viernes, 26 de marzo de 2010

Las creencias religiosas están en la base del arte paleolítico, según un profesor de la UC

El retraso en la aceptación de las cuevas de Altamira como arte paleolítico impidió aceptar esta teoría

Las creencias religiosas se encuentran en la base de los orígenes del arte paleolítico, según explica el profesor e investigador de la Universidad de Cantabria (UC) Eduardo Palacio-Péres en un artículo publicado en el último número del 'Oxford Journal of Archaeology'.

"Esta teoría no es original de los prehistoriadores, es decir, quienes empezaron a desarrollar la idea de que el arte de las poblaciones primitivas estaba ligado con creencias de corte simbólico-religioso fueron los antropólogos", según explicó al SINC (Servicio de Información y Noticias Científicas) el autor del estudio.

Esta teoría apareció a finales de los siglos XIX y principios del XX. Hasta la fecha, el arte paleolítico había sido interpretado como una simple expresión estética y decorativa.

"En un primer momento los científicos veían ese arte como la forma que tenían los individuos del paleolítico de pasar su tiempo libre, esculpiendo figurillas o decorando sus herramientas", señala Palacio.

Su investigación, publicada en el último número de Oxford Journal of Archaeology, revela las razones por las cuales se pasa de esta interpretación lúdico-decorativa del arte paleolítico a otra de carácter religioso y simbólico.

El arte paleolítico se compone del llamado arte mobiliar -piezas de piedra, asta y hueso esculpidas o grabadas- que se incluyen dentro de los depósitos arqueológicos. Estos hallazgos, que se difundieron en la comunidad científica a partir de 1864, se datan igual que el resto del material arqueológico y "prácticamente no se dudó de su origen paleolítico".

"El problema vino años después con el descubrimiento de las pinturas en la cueva de Altamira (en 1879), publicadas por Marcelino Sanz de Sautuola y difundidas por el geólogo español Vilanova y Piera en un congreso científico celebrado en Lisboa en 1880.

Ese arte compuesto por pinturas y grabados en las paredes y los techos de las cuevas, no está incluido dentro de los depósitos arqueológicos y no se sabía si era tan antiguo. De hecho, la comunidad científica internacional "ignoró durante 20 años su origen paleolítico", afirma el investigador.

Palacio explica cómo estos estudios pasaron desapercibidos. "Se les escuchó, pero no se les hizo demasiado caso porque el formato de las pinturas era demasiado espectacular y demasiado "perfecto" por lo naturalista.

"Se entendía que un arte tan complejo no podía haberlo realizado el hombre primitivo; algo que no sucedía con el arte mobiliar", añadió. Pero entre 1880 y 1900 cambia la concepción del arte en la sociedad occidental.

Por esa época, antropólogos, arqueólogos e historiadores del Arte empiezan a considerar otras posibilidades. En ello influyeron los cambios en el panorama del arte con la aparición del postimpresionismo, el Art Nouveau, la generalización de la fotografía; así como, con la llegada masiva a los museos de las metrópolis de piezas artísticas de las culturas antiguas no grecolatinas y de las "artes primitivas" de las colonias.

A partir de ahí se reinterpretó el arte paleolítico en una clave simbólico-religiosa, al tiempo que se acepto la antigüedad del arte parietal", concluye el investigador.

Fuente: 20minutos.es

miércoles, 24 de marzo de 2010

La Mujer X, un nuevo linaje humano


Vista de la cueva Denisova en las montañas Altai de Siberia.- BENCE VIOLA


El dedo pequeño de una mano infantil, de un niño o niña que vivió hace 40.000 años en Siberia, ha revelado que los antepasados remotos de los humanos salieron de África al menos una vez más de lo que se creía y que en una pequeña zona convivieron neandertales, humanos modernos (de los que descendemos los actuales) y los nuevos homínidos ahora descubiertos, cuyo aspecto y otras características todavía no se conocen. El análisis genético del dedo es la herramienta que ha permitido hacer este sorprendente descubrimiento, que sitúa definitivamente a la genética como auxiliar imprescindible de la paleontología, al menos para la época más reciente.

