenes dejan el control familiar y los procesos ligados a la reproducción; ambos pueden causar la muerte prematura y traumática de los miembros de una comunidad. Solamente de esta manera puede entenderse esta concentración de picos.

La hipótesis más pausible

La hipótesis más plausible es la acumulación intencional de cadáveres. Esto quiere decir que los humanos que encontramos en el fondo fueron echados por sus congéneres, así como el bifaz de la misma cronología que ha aparecido junto a ellos.

Como ya hemos señalado en otras ocasiones, la Sima de los Huesos podría haber estado conectada con el exterior directamente y, por lo tano, debería de haber un acceso hacia la Sala de los Cíclopes que después el depósito de sedimentos colapsó y selló hasta el Holoceno.

Esta acumulación intencional de cadáveres puede entenderse en el marco de unos homínidos que tenían una capacidad craneal media de más de 1.300 centímetros cúbicos y que, además, estaban muy socializados, por lo que no es de extrañar que ya empezaran a desarrollar comportamientos complejos como éste, pudiéndose definir como lo que más tarde serán los rituales funerarios, que sus descendientes los neandertales ya realizan con profusión enterrando especímenes con ajuares relacionados con la vida del difunto.

Fuente:  atapuerca.org  /  elmundo.es

martes, 30 de diciembre de 2014

El esqueleto humano tiene un origen evolutivo reciente.


Comparado con el de otros homínidos, nuestro esqueleto es muy ligero. Ahora, un equipo de investigadores de distintas instituciones internacionales, coordinados por la antropóloga Habiba Chirchir, del Museo Nacional de Historia Natural, en el Instituto Smithsonian (EE. UU.), ha descubierto que este adoptó su actual configuración en una época relativamente reciente, hace apenas 12.000 años.

Para demostrarlo, estos científicosestudiaron mediante imágenes de alta resolución las articulaciones de chimpancés, Homo sapiens modernos y restos fósiles de otras especies extintas, como Australopithecus africanus, Paranthropus robustus y Homo neanderthalensis. En un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, los autores explican quenuestros ancestros y sus parientes mantuvieron durante millones de años una alta densidad ósea, hasta que esta experimentó un súbito y pronunciado declive hace unos pocos miles de años.

Este es más drástico en los miembros inferiores –en las rodillas, la cadera y los tobillos– que en los superiores –las manos, los codos y los hombros–, por lo que los expertos sospechan que podría estar relacionado con la aparición de la agricultura, el abandono de una forma de vida nómada y la adopción de otra mucho más sedentaria. 


“En nuestro ensayo mostramos que los humanos tenemos en la actualidad huesos menos densos que otras especies con las que estamos relacionados. Esto es así tanto en las sociedades agrícolas como en las industriales”, señala Chirchir. No obstante, los investigadores observaron que las diferencias con otros homínidos eran mínimas hace tan solo 20.000 años. A partir de este hallazgo, esperan proporcionar un contexto antropológico que ayude a explicar el desarrollo de algunas afecciones, como la osteoporosis.

Fuente: http://www.muyinteresante.es

lunes, 29 de diciembre de 2014

Atapuerca, la clave para saber de dónde venimos



Año a año, el yacimiento arqueológico de Atapuerca, en Burgos, arroja una nueva sorpresa, un nuevo fósil con el que recomponer la compleja enciclopedia de la evolución humana, el apasionante libro de lo que somos, escrito hace miles de años y que poco a poco los científicos reconstruyen desde este rincón.

No en vano, la sierra de Atapuerca es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde el 2000 y Príncipe de Asturias desde 1997.

Este lugar, del que sólo se ha excavado el 0,0001 %, esconde "la enciclopedia completa de la evolución humana, que aún tardaremos cien años en ordenar", explica a Efe el codirector del yacimiento, Eudald Carbonell.

Pero ¿en qué momento Atapuerca se hizo tan especial?. Hasta 1990, la mayor parte de los expertos sostenían que los primeros pobladores de Europa habían llegado desde África hace medio millón de años.

Apoyaban su teoría una mandíbula descubierta en Heidelberg (Alemania) en 1907 que durante más de 90 años fue considerada el fósil más antiguo de Europa. La especie, en honor al lugar del hallazgo, fue bautizada como Homo heidelbergensis.

Pero en los 80, muchos paleontólogos empezaron a pensar que los primeros hombres habían pisado Europa mucho antes: hace un millón de años, pero carecían de pruebas que confirmaran esta teoría.

El 8 de julio de 1994, Atapuerca ponía punto y final al debate.
Ese día, se recuperaron los restos casi intactos de -al menos- seis individuos (dos niños, dos adolescentes y dos adultos de unos 20 años) que vivieron en la zona hace 800.000 años.

Análisis posteriores lo confirmaron: los primeros homínidos llegaron a Europa hace casi un millón de años y eran además una especie nueva, con características morfológicas diferentes, y bautizados como Homo antecessor, la especie más antigua de Europa y el ancestro común del Homo sapiens (nosotros) y del Neanderthal (la otra especie humana inteligente que habitó Europa hasta su misteriosa extinción hace unos 40.000 años).

Atapuerca subía así al podio de los yacimientos internacionales -junto a los de China y África- aunque sus excepcionales cualidades de conservación y sus dimensiones (casi 6 kilómetros de yacimiento), hacían prever que este rincón castellanoleonés oculta más sorpresas.

En 2007, da un nuevo golpe de autoridad; La Sima del Elefante, una de las cuevas del yacimiento, contiene restos de hace 1,3 millones de años, "posiblemente de Homo antecessor, aunque los últimos estudios apuntan a que podría tratarse de un homínido distinto", puntualiza Carbonell.

