martes, 17 de mayo de 2011

Los homínidos de hace medio millón de años ya eran diestros


Los homínidos que poblaban Atapuerca hace 500.000 años ya eran diestros, como posteriormente lo serán los neandertales, según un estudio en el que ha participado el Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social (Iphes).

El estudio, publicado en la revista 'Laterality', avala que hace al menos medio millón de años, el 'Homo heidelbergensis' que habitaba en la Sima de los Huesos (Burgos) ya era diestro, un rasgo que se observa posteriormente en los neandertales.

Muchos trabajos científicos han demostrado hasta ahora que el ser humano, 'Homo sapiens', utiliza preferentemente una mano respecto a la otra, y que aproximadamente nueve de cada diez humanos son diestros, algo que sucedía hace medio millón de años con nuestros antecesores, según el nuevo hallazgo.

La orientación de unas estrías observadas en un diente incisivo de un individuo de la Sima de los Huesos ha permitido determinar que se corresponde con una persona que usaba preferentemente la mano derecha.

Las estrías están presentes en las superficies labiales de incisivos y caninos de diversas poblaciones, ya que se trata de cortes producidos por el uso de una técnica que consiste en sostener entre los dientes anteriores algún tipo de material y estirar con la mano, de forma que con la mano libre se corta este material con la ayuda de la herramienta lítica.

Con el estudio de estas muestras, se ha comprobado que la mano derecha era preferentemente usada por el 93,1 por ciento de los 'Homo heidelbergensis' y diversos neandertales europeos, de modo que la lateralidad humana tiene, como mínimo, 500.000 años de antigüedad.

La lateralidad manual se ha considerado como un rasgo típicamente humano, pero las últimas investigaciones han aportado datos que cuestionan la exclusividad del 'Homo sapiens'.

Fuente:europapress.es

lunes, 16 de mayo de 2011

Tras las huellas marroquíes del Paleolítico

El Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh) explora los restos de dos culturas del Paleolítico Inferior que se asentaron en la cuenca de Ain Beni Matar, cerca de la ciudad de Uchda (en el noreste de Marruecos, próxima a Argelia, a unos 150 kilómetros de Melilla). En este emplazamiento, que cuando llegaron los homínidos estaba compuesto de un paisaje con ríos más caudalosos que los actuales y con una mayor pluviosidad, se desarrollaron las culturas odulvayense y achelense, industrias caracterizadas por el uso de cantos tallados y bifaces, respectivamente, y de las que se cree que una sucedió a la otra cronológicamente.


Por primera vez, el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh), que tiene su sede en Burgos, ha aterrizado en este yacimiento marroquí, poco conocido hasta la fecha, y del que se pretende extraer, en años sucesivos, información sobre ambas culturas y la importancia que tuvieron los asentamientos del norte de África para comprender lo que sucedió posterior y paralelamente en Europa Occidental.

“África es la cuna de la Humanidad y el Cenieh, en su carácter investigador, no solo tiene interés en conocer lo que sucedió en Atapuerca, al que está necesariamente vinculado, sino también en otros puntos de Europa y África, especialmente en Magreb y África del Este”, relata en declaraciones a DiCYT Alfredo Pérez-González, reponsable del equipo investigador destacado del Cenieh en Marruecos. El grupo acaba de regresar, el mes pasado, de Uchda (también conocida como Oujda, por su denominación en francés) y espera publicar los primeros resultados de sus trabajos de datación en pocos meses.

Al frente de toda la investigación geoarqueológica, que se encuentra en sus primeras fases, está Robert Sala de la Universidad Rovira i Virgili, que hace unos años se unió al Cenieh. Además, la participación del Iphes (Institut Català de Paleoecologia Humana i Evolució Social), que dirige Eudald Carbonell, juega un papel fundamental en la investigación. El Centre Universitaire de Recherches en Archèologie de la Université Mohamed I de Uchda es el anfitrión de esta comunidad de investigadores en la evolución humana.

La cuenca de Ain Beni Matar es “un conjunto de yacimientos en terrazas fluviales” con dos tipos de industrias presentes, la achelense (que en líneas generales, va desde 1’6 millones de años a 100.000 años del momento presente según regiones) y otra más antigua, de Modo I atribuible en principio a la cultura oltuvayense (de 2’6 millones de años a un millón de años antes de la actualidad, también según la zona). “Estas secuencias sedimentarias son más complejas y podríamos hablar de que pueden estar por encima de los dos millones de años”, comenta Pérez-González.

