jueves, 1 de enero de 2015

Dientes hallados en China desvelan un "Homo erectus" más diverso

  Foto: Tercer premolar superior derecho (PA832) (o: oclusal, b: bucal, m: mesial, l: lingual, d: distal). Y reconstrucciones en 3D de la superficie de la dentina (I-III) y la cavidad de la pulpa (IV) obtenido del análisis micro-CT.

El análisis de diez dientes de adulto hallados en el yacimiento de Hexian, en China, y datados hace 410.000 años, ha arrojado nuevos detalles sobre el "Homo erectus", una especie con una variabilidad mayor de lo pensado inicialmente y que, aunque manida, sigue siendo en realidad una gran desconocida.

Investigadores chinos y españoles han publicado en la revista científica PLOS One un artículo que supone una pieza más del puzzle de la evolución humana, en el que, además de neandertales y "Homo sapiens", existió un "tercer jugador".

Este tercer jugador es el "Homo erectus", una especie que vivió en Asia y que hasta ahora ha sido como "un cajón de sastre" en el que se ha ido incluyendo cualquier fósil humano de los últimos dos millones de años encontrados en este continente, ha relatado a Efe María Martinón-Torres, una de las firmantes de este artículo.

"Empezamos a arrojar detalles sobre cómo fue esta especie y su aspecto y hemos constatado que el 'Homo erectus' fue muy diverso".

Los dientes examinados desvelan características más primitivas que las encontradas en otros restos fósiles de la misma especie o período como los de los yacimientos de Zhoukoudian o Panxian Dadong.

Esto pone de manifiesto, según Martinón-Torres, que pudo haber más de un linaje dentro de lo que se ha clasificado como "Homo erectus", un árbol con varios grupos que evolucionaron al tiempo, en paralelo o, incluso, de manera aislada.

"Creemos que un continente tan grande como Asia tuvo probablemente una gran variedad de grupos humanos, bien dentro del taxón 'Homo erectus', o incluso fuera de este".

El estudio de dientes fósiles encontrados en Hexian comenzó hace dos años y es ahora cuando se publican los resultados de su análisis con diferentes técnicas.

                         Foto: Segundo y tercer molar inferior izquierdo (PA834-1 y PA834-2) (o: oclusal, b: bucal, m: mesial, l: lingual, d: distal).

Los dientes tienen características particulares, propias del Pleistoceno asiático, según Martinón-Torres, investigadora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (en Burgos): poseen una gran robustez morfológica, con raíces robustas y coronas complejas.

María Martinón-Torres (izquierda)

"Son dientes exuberantes que llaman la atención". Estos dientes son una "forma muy marcada de enseñar la firma erectus", ha recalcado Martinón-Torres.

Para esta investigadora, los dientes reflejan la robustez generalizada de esta especie. De ella se sabe que conocía muy bien su entorno y que sabía explotar los recursos, entre ellos los marinos (marisco).

También, según publicó recientemente Nature, que fueron capaces de dejar dibujos abstractos (al menos uno, el que se encontró en una concha de un molusco y que se cree es el más antiguo de la humanidad).

Estos grabados -sencillos trazos- suponen para algunos expertos una muestra de un pensamiento complejo (hasta ahora solo adjudicado a los "Homo sapiens" y más recientemente también a los neandertales).

"Se trata de una especie avanzada y bien adaptada al medio", ha subrayado la investigadora española.
"La historia evolutiva en Asia se ha quedado un poco descolgada de la historia de la evolución que se está contando en el planeta", pero "está demostrado que hay un tercer jugador -"Homo erectus" (que camina erguido)-, del que tampoco sabemos lo suficiente y que también tiene muchas cosas que contar hasta el final", ha remachado.

Martinón-Torres, quien firma este artículo junto a José María Bermúdez de Castro, por parte española, ha apuntado además que no todo lo que hay en Asia quizá pueda encajarse en "Homo erectus".