Mientras se confirma esta posibilidad, Atapuerca sigue dando alegrías: en junio, la revista Science informaba del hallazgo, en la Sima de los Huesos, de 17 cráneos de 430.000 años de antigüedad, de la especie Homo heidelbergensis pero con rasgos neandertales, es decir, "pueden ser neandertales tan primitivos" que "probablemente sean una nueva especie", detalla el paleontólogo catalán.

Para constatarlo, junto al Max Plank de Alemania, "estamos haciendo los análisis de ADN nuclear, y confiamos que en los próximos meses confirmarán el hallazgo".

El tiempo dirá, pero hasta entonces, parece que Atapuerca ha puesto sobre la mesa otra pieza más del inmenso puzzle que es la evolución humana, que lejos de ser un árbol genealógico lineal, se parece más a un escenario de "Juego de Tronos", con poblaciones muy dinámicas compartiendo o rivalizando por un mismo territorio.

La genética, según Carbonell, "nos está ayudando mucho. Está cambiando la interpretación de muchas cosas. Nos explica los movimientos de las especies y las diferencias genéticas en un mismo género".

Atapuerca es una red de cuevas de piedra caliza horadadas por el agua hace 1,5 millones de años, que fueron visitadas por todas las poblaciones que han pasado por Europa y que permanecieron ocultas hasta finales del XIX: las obras de construcción de un ferrocarril descubrieron este filón arqueológico.

Las excavaciones comenzaron en los 60, y en 1974 el profesor Emiliano Aguirre, paleontólogo de la Complutense de Madrid, puso en marcha un proyecto científico que después pasó a sus tres mejores discípulos: Juan Luis Arsuaga, Eudald Carbonell y José María Bermúdez de Castro, los tres codirectores del yacimiento.

Cada verano, los tres científicos dirigen una campaña de excavaciones en las que durante cerca de un mes y medio, un equipo de paleontólogos, arqueólogos, geólogos e incluso médicos trabajan a destajo para extraer un material que estudian el resto del año y con el que van reconstruyendo la historia de nuestros ancestros.

(Recursos de archivo eb www.lafototeca.com.  y otros)

Fuentes: EFE.

El origen de las borracheras





Los ancestros del ser humano ya celebraban con alcohol. Charles Darwin pensaba que el ser humano es el único animal que, a diferencia de otros monos, después de beber brandy y agarrarse una borrachera lo haría de nuevo. Aquí se equivocó, porque compartimos esa afición por la intoxicación con otros primates y varios animales más.


La primera vez que los humanos consumieron alcohol, probablemente fue como lo hacen los animales, a través de frutas que caen al suelo y fermentan por sí solas, produciendo un alcohol de baja graduación. Puedes ver este tipo de "botellones" accidentales en la sabana africana, donde varios animales se reúnen para consumir los frutos del árbol de la marula a la vez. Las consecuencias del alcohol en su organismo son muy parecidas a las que nosotros sufrimos: fallos en la locomoción, caídas y finalmente somnolencia. Al día siguiente también tienen resaca. 

Pero hay otra manera de viajar aún más hacia el pasado y descubrir las raíces de esta tendencia. Se trata de comparar genes y comprobar cuándo se adaptaron nuestros cuerpos para producir enzimas que metabolizan el etanol. Comparando a varios mamíferos, la enzima en cuestión llamada ADH4, aparece con una mutación genética hace 10 millones de años aproximadamente. El cambio sugiere que "en la dieta de los primeros homínidos, se fue incrementando el consumo de alcohol poco a poco", afirma el autor del estudio Matthew Carrigan. Esto significa que fue justo en las primeras etapas de nuestra adaptación a la vida en el suelo de la selva cuando se produce la transformación.

Pero para los Homo Sapiens nunca es suficiente y "una vez que se familiarizaron con el efecto buscaron la intoxicación frecuente", cree el arqueólogo Patrick McGovern, considerado el Indiana Jones de las bebidas alcohólicas. Otros autores apuestan por los usos medicinales del alcohol, como antibiótico o como alimento para enriquecer sus dietas. 

Aunque de manera probable grupos reducidos de cazadores-recolectores lo habrían hecho a pequeña escala previamente, McGovern cree que la innovación de beber bajo demanda ocurrió hace 10.000-9.000 años a.C. en China, extendiéndose rápidamente hacia otros lugares de Asia y Europa. Los restos más antiguos de bebida han sido encontrados en el fondo de recipientes de barro y contenían en su composición un 10% de alcohol. Se trata de una especie de hidromiel. 

La manera en que se "destilaba" es muy interesante porque se practica aún hoy en día en algunas zonas del planeta. Se trata de masticar los frutos o granos de una planta para romper los almidones y así convertirlos en azúcar. Luego los escupen a un recipiente y vuelta a empezar. Tras un periodo de reposo para que se produzca la fermentación, tienes la bebida lista. 

Pero después de ese descubrimiento perdemos el rastro y las siguientes evidencias nos llevan hasta el actual país de Irán hace 4.000 años aproximadamente, en las montañas de Zagros, donde ya se consumía cerveza. Por la misma época surgen también pruebas de producción de vinos en cuevas de Armenia. 

Más recientes, hace poco menos de 2.000 años, en Mesopotamia, elaboraron grabados sobre piedras que hacen referencia a jarras de cerveza y la existencia de una aparente asociación del alcohol con comportamientos inmorales. En los jeroglíficos y papiros egipcios también se representa la bebida y algunas recomendaciones sobre uso. Por ejemplo, el uso de pajitas hechas de barro para evitar que se colaran insectos en la boca. 

En conclusión, a veces tengo la misma impresión que tuvo Pablo Picasso al ver los bisontes sobre los techos de la cueva de Altamira: "Todo está inventado y lo de ahora parece decadente".