Datación

La principal labor de este grupo es “datar estos yacimientos”, lo que permitiría tener una composición temporal de diferentes acontecimientos de la evolución humana. En esta labor se encuentran el español Josep Maria Parés, el francés Matthieu Duval y el británico Lee Arnold. Duval trabaja con una tecnología denominada de resonancia paramagnética, mientras que Arnols lo hace con luminescencia.

La historia del yacimiento no tiene más allá de un lustro de edad. Por esta razón, existen pocos trabajos en torno a Ain Beni Matar. Sin embargo, Marruecos y el Magreb en su conjunto es una región que ha ofrecido una cantidad estimable de testimonios de cómo se comportaron nuestros antecesores a partir de otros yacimientos. En un primer estadio, los investigadores del Cenieh y de la universidad de Uchda, de la mano de Robert Sala, han estudiado los niveles del yacimiento valiéndose de magnetoestratigrafía. Fue el primer trabajo conjunto de los anfitriones con el grupo español. Estos trabajos pretenden “datar los niveles con la mayor precisión posible”. Según explica Pérez-González, la magnetoestratigrafía es un método que se sirve de los cambios en la polaridad del planeta para datar restos. “Hace un tiempo, los vectores magnéticos mostraban una orientación diferente a la actual, por lo que tratamos de conocer la orientación de determinadas partículas para, según los flujos magnéticos que han ocurrido en el planeta, saber su orientación y determinar, a partir de este dato, su antigüedad”.

En estos momentos, los investigadores ya tienen la secuencia de la estratigrafía, que va a ser publicada en breve. “Los trabajos arqueológicos requieren un tiempo de investigación más largo que otras disciplinas. Es necesario que pasen entre dos y cuatro años para que todo empiece a rodar”, comenta el investigador. Por este motivo, además de los estudios estratigráficos, los resultados de las excavaciones arqueológicas realizadas sobre el terreno tardarán más en ser conocidos por la comunidad científica y la opinión pública. Pérez-González estima que los primeros resultados se harán públicos a partir de 2012.

Geocronología

El equipo de Geoarqueología del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana ha procedido en Ain Beni Matar al análisis de los procesos de la formación del yacimiento, principalmente, en lo referido al análisis del paisaje físico y el proceso de sedimentación del yacimiento. “A partir de estos datos es cuando razonablemente se introducen otras técnicas de datación numérica”, explica Pérez-González. En otras palabras, los científicos parten del paisaje actual para intentar recrear el que conocieron esas poblaciones ancestrales. El paisaje actual es, en buena medida, heredero del anterior, formado en millones de años y del que siempre se conservan restos de los paisajes antiguos. Los expertos saben que, aunque ahora sea semiárido, las condiciones en la época de desarrollo de esas culturas eran más benignas, con ríos más caudalosos y mayor frecuencia en la lluvia. Estos métodos geológicos tienen en cuenta el análisis de los medios sedimentarios del lugar. “Cada proceso deja unos sedimentos determinados, y no son iguales los glaciares, que los fluviales, por ejemplo”.

En todo caso, la investigación en Marruecos no comenzó in situ, sino en los laboratorios del Cenieh. Por medio de fotografías aéreas y con análisis estereoscópicos, se estudió el terreno y se abordó su estructura: cómo se originaban las formaciones por la acción de diferentes fuerzas, como el río que da nombre al lugar, en este caso. Con mapas topográficos se realizó una labor de fotointerpretación del lugar. La última misión, en marzo, comenzó la recogida de muestras para realizar la datación.

Tras la prospección y el reconocimiento fotogeológico, después de la fijación de los objetivos de la misión, en estos momentos, los investigadores tratan de establecer la edad del yacimiento. Esta información podrá esclarecer un periodo de la evolución humana y cultural que no solo compete a África, sino también a Europa occidental.