Fuente: http://terraeantiqvae.com

miércoles, 31 de diciembre de 2014

Sima de los Huesos Atapuerca



 El origen de la acumulación de fósiles de homínidos en la Sima de los Huesos (Atapuerca, Burgos) ha sido objeto de todo tipo de hipótesis que se han ido contrastando a lo largo de su excavación y estudio llegando a la conclusión de que es producto de la acción humana directa. Allí se hallan acumulados los restos de 28 individuos preneanderthales, que están representados por todos los restos anatómicos del esqueleto. Esto quiere decir que llegaron a allí cuando aún eran cadáveres.

Actualmente, para llegar a la Sima de los Huesos debe hacerse a través del sistema cárstico denominado cueva Mayor-Cueva del Silo. Por cualquiera de las dos entradas de que consta se puede acceder al yacimiento. En el caso de hacerlo por el Portalón de Cueva Mayor, tal y como se practica ahora, se llega a la Sima después de recorrer unos quinientos metros de galerías.

Cuando aquellos homínidos alcanzaron el fondo de la Sima de los Huesos, en el Pleistoceno medio, con toda seguridad existía un acceso directo desde el exterior. Es por eso que debemos de pensar que la configuración actual de la cueva y la forma de llegar al registro de homínidos a día de hoy no tienen nada que ver con la forma y lugar que estos homínidos llegaron al fondo de la Sima. Además, no fue en la oscuridad, sino probablemente, con luz natural.

El descubrimiento del yacimiento con carácter antropogénico se realizó, como ya comentamos en el post sobre la historia de Atapuerca, en el año 1976, de la mano de Trinidad Torres y el grupo espeleológico Edelweis de Burgos. Su primer estudio tuvo lugar aquel mismo año y fue a cargo del profesor Emiliano Aguirre y la profesora Marie Antoniette de Lumley. 40 años después se han podido establecer una serie de conclusiones que permiten su interpretación como tafosistema.

Hipótesis

El descubrimiento de los 28 individuos asociados a restos de úrsidos, la especie más abundante en la Sima (seguida por los homínidos), así como la ausencia de herbívoros en el registro (solamente hay omnívoros y carnívoros), permite establecer una serie de hipótesis interesantes.

En los yacimientos del Pleistoceno de la Trinchera del Ferrocarril de Atapuerca, pertenecientes al Pleistoceno medio, como el caso de Galería o los niveles superiores de la Gran Dolina o la Sima del Elefante, precisamente lo que suelen ser más abundante son los restos de herbívoros. Muchos de estos han sido acumulados por la actividad antrópica, como lo demuestra las marcas de corte en los restos esqueléticos, prueba que estos animales fueron intervenidos una vez cazados para alimentar las poblaciones de homínidos. Además, las herramientas líticas asociadas a estos restos, así lo confirman.

                                   Bifaz hallado junto a los restos de homínidos depositados en la Sima de los Huesos - Javier Trueba/Madrid Scientific Films
 
Algunos de los restos esqueléticos de homínidos descubiertos en la Sima de los Huesos (Atapuerca) presentan marcas que nos son de origen antrópico y pudieron ser producidas por los propios osos que al caer permanecieron vivos y hurgaron y removieron los restos esqueléticos de aquéllos seres y de sus congéneres dejando huellas en ellos.

También se ha encontrado asociado a estos homínidos un bifaz tallado en cuarcita marrón roja y que no está asociado a ninguna otra pieza lítica más, al menos por ahora, y después de treinta años de excavación. La no presencia de herbívoros y la singularidad de esta herramienta, tanto como por la morfología característica del Achelense, así como por la materia escogida para manufacturarlo, hacen de este registro un descubrimiento muy singular.

Es altamente probable que el hacha de mano llegara al fondo de la Sima de los Huesos junto con los homínidos y altamente improbable que sucediera en otro momento y, por lo tanto, desconectado de la acumulación de cadáveres. Este dato es muy importante para interpretar qué tipo de acumulación representa la Sima de los Huesos y poder inferir de esta manera, como llegaron los cadáveres al fondo de este pozo y si esto fue un proceso natural o hubo intervención antrópica.