Fuente:  elmundo.es

viernes, 26 de diciembre de 2014

La agricultura hizo más frágiles los huesos humanos.





Los esqueletos humanos se hicieron “mucho más ligeros y frágiles” con la aparición de la agricultura, que trajo asociada un estilo de vida más sedentario, según un estudio publicado hoy por la revista estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

La reducción de la actividad física es la base de la degradación de la fuerza de los huesos humanos durante milenios y es una tendencia que alcanza hoy “niveles peligrosos”, ya que la gente usa su cuerpo “mucho menos que en cualquier otro momento de la historia”, asegura la publicación.

Un estudio señala que mientras los humanos cazadores y recolectores de hace unos 7.000 años tenían huesos comparables en fuerza a los de los orangutanes actuales, los granjeros que vivieron en las mismas zonas 6.000 años después tenían huesos “significativamente más ligeros y frágiles”.

La masa ósea de los humanos recolectores era un 20 % más alta, lo que equivale a la cantidad que puede perder una persona que pase tres meses de ingravidez en el espacio.

Los investigadores consideran así fundamentada la idea de que el ejercicio, más que la dieta, es la clave para prevenir un mayor riesgo de fractura ósea o problemas como la osteoporosis durante la vejez.

Hacer más ejercicio durante la juventud “conlleva una mayor fortaleza ósea hacia los 30 años, lo que se traduce en que el debilitamiento de los huesos asociado a la edad sea menos perjudicial”, indica PNAS.

Durante siete millones de años la evolución de los homínidos estuvo dirigida hacia la acción y la actividad física para la supervivencia, “pero solo en los últimos cincuenta o cien años hemos sido tan sedentarios, incluso de manera peligrosa”, según uno de los autores del estudio, el doctor Colin Shaw de la Universidad de Cambridge (Reino Unido).

Un estudio paralelo del Museo Americano de Historia Natural, publicado por Proceedings of the National Academy of Science, indica que el esqueleto del ser humano actual, más ligero que el de sus antecesores, tiene un origen más reciente de lo que se estimaba, en concreto unos 12.000 años.

El trabajo, basado en imágenes de alta resolución de articulaciones procedentes de humanos modernos, chimpancés y fósiles de especies humanas extinguidas, señala que durante millones de años estos tuvieron una alta densidad ósea, que se redujo de manera espectacular en los humanos recientes.

Esa reducción ósea es más destacada en las extremidades inferiores, lo que sugiere que “puede estar vinculada” al momento en el que los seres humanos pasaron de un estilo de vida predominantemente de recolectores a otro más sedentario con la aparición de las agricultura.

A pesar de los cientos de años de investigación sobre el esqueleto humano, “esta es la primera vez que un estudio demuestra” que el hombre tiene una densidad considerablemente menor en las articulaciones, incluso en los antiguos agricultores que trabajaban la tierra de manera activa”.

Así lo explicó el autor del estudio, comisario de la división de antropología del museo y profesor de la Universidad George Washington, Brian Richmond.

Los investigadores usaron tomografías computerizadas de alta resolución para medir las trabéculas (tejido óseo esponjoso en el interior de algunos huesos) de las articulaciones en las extremidades inferiores de los humanos y los chimpancés actuales.

Este mismo estudio se realizó en fósiles humanos atribuidos a diversos géneros de homínidos ya extinguidos como el “Australopithecus africanus” o el “Homo neanderthalensis”.

El estudio mostró que la densidad ósea de los esqueletos humanos se redujo “drásticamente en tiempos recientes, cuando (los seres humanos) empezamos a usar herramientas para la agricultura y nos asentamos en un lugar”, explicó Richmond. 

Fuente: EFE

Un asentamiento típico de los cazadores del Paleolítico Superior





El asentamiento de Valverde, según explican los arqueólogos, responde perfectamente a los patrones de ocupación del  Paleolitico superior,  en el que se encuadra la cultura solutrense. Los artefactos líticos que conforman este importante yacimiento fueron encontrados en un rellano situado en la ladera del monte que ofrece un amplio dominio visual sobre el tercio norte de la depresión monfortina y permite controlar las principales vías naturales de tránsito, por las que se desplazarían habitualmente los rebaños de herbívoros.

Este tipo de emplazamiento -apuntan los investigadores- «es propio de los asentamientos del Paleolítico Superior del noroeste, donde los criterios de proximidad a cursos de agua y fuentes de materia prima parecen supeditados a los criterios de control y visibilidad de las principales vías de tránsito». En cambio, los yacimientos del Paleolitico Inferior, de la depresión monfortino -como los de la zona de As Lamas-, se encuentran en zonas bajas que presuntamente se hallaban cerca de las las márgenes del cauce antiguo del Cabe o de otros cursos de agua que pudieron correr por la zona en esa época. La diferencia entre ambos tipos de asentamiento responde a los distintos métodos de caza y de supervivencia que se utilizaron en estas dos etapas de la prehistoria.


Referente visual

Por otro lado, en la parte alta del monte de Valverde, no lejos del asentamiento, destaca la presencia de un grupo de peñascos conocido como Penedo de San Roque. Los arqueólogos suponen que este punto fácilmente distinguible desde lejos pudo servir como referente visual para los pobladores del Solutrense.

Fuente:  lavozdegalicia.es

miércoles, 14 de mayo de 2014

La diversidad genética del sapiens es superior a la del neandertal

                                  

                                                Excavaciones en la cueva piloñesa del Sidrón. :: NEL ACEBAL

La cueva del Sidrón vuelve a aportar luz sobre el pasado neandertal. Una nueva investigación de la que forma parte la oquedad piloñesa acaba de ser publicada en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' con una conclusión clara: los neandertales tenían menor diversidad genética que los homo sapiens actuales. Para llegar hasta este punto, se han analizado los exomas, es decir la parte del genoma que codifica para las proteínas, de un denisovano y tres neandertales de regiones diferentes: la cueva del Sidrón, la de Vindija, en Croacia, y la de Denísova, en Siberia.