"Una criatura que no conocemos llevó este linaje desde África y lo hizo hace menos de un millón de años", explica Svante Pääbo , el más prestigioso especialista en ADN antiguo y director del trabajo, que publica la revista Nature. Sin embargo, reconoce Pääbo: "No podemos decir realmente cómo era esta criatura, ni si se conoce ya por fósiles hallados en otros sitios, pero nos da una nueva imagen, mucho más compleja, de nuestro pasado". Prudente, Pääbo se niega a hablar de "nueva especie" y dice que en el laboratorio llaman al fósil Mujer X, simplemente, por la transmisión materna del ADN mitocondrial, que es lo que se ha estudiado, aunque no conocen su sexo.

"Hemos analizado el ADN mitocondrial del fragmento de dedo con las técnicas que desarrollamos para el ADN de neandertal", explica Johannes Krause, del laboratorio de Pääbo. La sorpresa fue que el análisis de esta máquina celular reveló grandes diferencias (hasta 400) con el ADN mitocondrial del hombre moderno y del neandertal. La conclusión es que pertenece a otro linaje, hasta ahora no identificado, posterior a la primera salida del África de un homínido. "Los neandertales y los hombres modernos divergieron evolutivamente hace medio millón de años aproximadamente, y el ancestro común de los tres linajes, incluido el nuevo, data de un millón de años, así que estas criaturas están dos veces más distantes de nosotros que los neandertales", dice Pääbo.

El primer grupo de homínidos que salió de África fue Homo erectus y después hubo al menos otras dos oleadas, la de los ancestros del neandertal, entre los que está en Homo antecessor de Atapuerca, hace entre 500.000 y 300.000 años, y el Homo sapiens, la especie actual, hace sólo 50.000 años. El problema es que únicamente se ha realizado análisis genético del neandertal, por lo que resulta imposible la comparación del nuevo homínido (si resulta serlo y no uno ya identificado por los fósiles) con los anteriores. Pääbo confía en que el ADN del núcleo del mismo fósil, que ya están estudiando, de muchos más datos

El yacimiento en el que se ha encontrado el hueso analizado es un abrigo -la cueva Denisova, en las montañas Altai del sur de Siberia- que ha estado habitado desde hace 100.000 años. El estudio de los estratos de la cueva y de otros yacimientos cercanos indica que el homínido de Denisova vivió cerca, en el espacio y en el tiempo, de los neandertales y los humanos modernos.

Fuente: elpais.com

martes, 23 de marzo de 2010

Hallados 12 útiles del Paleolítico en una terraza fluvial de Río Cobo

Patrimonio estudiará las piezas, de 300.000 años de antigüedad, y las depositará en el Museo de Vilalba



Una vecina de Cervo avisó del hallazgo de una piedra, de similares características a otra encontrada hace un año en Pedrosa, en San Cibrao. Cuando responsables de MariñaPatrimonio se acercaron a la zona, una terraza fluvial de Río Cobo, localizaron siete piezas más. Y ayer descubrieron otras cuatro, con la presencia de un arqueólogo de la Dirección Xeral de Patrimonio de la Xunta.

En total son 12 los útiles de piedra encontrados en este lugar, cuya antigüedad podría rondar los 300.000 años, de acuerdo con las primeras averiguaciones. Se trataría, por tanto, de vestigios del Paleolítico, «a testemuña máis antiga da presenza humana na Mariña», subraya Manuel Miranda, presidente de MariñaPatrimonio. «Co achado deste novo xacemento confírmase unha vez máis a enorme riqueza arqueolóxica e patrimonial do concello de Cervo», abundó Miranda.

Entre los útiles, que serán analizados y depositados en el Museo Arqueolóxico de Vilalba, especializado en la era paleolítica, figuran «raedeiras, fendedores e bifaces». Desde MariñaPatrimonio insisten en la importancia de este descubrimiento, sobre todo por el número de piezas halladas, algunas de las cuales se pueden ver en las fotos anexas.