La Sima de los Huesos, a nivel estructural, consta de tres partes morfológicas bien establecidas: el pozo de entrada de unos 13 metros de profundidad, la rampa de unos siete metros y un cubículo final. Es por eso que durante mucho tiempo se ha establecido una analogía con un calcetín. Los restos de homínidos se reparten de manera irregular desde el inicio de la rampa hasta el cubículo final o cul de sac de la estructura.

Los restos esqueléticos de los homínidos se hallan en los niveles de arcilla roja marrón y se corresponden a un momento más o menos corto de acumulación en el lugar, a diferencia de los úrsidos que se registran a lo largo de una secuencia temporal más larga. La llegada de los úrsidos al fondo de la Sima se pudo producir de manera accidental cuando estos merodeaban por el interior de las cavidades y caían al fondo del pozo.

Por lo que respecta a la antigüedad de los homínidos, es decir su atribución cronológica, ha existido una gran discusión, así como, una gran acumulación de datos. Sabíamos que Ursus deningeri, la especie de osos que se encuentra asociado a los homínidos de la Sima, se extingue hace unos 120.000 años y que, por lo tanto, estos homínidos no podían ser más antiguos de esta cronología. Este dato es muy interesante dado que se podían atribuir sin margen de error al Pleistoceno medio.

                                   Para llegar a la Sima de los Huesos es necesario descender a través de un pozo de 14 metros
 
La serie de dataciones radiométricas, así como el paleomagnetismo realizado en los sedimentos de la Sima de los Huesos (Atapuerca), nos confirman su pertenencia al Pleistoceno medio. Su cronología puede establecerse entorno a los 450.000 años, coincidiendo probablemente con los subniveles inferiores del nivel 10 de la cueva de la Gran Dolina y los de base de la  cueva de la Galería, también en Atapuerca, aunque dataciones actuales la hayan hecho rejuvenecer, a esta última, unos 100.000 años.

La cuestión, sin embargo, y como hemos planteado en un post anterior, era determinar como llegaron los restos de homínidos al fondo del pozo del complejo de Cueva Mayor-Cueva del Silo. En cualquier caso, antes podemos reflexionar sobre las edades de los restos esqueléticos, dado que no representan la edad de lo que sería un modelo en las poblaciones humanas.

Llama la atención la poca presencia de esqueletos infantiles y de adultos mayores. En cambio, el tramo de juveniles y adultos inmaduros está sobrerepresentado. Si fuera la muerte esperada de una población de cazadores recolectores, deberíamos encontrar más restos de infantiles, dado que la selección natural es implacable después de la edad del destete y, sin embargo, en la Sima de los Huesos no es así.

Observamos que entre la población masculina existe una edad de muerte importante entre los 11 y 13 años, mientras que entre las féminas se sitúa entorno a los 15 años. Estos picos nos están indicando momentos de cambió, atribuibles a cuando los especímenes dejan el control familiar y los procesos ligados a la reproducción; ambos pueden causar la muerte prematura y traumática de los miembros de una comunidad. Solamente de esta manera puede entenderse esta concentración de picos.

La hipótesis más pausible

La hipótesis más plausible es la acumulación intencional de cadáveres. Esto quiere decir que los humanos que encontramos en el fondo fueron echados por sus congéneres, así como el bifaz de la misma cronología que ha aparecido junto a ellos.

Como ya hemos señalado en otras ocasiones, la Sima de los Huesos podría haber estado conectada con el exterior directamente y, por lo tano, debería de haber un acceso hacia la Sala de los Cíclopes que después el depósito de sedimentos colapsó y selló hasta el Holoceno.

Esta acumulación intencional de cadáveres puede entenderse en el marco de unos homínidos que tenían una capacidad craneal media de más de 1.300 centímetros cúbicos y que, además, estaban muy socializados, por lo que no es de extrañar que ya empezaran a desarrollar comportamientos complejos como éste, pudiéndose definir como lo que más tarde serán los rituales funerarios, que sus descendientes los neandertales ya realizan con profusión enterrando especímenes con ajuares relacionados con la vida del difunto.