Antonio Rosas y Carlos Lalueza-Fox, dos de los investigadores del CSIC que han liderado el estudio del Sidrón, están detrás de este hallazgo en el que también han colaborado la Universidad de Oviedo y el Instituto de Antropología Evolutiva Max Planck. Es Antonio Rosas, del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, quien sitúa en su lugar los resultados de este trabajo: «El exoma de los tres neandertales junto con el del individuo de Denísova ha permitido por vez primera identificar los cambios de aminoácidos derivados compartidos por estos homínidos arcaicos y que no ocurren, o lo hacen en muy baja frecuencia, en los humanos actuales», afirma. Añade que el interés de estas conclusiones radica en que «abren la puerta a la identificación de la base genética de los cambios fenotípicos producidos en los procesos evolutivos».

Rosas habla de un estudio que, por vez primera, se adentra en la identificación de los genes potencialmente responsables de los cambios físicos de los homínidos arcaicos y los humanos recientes. Y lo que se ha sabido a partir de la comparación de los exomas fósiles de humanos modernos de África, Europa y Asia es que el linaje común de denisovanos y neandertales «acumuló un buen número de mutaciones en los genes que controlan la forma del esqueleto, distribución del pelo, metabolismo y sistema cardiovascular», revela el CSIC en un comunicado.

«Curiosamente, los cambios que afectan específicamente al linaje de los neandertales, después de su separación con los denisovanos, está en relación con genes incluidos en la categoría de hiperlordosis. Se sabe por estudios de anatomía comparada que los neandertales tenían una curvatura lumbar reducida. Por el contrario, en el linaje de homo sapiens, el cambio genético se concentra fundamentalmente en ciertos genes implicados en el comportamiento y en la pigmentación de la piel. En este último caso, las mutaciones detectadas pueden estar relacionadas con las diferencias en la pigmentación de la piel en poblaciones actuales», subraya Antonio Rosas.

Este estudio, que llega apenas unos días después de que la revista 'Science' publicará -también con participación de la Universidad de Oviedo aunque esa ocasión no se analizaron los restos óseos del Sidrón- el epigenoma completo de un neandertal. Se amplía así el conocimiento sobre las especies extinguidas que nos precedieron en el planeta.

Este nuevo estudio, sin ir más lejos, revela que los neandertales se distribuían en pequeñas poblaciones alejadas unas de otras que presentaban ligeras diferencias entre ellas que bien podrían ser fruto de las relaciones endogámicas, más comunes entonces de lo que son entre los humanos actuales. Además, el trabajo aporta otro dato de interés, y es que a lo largo del proceso evolutivo, en los sapiens se han producido mutaciones en genes que afectan en el ámbito de la agresividad y la hiperactividad, aunque se ignora si esos cambios han aumentado o reducido esas pautas.

Con esta nueva publicación, se abren caminos para avanzar en el conocimiento de los humanos de hoy y las especies anteriores. Antonio Rosas lo resume así: «Este estudio supone un importante nexo de unión entre los estudios paleontológicos y los genéticos. Los modelos sobre evolución de la variabilidad morfológica y pautas de cambio fenotípico en el linaje de los neandertales obtienen un importante apoyo directamente de los datos genéticos».

Fuente: elcomercio.es

lunes, 12 de mayo de 2014

Los investigadores vuelven a Coímbre


Un grupo reducido de personas visita la cueva de Coímbre dentro de las actividades del programa 'Un viaje a la prehistoria del Oriente de Asturias', celebradas el pasado mes de abril. :: NEL ACEBAL

El próximo otoño está previsto que se retomen las excavaciones arqueológicos en la cueva peñamellerana de Coímbre, emplazada a apenas un kilómetro de la localidad de Alles, después de que el año pasado los investigadores decidieran paralizar los trabajos a pie de campo después de cinco campañas para poder avanzar en la publicación de los resultados obtenidos hasta la fecha, que se espera que vea la luz a final de año.

 David Álvarez Alonso, profesor-tutor de la UNED, y José Yravedra, profesor de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid, proyectan volver a este yacimiento después del verano aunque en esta ocasión pretenden combinar los trabajos de excavación en el interior de la caverna con prospecciones en el entorno de la misma. «Queremos trabajar dentro de la cueva, aunque en otro punto, porque hasta ahora estábamos investigando la zona conocida como 'B' y ahora queremos desplazarnos a la denominada zona 'A'. Además, de forma paralela, tenemos intención de realizar prospecciones en el exterior que hasta ahora no habíamos realizado», explicaba Yravedra, quien reconoce que aún están pendientes de los correspondientes permisos por parte de la Consejería de Cultura.

El objetivo de estas novedosas tareas en el exterior no es otro que tratar de determinar, por ejemplo, de dónde procedían los materiales que el hombre que habitó en esta cueva hace 15.000 años utilizaba para tallar las piezas que utilizaba, así como dónde cazaba las cabras y ciervos que consta que capturaba. «Nos gustaría poder realizar prospecciones con tecnología más avanzada, y no sólo en el exterior sino también dentro de la cueva, porque pueden ser de mucha utilidad, pero son muy costosas y nosotros no nos las podemos plantear. Nuestras prospecciones consistirán en visualizar el entorno para poder hacernos una idea de por dónde se movían», aclara.

El trabajo a pie de campo debe compatibilizarse también con la finalización de la publicación monográfica que se está elaborando sobre esta caverna, descubierta en 1971 por un grupo de vecinos del concejo, recibiendo especial importancia por el hallazgo en su interior de un conjunto de manifestaciones artísticas de la cultura magdaleniense, y que ahora se presenta como «uno de los más interesantes de Asturias» del Paleolítico Superior.