El arqueólogo de la Xunta (izquierda), junto al presidente de MariñaPatrimonio, ayer en Río Cobo



Aspecto de algunos de los últimos vestigios del Paleolítico hallados en la terraza fluvial del río Cobo


Aspecto de algunos de los últimos vestigios del Paleolítico hallados en la terraza fluvial del río Cobo

Fuente: lavozdegalicia.es

miércoles, 17 de marzo de 2010

Los humanos pasaron por la actual Terrassa hace un millón de años

Trabajos de excavación en una reciente campaña en el yacimiento del parque de Vallparadís, en Terrassa. Foto: JOSEP GARCIA

Hace un millón de años, unos humanos nómadas se abalanzaron sobre un caballo, lo despellejaron, lo descuartizaron y se dieron un festín. Luego siguieron la marcha, pero dejaron para la posteridad unas piedras afiladas y unos huesos que han acabado siendo de gran valor: se trata de uno de los restos de actividad humana más antiguos de Europa occidental, comparables incluso a los de Orce (Granada) y la Gran Dolina de Atapuerca (Burgos). El paraje en el que se desarrolló la escena está hoy en pleno centro de Terrassa, en el parque urbano de Vallaparadís.

Unos investigadores del Institut Català de Paleoecologia Humana (IPHES), dirigido por Eudald Carbonell, localizaron los primeros restos en el año 2005 a raíz de las obras de construcción de una estación de tren. Debido a su particular morfología, ya entonces se les atribuyó una gran antigüedad, pero ahora han sido catalogados y datados con precisión por paleomagnetismo y resonancia ESR. Los detalles de la investigación se publican esta semana en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).


Las excavaciones de Vallparadís, que prosiguieron hasta el 2008, permitieron localizar numerosas herramientas líticas atribuidas a la cultura olduvayense, es decir, sencillas piedras de sílex golpeadas con cantos hasta formar aristas. Además de caballos, que son abundantes, entre la fauna destacan restos de cérvidos, bóvidos, hienas, rinocerontes, elefantes e incontables micromamíferos. «Hay también hipopótamos, lo que confirma que la zona era fluvial y cálida hace un millón de años», dice Joan García, coordinador del trabajo junto a Kenneth Martínez. «Los estudios refuerzan la propuesta de que los homínidos habitaron de forma continuada nuestro continente en aquella época», insisten ambos.

EN GRUPOS / Una de las hipótesis más atractivas del trabajo es que los hombres de Vallparadís no eran unos individuos temerosos, presa fácil de las hienas y los jaguares con que convivían, sino auténticos predadores que vivían y actuaban en grupos de 10-12 individuos. «No podemos determinar si cazaban a sus presas, pero sí parece claro que eran los primeros en dar cuenta de ellas», explica García. No eran carroñeros que se quedaban con las sobras, que es lo que se creía hasta ahora. Así lo atestiguan los característicos cortes y las fracturas detectados en los huesos. «Su dieta variada y su capacidad de adaptación les permitían sobrevivir», prosigue el investigador.

Si no han aparecido restos humanos es debido a varios factores, concluye García. Por una parte, en aquella época podía haber dos o tres humanos por cada 10.000 caballos, «por lo que la posibilidad estadística de encontrar uno es escasa»; por otra, Vallparadís no era un terreno con cuevas apto para pasar largas temporadas, sino un lugar de paso al que solo se acercaban en busca de comida. En zonas al aire libre, además, la fosilización es más difícil.

Fuente: elperiodico.com

viernes, 5 de marzo de 2010

En busca del arte paleolítico

Una cata arqueológica en la cueva de Valdavara

Mientras se preparan las nuevas actuaciones del plan de investigación de los yacimientos paleolíticos del sur lucense que coordina la Universidad de Santiago -que se reanudarán en abril en Monforte-, los responsables del proyecto diseñan una importante reconfiguración para darle continuidad en los próximos años y para ampliar sus objetivos científicos.

Por un lado, los investigadores pretenden que la siguiente etapa del proyecto preste especial atención a la búsqueda de arte paleolítico parietal -grabados y pinturas rupestres-, del que hasta ahora no se conoce ninguna muestra en Galicia. Las únicas piezas artísticas de la prehistoria remota localizadas en territorio gallego son unos pocos objetos de adorno, entre los que están los colgantes de conchas marinas y de hueso hallados dentro de este mismo proyecto en los yacimientos de Cova Eirós (Triacastela) y Valdavara (Becerreá). A esto se añade tan solo otro colgante de cuentas de piedra encontrado ya hace bastantes años por el arqueólogo José Ramil Soneira en el yacimiento de Férvedes, en el municipio de Vilalba.