Fuente:  atapuerca.org  /  elmundo.es

martes, 30 de diciembre de 2014

El esqueleto humano tiene un origen evolutivo reciente.


Comparado con el de otros homínidos, nuestro esqueleto es muy ligero. Ahora, un equipo de investigadores de distintas instituciones internacionales, coordinados por la antropóloga Habiba Chirchir, del Museo Nacional de Historia Natural, en el Instituto Smithsonian (EE. UU.), ha descubierto que este adoptó su actual configuración en una época relativamente reciente, hace apenas 12.000 años.

Para demostrarlo, estos científicosestudiaron mediante imágenes de alta resolución las articulaciones de chimpancés, Homo sapiens modernos y restos fósiles de otras especies extintas, como Australopithecus africanus, Paranthropus robustus y Homo neanderthalensis. En un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, los autores explican quenuestros ancestros y sus parientes mantuvieron durante millones de años una alta densidad ósea, hasta que esta experimentó un súbito y pronunciado declive hace unos pocos miles de años.

Este es más drástico en los miembros inferiores –en las rodillas, la cadera y los tobillos– que en los superiores –las manos, los codos y los hombros–, por lo que los expertos sospechan que podría estar relacionado con la aparición de la agricultura, el abandono de una forma de vida nómada y la adopción de otra mucho más sedentaria. 


“En nuestro ensayo mostramos que los humanos tenemos en la actualidad huesos menos densos que otras especies con las que estamos relacionados. Esto es así tanto en las sociedades agrícolas como en las industriales”, señala Chirchir. No obstante, los investigadores observaron que las diferencias con otros homínidos eran mínimas hace tan solo 20.000 años. A partir de este hallazgo, esperan proporcionar un contexto antropológico que ayude a explicar el desarrollo de algunas afecciones, como la osteoporosis.

Fuente: http://www.muyinteresante.es

lunes, 29 de diciembre de 2014

Atapuerca, la clave para saber de dónde venimos



Año a año, el yacimiento arqueológico de Atapuerca, en Burgos, arroja una nueva sorpresa, un nuevo fósil con el que recomponer la compleja enciclopedia de la evolución humana, el apasionante libro de lo que somos, escrito hace miles de años y que poco a poco los científicos reconstruyen desde este rincón.

No en vano, la sierra de Atapuerca es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde el 2000 y Príncipe de Asturias desde 1997.

Este lugar, del que sólo se ha excavado el 0,0001 %, esconde "la enciclopedia completa de la evolución humana, que aún tardaremos cien años en ordenar", explica a Efe el codirector del yacimiento, Eudald Carbonell.

Pero ¿en qué momento Atapuerca se hizo tan especial?. Hasta 1990, la mayor parte de los expertos sostenían que los primeros pobladores de Europa habían llegado desde África hace medio millón de años.

Apoyaban su teoría una mandíbula descubierta en Heidelberg (Alemania) en 1907 que durante más de 90 años fue considerada el fósil más antiguo de Europa. La especie, en honor al lugar del hallazgo, fue bautizada como Homo heidelbergensis.

Pero en los 80, muchos paleontólogos empezaron a pensar que los primeros hombres habían pisado Europa mucho antes: hace un millón de años, pero carecían de pruebas que confirmaran esta teoría.

El 8 de julio de 1994, Atapuerca ponía punto y final al debate.
Ese día, se recuperaron los restos casi intactos de -al menos- seis individuos (dos niños, dos adolescentes y dos adultos de unos 20 años) que vivieron en la zona hace 800.000 años.

Análisis posteriores lo confirmaron: los primeros homínidos llegaron a Europa hace casi un millón de años y eran además una especie nueva, con características morfológicas diferentes, y bautizados como Homo antecessor, la especie más antigua de Europa y el ancestro común del Homo sapiens (nosotros) y del Neanderthal (la otra especie humana inteligente que habitó Europa hasta su misteriosa extinción hace unos 40.000 años).