Los grabados tienen unos 15.000 años de antigüedad y están distribuidos principalmente en tres zonas de la cueva, aunque la mayor parte de las representaciones se concentran en una misma sala. Se recrean en sus paredes desde signos característicos de la cultura magdaleniense hasta animales, tales como cabras, ciervos y caballos, aunque destaca entre todos la imagen de un gran bisonte que, sin lugar a dudas, podría convertirse en icono de la cueva.


Cientos de piezas

La publicación recogerá tanto los resultados del estudio llevado a cabo sobre los grabados de la caverna como las conclusiones a las que se llegó tras el análisis de la ingente cantidad de piezas extraídas de las entrañas de esta gruta durante las diferentes campañas de excavación, desarrolladas entre 2008 y 2012. Y es que durante este periodo se han localizado restos de industria ósea como azagayas, arpones, varillas, punzones, objetos de adorno-colgante y una amplia colección de industria lítica rica y variada que puede ayudar a entender las actividades que se realizaban en la cueva. Pero también restos de fauna cazada y consumida en la propia cueva que corresponden principalmente a cabras, rebecos, ciervos y algún corzo, pero también a salmones pescados en el río Cares.

Se sabe a través del estudio de esta importante colección de piezas que Coímbre no era una cueva más, sino que tuvo una importante densidad de ocupación humana ya que, al contrario que otras de la zona, fue habitada en diferentes ocasiones y en varias épocas del año. Así, se puede afirmar que cazaban y pescaban en su entorno y llevaban los animales hasta allí para despiezarlos y consumirlos ya que se han localizado herramientas de todos esos procesos.

Todo esto y mucho más quedará recogido en la publicación que podrá ver la luz a final de este año. «Nuestra prioridad es acabar esta publicación antes de final de año. Aunque tenemos los estudios bastante avanzados, nos falta rematar el trabajo porque aún estamos pendientes de algunas analíticas», reconoció el experto. Se trata además de un compromiso con la Fundación Cristina Masaveu que, junto con el apoyo del Gobierno del Principado, se encarga de la financiación de este proyecto.

Fuente: elcomercio.es

miércoles, 9 de abril de 2014

"Los neandertales podrían ser intelectualmente como nosotros"


Pongámonos en un escenario de ciencia ficción. Mañana, nace un neandertal entre nosotros y se cría como un niño 'Homo sapiens'. ¿Cómo sería? El paleogenetista Carles Lalueza-Fox, investigador del Instituto de Biología Evolutiva de Barcelona, cree que, desde un punto de vista cognitivo, sería un humano más. Autor de 'Palabras en el tiempo' (Crítica, 2013), Lalueza-Fox participó en la secuenciación del genoma neandertal, que en 2010 reveló que todos los humanos no africanos portamos genes del homínido desaparecido hace unos 30.000 años, que hubo hibridación entre neadertales y humanos modernos

-Cuando en mayo de 2010 se publicó en 'Science' el genoma neandertal, proyecto en el que usted participó, ¿cuál fue la mayor sorpresa para usted?

-Teniendo en cuenta el paradigma imperante entonces, descubrir que había habido entrecruzamiento entre neandertales y algunos humanos modernos, los no africanos.

-¿Todos los humanos no negros somos en parte neandertales?
-Sí. Eso es. Todos los humanos no subsaharianos. Porque, en un estudio que hicimos después con poblaciones del norte de África, comprobamos que también llevan esa señal neandertal en su ADN no porque el entrecruzamiento tuviera lugar ahí, sino porque provienen de la zona del contacto y entraron después en el continente. El porcentaje de genes neandertales varía un poco según la población -es un poco más elevado en los asiáticos-, pero rondaría el 2%.

-¿El 2% de su genoma, del mío y de cualquier lector de EL CORREO es neandertal?
-Sí.
-Eso significa que los únicos 'Homo sapiens' puros serían aquéllos a los que durante siglos Occidente consideró inferiores.
-Yo no utilizaría el término puro. Si quieres decir decir 'Homo sapiens' sin señal neandertal, serían, curiosamente, las poblaciones que han sufrido durante centenares de años el estigma de la inferioridad evolutiva, por decirlo de algún modo. Lo que ocurre es que los supremacistas blancos ya lo están reformulando todo y ahora optan por considerar la herencia neandertal como algo positivo, relacionado con la pigmentación clara, la fuerza...
-Dicen que les haría superiores.
-Sí. Como se trata de algo ideológico y no científico, se puede reformular como uno quiera. De todos modos, tenemos también una visión muy homogénea del África subsahariana. Sin embargo, cuando surgió nuestra especie, hace unos 200.000 años, muy posiblemente todavía había grupos de homininos arcaicos con los que 'Homo sapiens' se cruzó. Lo que pasa es que no tenemos un genoma de referencia para mirarlo.

-¿Está diciendo que, además de la mezcla con neandertales en Eurasia, habría otras con otras especies que no conocemos en el África subsahariana?
-Creo que sí y que se podrá rastrear en el futuro a partir del análisis de los genomas africanos actuales.
El árbol de familia

-¿La hibridación con los neandertales cuándo tuvo lugar? ¿Fue ocasional? ¿Ocurrió varias veces en distintos sitios?
-En un estudio publicado en enero en 'Science', los autores proponen dos acontecimientos de hibridación porque ven que el patrón en asiáticos es ligeramente diferente que en europeos. En el trabajo de 2010, proponíamos un único episodio de hibridación. No es algo trivial. Son señales débiles, es un porcentaje bajo del genoma, es algo que ha ocurrido hace tiempo. ¿Cuánto? La genética parece apuntar a hace entre 80.000 y 50.000 años, lo que es bastante razonable para Oriente Próximo y Oriente Medio, donde en esas fechas hay yacimientos de neandertales y humanos modernos.
-Aunque cada no africano tenga un 2% del genoma neandertal, se calcula que en el conjunto de la Humanidad ha subsistido un 20%, ¿no?
-Sí. Es lo que proponen en el trabajo de 'Science' de enero. El porcentaje es bajo y varía un poco entre individuos, aunque hay secciones muy compartidas. Como la Humanidad somos más de 7.000 millones de personas, podríamos tener entre todos un 20% del genoma neandertal.