Por otro lado, los responsables del proyecto quieren ampliar considerablemente el marco cronológico de las investigaciones. Hasta ahora, el objetivo básico de este plan era localizar y estudiar yacimientos del Paleolítico, es decir, de épocas anteriores al final de la última glaciación, encuadradas en el período geológico conocido como Pleistoceno, que terminó hace unos 12.000 años. Desde este año en adelante, los arqueólogos buscarán también yacimientos del Holoceno, la era geológica actual, que comenzó al acabar la glaciación de Würm. En este período se desarrollaron las culturas de la llamada prehistoria reciente, que comprende períodos como el Neolítico, el Calcolítico o Edad del Cobre y la Edad del Bronce.

Este replanteamiento, según explica el arqueólogo Arturo de Lombera, uno de los coordinadores de proyecto, se debe en buena parte al hecho de que en las investigaciones realizadas hasta ahora -aunque estaba centradas sobre todo en el Paleolítico-, se han efectuado importantes hallazgos relacionados con otras épocas más recientes de la prehistoria. «En la cueva de Valdavara, por ejemplo, apareció un enterramiento infantil de la Edad del Bronce que por ahora es algo único en Galicia», comenta a este respecto. «Creemos que en los próximos años deberemos prestar más atención a estas épocas posteriores al Paleolítico para tener un panorama más completo de la prehistoria en este territorio», añade.

Fuente: lavozdegalicia.es

martes, 2 de marzo de 2010

Hallados 270 'códigos de barras' del Paleolítico

Nueve de los casi 300 fragmentos de huevo de avestruz encontrados en Diepkloof (Suráfrica). PIERRE-JEAN TEXIER

Hace 60.000 años, los hombres del refugio rocoso de Diepkloof, un complejo kárstico similar a la Ciudad Encantada de Cuenca ubicado en la costa occidental de la actual Suráfrica, partían en grupo para cazar durante días. En su travesía por las áridas tierras del sur de África, enterraban huevos de avestruz llenos de agua para disponer de una reserva de líquido en su camino de regreso. Y, cuando por fin volvían a su guarida, recuperaban las cantimploras escondidas bajo tierra. Cada uno recogía la suya, sin error, gracias a unas sencillas líneas grabadas en su cáscara. Como si fueran códigos de barras del Paleolítico. Los hombres de Diepkloof, sin saberlo, estaban creando una de las primeras tradiciones gráficas de la historia.

Para el arqueólogo Pierre-Jean Texier, que hoy publica en la revista PNAS el hallazgo de 270 cáscaras de huevo de avestruz con estos grabados, se trata sin duda de "la evidencia más antigua de un sistema de representación simbólica en los humanos modernos".

Como los bosquimanos

A su juicio, 56.000 años antes de que la escritura apareciera en Egipto y Oriente Medio, los cazadores de Diepkloof ya empleaban las incisiones en los huevos para transmitir información, "como la identificación de un grupo o de un individuo". "No tenemos una prueba irrefutable, pero nuestra hipótesis concuerda con el comportamiento actual de los bosquimanos de Suráfrica, que siguen haciendo exactamente lo mismo", explica Texier, del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia.

El catedrático de Prehistoria Javier Baena, de la Universidad Autónoma de Madrid, considera "fantástico" el hallazgo en el refugio de Diepkloof, pero es más escéptico sobre sus repercusiones. Para Baena, que no ha participado en el estudio, "la novedad de estos grabados no es tan alta como la que en su momento representaron los de la cueva de Blombos". En este yacimiento, cercano al de Diepkloof, se han encontrado en los últimos años unos pocos pedazos de mineral ocre con inscripciones geométricas muy similares a los ahora descritos. Pero con una antigüedad de hasta 100.000 años. Y Baena recuerda también el hallazgo de una tibia de elefante en el yacimiento alemán de Bilzingsleben, en cuya superficie alguien realizó más de dos decenas de incisiones paralelas hace unos 350.000 años.

Para Baena, la importancia de los huevos de avestruz de Diepkloof es que demuestran, junto a otros descubrimientos, que los primeros Homo sapiens de África ya tenían "un sentido muy desarrollado de la iconografía, y seguramente de los aspectos simbólicos, que se anticipa unos 30.000 años a lo que encontramos en Europa".

Fuente: publico.es