Atapuerca subía así al podio de los yacimientos internacionales -junto a los de China y África- aunque sus excepcionales cualidades de conservación y sus dimensiones (casi 6 kilómetros de yacimiento), hacían prever que este rincón castellanoleonés oculta más sorpresas.

En 2007, da un nuevo golpe de autoridad; La Sima del Elefante, una de las cuevas del yacimiento, contiene restos de hace 1,3 millones de años, "posiblemente de Homo antecessor, aunque los últimos estudios apuntan a que podría tratarse de un homínido distinto", puntualiza Carbonell.

Mientras se confirma esta posibilidad, Atapuerca sigue dando alegrías: en junio, la revista Science informaba del hallazgo, en la Sima de los Huesos, de 17 cráneos de 430.000 años de antigüedad, de la especie Homo heidelbergensis pero con rasgos neandertales, es decir, "pueden ser neandertales tan primitivos" que "probablemente sean una nueva especie", detalla el paleontólogo catalán.

Para constatarlo, junto al Max Plank de Alemania, "estamos haciendo los análisis de ADN nuclear, y confiamos que en los próximos meses confirmarán el hallazgo".

El tiempo dirá, pero hasta entonces, parece que Atapuerca ha puesto sobre la mesa otra pieza más del inmenso puzzle que es la evolución humana, que lejos de ser un árbol genealógico lineal, se parece más a un escenario de "Juego de Tronos", con poblaciones muy dinámicas compartiendo o rivalizando por un mismo territorio.

La genética, según Carbonell, "nos está ayudando mucho. Está cambiando la interpretación de muchas cosas. Nos explica los movimientos de las especies y las diferencias genéticas en un mismo género".

Atapuerca es una red de cuevas de piedra caliza horadadas por el agua hace 1,5 millones de años, que fueron visitadas por todas las poblaciones que han pasado por Europa y que permanecieron ocultas hasta finales del XIX: las obras de construcción de un ferrocarril descubrieron este filón arqueológico.

Las excavaciones comenzaron en los 60, y en 1974 el profesor Emiliano Aguirre, paleontólogo de la Complutense de Madrid, puso en marcha un proyecto científico que después pasó a sus tres mejores discípulos: Juan Luis Arsuaga, Eudald Carbonell y José María Bermúdez de Castro, los tres codirectores del yacimiento.

Cada verano, los tres científicos dirigen una campaña de excavaciones en las que durante cerca de un mes y medio, un equipo de paleontólogos, arqueólogos, geólogos e incluso médicos trabajan a destajo para extraer un material que estudian el resto del año y con el que van reconstruyendo la historia de nuestros ancestros.

(Recursos de archivo eb www.lafototeca.com.  y otros)

Fuentes: EFE.

El origen de las borracheras





Los ancestros del ser humano ya celebraban con alcohol. Charles Darwin pensaba que el ser humano es el único animal que, a diferencia de otros monos, después de beber brandy y agarrarse una borrachera lo haría de nuevo. Aquí se equivocó, porque compartimos esa afición por la intoxicación con otros primates y varios animales más.


La primera vez que los humanos consumieron alcohol, probablemente fue como lo hacen los animales, a través de frutas que caen al suelo y fermentan por sí solas, produciendo un alcohol de baja graduación. Puedes ver este tipo de "botellones" accidentales en la sabana africana, donde varios animales se reúnen para consumir los frutos del árbol de la marula a la vez. Las consecuencias del alcohol en su organismo son muy parecidas a las que nosotros sufrimos: fallos en la locomoción, caídas y finalmente somnolencia. Al día siguiente también tienen resaca. 