-¿Por qué ha llegado tan fragmentado?
-No se cruzan todos con todos dando lugar a una nueva población. Es algo que tiene lugar en pocos individuos y se puede detectar gracias a que las poblaciones son entonces pequeñas y después de expanden. Además, hay evidencias de que los híbridos son menos fértiles que cada uno de ellos por separado. No quiere decir que sean estériles, sino menos viables.
-¿Significa eso que estábamos ya camino de la separación total como especies?
-Habrá gente que considerará que no son especies diferentes porque se podían cruzar. La definición de especie es arbitraria. Pero lo que quiere decir es que son dos poblaciones o dos especies que llevan separadas unos 400.000 años y, cuando vuelven a encontrarse, casi se ha generado una barrera reproductiva en función de mutaciones genéticas.
-¿Cuál sería el esquema del origen, historia y encuentro de neandertales y nosotros?
-Como ocurre en muchos ámbitos de la ciencia, a medida que sabemos más, la cosa se complica. La hipótesis 'fuera de África' era una idea intuitiva muy fácil, pero una simplificación. Decía que una población salía de África recientemente, hace menos de 100.000 años, y se expandía por todos los continentes, reemplazando a las poblaciones arcaicas que pudiera haber sin mezclarse con ellas.
-Y nosotros seríamos sus descendientes.
-Sí. ¿Cuál es el modelo que está emergiendo? Uno más complejo, en el cual esas poblaciones se fueron mezclando a medida que se fueron encontrando. Es lo que se llama un modelo de asimilación. Tradicionalmente, el modelo se ha representado como un árbol con ramas que se van separando y unas se quedan cortadas cuando se extinguen las especies. Ahora sabemos que ha habido entrecruzamientos de humanos modernos con neandertales, de neandertales con denisovanos, de humanos modernos con denisovanos, de éstos con otra especie arcaica... El nuevo modelo, más difícil de representar gráficamente, sería como una red con flechas y entrecruzamientos.
-Simplificándolo mucho: un homínido africano conquista Eurasia hace mucho tiempo y da lugar a los neandertales y otras especies; mientras tanto, un pariente del primero que se ha quedado en África da lugar allí a nosotros, que acabamos saliendo a Eurasia y encontrándonos con nuestros 'primos'. ¿Algo así?
-Algo así. Desde un punto de vista ecológico, tiene mucho sentido si miramos a otros mamíferos. En periodos climáticos cálidos, África actúa como un expulsor de formas de hominino que ocupan latitudes más elevadas en Eurasia y, al cabo de centenares de miles de años, vuelven a salir otras formas que se encuentran con las anteriores y se cruzan entre ellas.
Los denisovanos
-Ha citado a los denisovanos. En la película de la evolución humana, no dejan de salir nuevos personajes. ¿Cómo son los denisovanos?
-Estamos acostumbrados a visualizar las especies humanas en forma de cráneos y esqueletos, y a compararnos con ellos. ¡Pero esto ya no es así! De los denisovamos sólo tenemos una falange de un dedo de una niña encontrada en una cueva de los montes Altái, en Siberia. No tenemos un rostro fósil.
- No le podemos poner cara.
-No. Estamos hablando de genes, y hay cosas que podemos conocer a través del genoma. Sabemos que es una población que está en Asia y que se cruza con individuos de nuestra especie que llegarán a Melanesia y Australia. Esos 'Homo sapiens' tienen en la actualidad un 4,5% de genoma denisovano y cerca de un 2,5% de contribución neanderta. De los genes, podemos inferir que la pigmentación denisovana parece ser oscura. Dicho esto, sería interesante identificar un cráneo con afinidad denisovana y, en cierto modo, lo hemos hecho en el sitio menos esperado, en la Sima de los Huesos de Atapuerca. Hace un par de meses, los investigadores publicaron que los individuos que siempre se habían considerado precursores de los neandertales y llamado 'Homo heidelbergensis' tenían ADN mitocondrial denisovano.

-¿Serían entonces denisovanos?
-No sé qué decirte... Los paleontólogos hacen las definiciones taxonómicas a partir de cráneos o fragmentos craneales, y eso no está definido. Además, el ADN mitocondrial tiene sus problemas interpretativos, sobre todo cuando hablamos de entrecruzamientos.

-¿El ADN mitocondrial es el que sólo tranmiten las hembras?
-Sí. Por eso hay cosas que quedan oscurecidas si sólo miras el ADN mitocondrial. Parte de la sorpresa del genoma neandertal se debe a que teníamos trece años de secuencias de ADN mitocondrial neandertal acumuladas, que eran muy parecidas entre sí y diferentes del humano actual. Eso nos había llevado a pensar que no había habido entrecruzamientos.