Pero hay otra manera de viajar aún más hacia el pasado y descubrir las raíces de esta tendencia. Se trata de comparar genes y comprobar cuándo se adaptaron nuestros cuerpos para producir enzimas que metabolizan el etanol. Comparando a varios mamíferos, la enzima en cuestión llamada ADH4, aparece con una mutación genética hace 10 millones de años aproximadamente. El cambio sugiere que "en la dieta de los primeros homínidos, se fue incrementando el consumo de alcohol poco a poco", afirma el autor del estudio Matthew Carrigan. Esto significa que fue justo en las primeras etapas de nuestra adaptación a la vida en el suelo de la selva cuando se produce la transformación.

Pero para los Homo Sapiens nunca es suficiente y "una vez que se familiarizaron con el efecto buscaron la intoxicación frecuente", cree el arqueólogo Patrick McGovern, considerado el Indiana Jones de las bebidas alcohólicas. Otros autores apuestan por los usos medicinales del alcohol, como antibiótico o como alimento para enriquecer sus dietas. 

Aunque de manera probable grupos reducidos de cazadores-recolectores lo habrían hecho a pequeña escala previamente, McGovern cree que la innovación de beber bajo demanda ocurrió hace 10.000-9.000 años a.C. en China, extendiéndose rápidamente hacia otros lugares de Asia y Europa. Los restos más antiguos de bebida han sido encontrados en el fondo de recipientes de barro y contenían en su composición un 10% de alcohol. Se trata de una especie de hidromiel. 

La manera en que se "destilaba" es muy interesante porque se practica aún hoy en día en algunas zonas del planeta. Se trata de masticar los frutos o granos de una planta para romper los almidones y así convertirlos en azúcar. Luego los escupen a un recipiente y vuelta a empezar. Tras un periodo de reposo para que se produzca la fermentación, tienes la bebida lista. 

Pero después de ese descubrimiento perdemos el rastro y las siguientes evidencias nos llevan hasta el actual país de Irán hace 4.000 años aproximadamente, en las montañas de Zagros, donde ya se consumía cerveza. Por la misma época surgen también pruebas de producción de vinos en cuevas de Armenia. 

Más recientes, hace poco menos de 2.000 años, en Mesopotamia, elaboraron grabados sobre piedras que hacen referencia a jarras de cerveza y la existencia de una aparente asociación del alcohol con comportamientos inmorales. En los jeroglíficos y papiros egipcios también se representa la bebida y algunas recomendaciones sobre uso. Por ejemplo, el uso de pajitas hechas de barro para evitar que se colaran insectos en la boca. 

En conclusión, a veces tengo la misma impresión que tuvo Pablo Picasso al ver los bisontes sobre los techos de la cueva de Altamira: "Todo está inventado y lo de ahora parece decadente".

Fuente:  elmundo.es

viernes, 26 de diciembre de 2014

La agricultura hizo más frágiles los huesos humanos.





Los esqueletos humanos se hicieron “mucho más ligeros y frágiles” con la aparición de la agricultura, que trajo asociada un estilo de vida más sedentario, según un estudio publicado hoy por la revista estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

La reducción de la actividad física es la base de la degradación de la fuerza de los huesos humanos durante milenios y es una tendencia que alcanza hoy “niveles peligrosos”, ya que la gente usa su cuerpo “mucho menos que en cualquier otro momento de la historia”, asegura la publicación.

Un estudio señala que mientras los humanos cazadores y recolectores de hace unos 7.000 años tenían huesos comparables en fuerza a los de los orangutanes actuales, los granjeros que vivieron en las mismas zonas 6.000 años después tenían huesos “significativamente más ligeros y frágiles”.

La masa ósea de los humanos recolectores era un 20 % más alta, lo que equivale a la cantidad que puede perder una persona que pase tres meses de ingravidez en el espacio.

Los investigadores consideran así fundamentada la idea de que el ejercicio, más que la dieta, es la clave para prevenir un mayor riesgo de fractura ósea o problemas como la osteoporosis durante la vejez.