-¿Por qué estamos nosotros aquí con restos de genes neandertales y no a la inversa?
-Parece se que, a pesar de lo residual del contacto, hay algunas variantes en algunos genes neandertales que pudieron ayudar a las poblaciones 'sapiens' de después del contacto a adaptarse a las latitudes de Eurasia.
-Donde los neandertales llevaban varios cientos de miles de años.
-Sí, y habían sobrevivido a una serie de máximos glaciales increíbles, mientras que nuestros antepasados venían de los trópicos. Especulando, cualquier adaptación a la menor radiación solar y a los ritmos circadianos de luz y oscuridad, o a patógenos que no estaban en los trópicos, pudo suponer una ventaja selectiva en los genes neadertales que ayudara nuestros antepasados a adaptarse a Eurasia. Hay un listado de genes neandertales que parecen habernos venido bien.
-Cuando me miro en el espejo, ¿qué veo de neandertal?
-Muy poco. Estamos hablando de una cantidad de genes muy pequeña en el total de nuestro genoma. Además, no sabemos todavía el efecto funcional de todos esos genes y averiguarlo llevará muchos años.
-Así que, por ahora, no puede decirse que, siendo negros en origen, debamos la palidez de nuestra piel en parte a genes neandertales.
-Hay evidencias de que tenían mutaciones en algunos genes que podían haber inducido la pigmentación clara, pero eso no significa que nosotros la tengamos por ese motivo.

-¿La paleogenética nos va a dar muchas más sorpresas?
-Sí. No hacemos nada más que hablar de África porque es donde aparecemos como linaje ancestral y, sei embargo, no tenemos apenas datos genéticos antiguos de África. Y tampoco de Oriente Próximo, que es clave para la salida de África, la hibridación con los neandertales, el surgimiento de la agricultura... Si podemos obtener datos genéticos de esas regiones en el futuro, seguro que darán sorpresas.

- ¿Se podrán obtener algún día genomas de los homínidos más antiguos, los australopitecinos y otros anteriores, para completar nuestro árbol genealógico?
-No, no. En el mejor de los casos, conservado en frío, podría llegarse hasta ADN de hace un millón de años; pero es que, además, con el tiempo, el ADN se va fragmentando y llega un momento en que no puedes identificarlo. Quizá la Sima de los Huesos, con unos 400.000 años, esté en el límite.
Prejuicios

-¿Qué buscan ahora los científicos en el genoma neandertal?
-Diversidad. Tenemos un borrador de genoma neandertal que publicamos en 2010. Ahora, tenemos otro individuo del Altái. Pero necesitamos más para ver cuál era la diversidad dentro de la especie. Y, después, necesitamos estudios funcionales. Tenemos un listado de genes diferentes entre humanos y neandertales, pero no sabemos cómo se traduce eso en el individuo vivo en cambios metabólicos, fisiológicos...
-Imagínese que -no importa por qué ni cómo- nace un neadertal entre nosotros. ¿Ese indidivuo, educado en el mundo actual como cualquier otro humano, se diferenciaría en sus aptitudes de cualquiera de nosotros?
-Yo creo que no. Soy de los que piensan que, en el mismo entorno educacional y simbólico nuestro, un neandertal nacido ahora no sería desde un punto de vista cognitivo significativamente diferente de nosotros.
-Eso rompe con la idea tradicional de los neandertales como hombres-bestia.
-Algunos biólogos evolutivos y lingüístas todavía niegan, por ejemplo, que los neandertales pudieran tener la capacidad del lenguaje. Aún se da ese prejuicio. Yo digo que los neandertales podrían ser cognitivamente como nosotros, pero hay gente que sostiene que no podrían ni hablar. Sigue habiendo dos bandos.

-¿La genética nos va a aclarar si, por ejemplo, podían hablar?
-Creo que, al final, acabaremos conociendo prácticamente todo de nuestro funcionamiento y lo podremos visualizar en un neandertal si tenemos un genoma bien hecho. No sólo la capacidad de hablar. A medida que vayamos conociendo las bases genéticas del pensamiento simbólico, de la autoconsciencia, de todo lo que consideramos exclusivamente humano, sólo tendremos que ir al genoma para ver si está ahí en las personas del pasado. No digo que vaya a ser sencillo; no va a haber un gen de la autoconsciencia. Será algo muy complejo.


Fuente: http://www.elcorreo.com

lunes, 24 de marzo de 2014

Una talla muestra la evolución del mundo simbólico entre el Paleolítico y el Neolítico


Una talla con rostros humanos  muestra la evolución del mundo simbólico entre el Paleolítico y el Neolítico

El fósil, de hace unos 10.000 años, fue hallado en 2009 en la región siria de Tell Qarassa

Un equipo internacional de investigadores liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha descubierto en el yacimiento arqueológico de Tell Qarassa (Siria) un hueso tallado en el que aparecen dos caras humanas. El fósil, que tiene unos 10.000 años de antigüedad, refleja el la evolución del arte figurativo y el cambio de mentalidad de las primeras comunidades de agricultores y ganaderos respecto a los últimos grupos de cazadores recolectores. Los resultados del estudio han sido publicados en la revista Antiquity.

 “La iconografía de los cazadores-recolectores en el Paleolítico consiste principalmente en representaciones naturalistas de animales, mientras que la figura humana, salvo escasas excepciones, es mucho más esquemática. A medida que comienzan las transformaciones económicas y sociales que llevan al Neolítico, las representaciones simbólicas comienzan a centrarse en la imagen humana y aparecen las primeras representaciones naturalistas de rostros humanos, como los que hemos encontrado en Tell Qarassa”, explica el investigador del CSIC Juan José Ibañez, de la Institución Milà y Fontanals.

La talla encontrada en Siria mide 51 milímetros de largo, 17 de ancho y 7 de grosor. Está fabricada a partir de una costilla de gran bóvido, probablemente un uro euroasiático, y fechada alrededor del año 8200 antes de nuestra era. Las dos caras representadas, una sobre la otra en sentido vertical, muestran las mismas características: frente alta y despejada, arcos superciliares bien definidos, ojos cerrados, nariz larga y recta conectada con la frente, boca pequeña hecha con una incisión corta y recta y barbilla curva. Ambos rostros carecen de pelo y de orejas.

En la transición del Paleolítico al Neolítico este tipo de representaciones faciales aparecen tanto en esculturas monumentales, como en los denominados cráneos modelados (cráneos de antepasados sobre los que se reproducen por modelado los rasgos anatómicos). En ambos casos, apunta el investigador del CSIC, “la representación de la cara sirve para potenciar el vínculo de los vivos con seres sobrenaturales. Se trata de un tipo de relación simbólica que supone una de las innovaciones clave asociadas al origen del Neolítico”.

En la investigación también han participado investigadores de la Universidad de Cantabria y del Centre National de la Recherche Scientifique de Francia.

Fuente: informaria.com

viernes, 14 de marzo de 2014

El Museo de Segovia incorpora a sus fondos un bifaz del Paleolítico hallado por agricultores en Chañe


El Museo de Segovia ha incorporado a su colección un bifaz tallado del Paleolítico que fue encontrado por dos agricultores en el término municipal de Chañe.

El útil hallado es de cuarcita marrón y mide de algo más de 14 centímetros de longitud. Se trata de una pieza excepcional por su antigüedad y su perfección técnica y formal, según se ha informado este lunes a la Comisión Territorial de Patrimonio. Tiene forma lanceolada, con talón parcialmente reservado —conserva parte de la superficie original de la piedra sin tallar— y con los filos rectilíneos.

Parece retocado con percutor blando por la buena ejecución de retoques y filos. Cronológica y culturalmente correspondería a las fases finales del Paleolítico Inferior o, incluso, inicios del Paleolítico Medio, según han informado fuentes de la Delegación Territorial de la Junta. Las personas que la encontraron comunicaron el descubrimiento inmediatamente al Servicio Territorial de Cultura para su depósito en el Museo, cumpliendo de este modo con lo que establece la Ley 12/2002, de Patrimonio Cultural de Castilla y León.

El hallazgo se produjo en el curso de trabajos agrícolas y la entrega a la Administración se realizó el pasado 18 de febrero. El estudio arqueológico ya se ha iniciado. Las referencias del lugar donde se localizó se han incorporado además a la base de datos del Inventario Arqueológico de Castilla y León.

Fuente: 20minutos.es

martes, 18 de febrero de 2014

Los nómadas paleolíticos abandonaron las cuevas para mudarse a lugares más llanos

 Vista del Monte Castillo, donde se encuentra la Cueva de El Castillo.Baena, J. et al.

Los nómadas que habitaron Cantabria durante el Paleolítico abandonaron progresivamente las cuevas y abrigos rocosos altos para vivir en lugares más llanos. Así se desprende de un estudio con programas informáticos de análisis geográfico de los científicos del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria.

El estudio, que publica el último número del Journal of Anthropological Archaeology, analiza la visibilidad de los yacimientos paleolíticos de la mitad oriental de Cantabria y las provincias de Vizcaya y Guipúzcoa, según informa SINC.

“Hemos comprobado que los cazadores y recolectores nómadas que habitaban estas tierras, hace entre 17.000 y 10.700 años, cambiaron cuevas y refugios situados a media ladera o en altitud por otros en los fondos de los valles y pies de ladera”, ha apuntado Alejandro García Moreno, de la Universidad de Cantabria y autor principal del estudio.


Yacimientos muy visibles

Los yacimientos más antiguos suelen situarse en montes de forma cónica, como las cuevas de El Castillo en Cantabria y Santimamiñe en Vizcaya. Destacan en el paisaje, es decir, no solo puede verse muy bien desde ellos, sino que también resultan muy visibles.

A lo largo del Paleolítico aparecen yacimientos nuevos, muchos de ellos en cuevas que no estaban habitadas hasta entonces y en lugares de menor altitud. “Desde estas cuevas podían ver a mucha menos distancia, pero abarcan un horizonte mayor”, expone el científico.

En total, los investigadores estudiaron 25 yacimientos arqueológicos del final del Paleolítico Superior -los periodos denominados Magdaleniense y Aziliense- y emplearon un sistema de información geográfica (GIS, por sus siglas en inglés) que combina datos espaciales, como mapas y modelos digitales del terreno con información alfanumérica.

Cambios culturales, sociales e ideológicos

En aquella época histórica se produjeron cambios climáticos y transformaciones sociales importantes. Fue el final de la última glaciación, aparecieron nuevos instrumentos, como los arpones, y hubo cambios sociales, culturales e ideológicos, como la desaparición del arte rupestre.

Los autores del nuevo artículo interpretan que el cambio en las preferencias a la hora de elegir un hábitat podría responder a dos razones paralelas y no excluyentes entre sí.

Por un lado, la caza de grandes manadas, principalmente de ciervas, se hizo menos masiva. “Los humanos fueron adoptando una dieta más diversificada; por eso ya no era tan importante vigilar el territorio y las manadas de animales, sino tener un acceso más directo a una variedad de recursos cercanos”, ha subrayado García-Moreno.

Por otra parte, hay una explicación social: parece que al final del Paleolítico las comunidades humanas se disgregaron, cada vez se desplazaban menos en sus movimientos nómadas y los antiguos contactos a grandes distancias se debilitaron.

“Estas cuestiones de organización social son difíciles de abordar, puesto que no suelen dejar registro material evidente. Es posible que los grandes yacimientos muy visibles en zonas destacadas del paisaje fuesen perdiendo su función como lugares simbólicos donde se reunían diferentes grupos, y por eso se elegían otros yacimientos más pequeños, de los que llamamos de tipo logístico, más prácticos”, ha concluido el científico.

Fuente: rtve.es