Hacer más ejercicio durante la juventud “conlleva una mayor fortaleza ósea hacia los 30 años, lo que se traduce en que el debilitamiento de los huesos asociado a la edad sea menos perjudicial”, indica PNAS.

Durante siete millones de años la evolución de los homínidos estuvo dirigida hacia la acción y la actividad física para la supervivencia, “pero solo en los últimos cincuenta o cien años hemos sido tan sedentarios, incluso de manera peligrosa”, según uno de los autores del estudio, el doctor Colin Shaw de la Universidad de Cambridge (Reino Unido).

Un estudio paralelo del Museo Americano de Historia Natural, publicado por Proceedings of the National Academy of Science, indica que el esqueleto del ser humano actual, más ligero que el de sus antecesores, tiene un origen más reciente de lo que se estimaba, en concreto unos 12.000 años.

El trabajo, basado en imágenes de alta resolución de articulaciones procedentes de humanos modernos, chimpancés y fósiles de especies humanas extinguidas, señala que durante millones de años estos tuvieron una alta densidad ósea, que se redujo de manera espectacular en los humanos recientes.

Esa reducción ósea es más destacada en las extremidades inferiores, lo que sugiere que “puede estar vinculada” al momento en el que los seres humanos pasaron de un estilo de vida predominantemente de recolectores a otro más sedentario con la aparición de las agricultura.

A pesar de los cientos de años de investigación sobre el esqueleto humano, “esta es la primera vez que un estudio demuestra” que el hombre tiene una densidad considerablemente menor en las articulaciones, incluso en los antiguos agricultores que trabajaban la tierra de manera activa”.

Así lo explicó el autor del estudio, comisario de la división de antropología del museo y profesor de la Universidad George Washington, Brian Richmond.

Los investigadores usaron tomografías computerizadas de alta resolución para medir las trabéculas (tejido óseo esponjoso en el interior de algunos huesos) de las articulaciones en las extremidades inferiores de los humanos y los chimpancés actuales.

Este mismo estudio se realizó en fósiles humanos atribuidos a diversos géneros de homínidos ya extinguidos como el “Australopithecus africanus” o el “Homo neanderthalensis”.

El estudio mostró que la densidad ósea de los esqueletos humanos se redujo “drásticamente en tiempos recientes, cuando (los seres humanos) empezamos a usar herramientas para la agricultura y nos asentamos en un lugar”, explicó Richmond. 

Fuente: EFE

Un asentamiento típico de los cazadores del Paleolítico Superior





El asentamiento de Valverde, según explican los arqueólogos, responde perfectamente a los patrones de ocupación del  Paleolitico superior,  en el que se encuadra la cultura solutrense. Los artefactos líticos que conforman este importante yacimiento fueron encontrados en un rellano situado en la ladera del monte que ofrece un amplio dominio visual sobre el tercio norte de la depresión monfortina y permite controlar las principales vías naturales de tránsito, por las que se desplazarían habitualmente los rebaños de herbívoros.

Este tipo de emplazamiento -apuntan los investigadores- «es propio de los asentamientos del Paleolítico Superior del noroeste, donde los criterios de proximidad a cursos de agua y fuentes de materia prima parecen supeditados a los criterios de control y visibilidad de las principales vías de tránsito». En cambio, los yacimientos del Paleolitico Inferior, de la depresión monfortino -como los de la zona de As Lamas-, se encuentran en zonas bajas que presuntamente se hallaban cerca de las las márgenes del cauce antiguo del Cabe o de otros cursos de agua que pudieron correr por la zona en esa época. La diferencia entre ambos tipos de asentamiento responde a los distintos métodos de caza y de supervivencia que se utilizaron en estas dos etapas de la prehistoria.


Referente visual

Por otro lado, en la parte alta del monte de Valverde, no lejos del asentamiento, destaca la presencia de un grupo de peñascos conocido como Penedo de San Roque. Los arqueólogos suponen que este punto fácilmente distinguible desde lejos pudo servir como referente visual para los pobladores del Solutrense.

Fuente:  lavozdegalicia.es