Relación entre olduvayense y achalense

El Cenieh está presente en otros tres yacimientos africanos. Uno de ellos es histórico, del de Olduvai, que da nombre a una cultura. Situado al norte de Tanzania, cerca del Parque Nacional del Serengueti, las primeras excavaciones fueron llevados a cabo en los años 50 por el matrimonio británico formado por Louis y Mary Leakey. Los depósitos más antiguos de la garganta de Orduvay datan de algo más de dos millones de años y contienen industrias en piedra en la Capa I que reciben el nombre de Olduvayense (o modo I). Este tipo de industrias aparece (hace ya 2’6 millones de años) junto con formas primitivas de un homínido -Paranthropus boisei-. En la Capa II aparecen también industrias de tradición achelense (bifaces) en una cronología estimada entre 1’7 y 1’2 millones de años.

Manuel Santonja, del Cenieh, responsable de la parte del yacimiento denominada TK, en el que colaboran investigadores locales de la Universidad de Dar es Salaam, estima que el trabajo que dirige “se encuentra en etapas muy iniciales” ya que estudian el proceso de formación del yacimiento. El trabajo está encaminado a conocer las relaciones entre las culturas, una (la achelense), relacionada con Homo ergaster, más evolucionada que la otra, del parántropo. “Hemos sido propensos a teorías lineales y la evolución pudo haber sido más compleja”.

Cuatro yaciemientos argelinos

La colaboración entre la Rovira i Virgili y el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana abarca más países magrebíes que Marruecos. Concretamente, ambas instituciones están realizando trabajos de investigación geoarqueológica y de paleomagnetismo en cuatro yacimientos argelinos claves para conocer la paleoeconomía y las migraciones de los grupos humanos en el norte de África durante el Pleistoceno Inferior (hace más de 780.000 años).

Los cuatro yacimientos investigados, algunos de ellos próximos entre sí, contienen industrias líticas muy antiguas. En Argelia Oriental, próximo a la ciudad de El Eulma, se encuentra el complejo industrial olduvayense de Ain El Hanech, que tiene una antigüedad de algo más de 1’8 millones de años; y alrededor de 100 kilómetros al sur, en la parte occidental de los montes de Bellezna, se encuentran dos yacimientos achelenses, conocidos como NGaous y Séfiane. Errayah es otro yacimiento achelense situado en el litoral mediterráneo, al este de Orán.

Mediante los trabajos de campo, que están coordinados por el investigador del Cenieh Mohamed Sahnouni, científico que se ha incorporado al Cenieh tras 15 en Estados Unidos, se ha hallado industria de bifaces tallados en caliza mesozoica en los yacimientos de terrazas travertínicas de Séfiane y NGaous, y en cuarcita en el depósito arenoso fluvial de Errayah.

Los estudios geológicos, geomorfológicos y edáficos realizados indican que muy probablemente nos encontramos con yacimientos achelenses del principio del Pleistoceno Medio e inclusive, como es el caso de Errayah, con cronologías superiores a un millón de años, lo que situaría a este yacimiento en la Capa II (1’75-1’2 millones de años) de la Garganta de Olduvai (Tanzania), con Homo habilis y con uno de los restos más antiguos conocidos del achelense.

Zona rica en yacimientos

Mieso, en Etiopía, está situada en la rica región de yacimientos del Triángulo de Far. El Cenieh está allí desde 2005 y colabora con el University College de Londres y la Universidad Autónoma de Barcelona. “Es un valle inexplorado, en el que realizamos trabajos de catalogación, a partir de datos de GPS, para posteriormente, en los lugares más prometedores, realizar la recolección”, describe Alfonso Benito, responsable del Cenieh en la zona.

El trabajo de Alfonso Benito consiste en identificar la posición de los yacimientos dentro de la secuencia estratigráfica, para de este modo conocer su cronología en función de los estratos donde se encuentran, así como determinar las características de los sedimentos que ayudan a comprender cómo se formaron dichos yacimientos. El experto estima que las primeras dataciones pueden ser publicadas a lo largo de 2011.

Por los materiales encontrados: detríticos (arenosos y arcillosos), carbonatados, así como ceniza volcánica, se puede llegar a la conclusión de que este valle, durante el Pleistoceno Medio, era una llanura por la que discurrían cursos de agua que dejaban sedimentos detríticos, con pequeñas charcas y lagunas donde precipitaban carbonatos; y donde esporádicamente se producían erupciones volcánicas. Estos indicios permitirán en la campaña de 2011 la recogida de muestras.

Fuente:agenciasinc.es

CSI Atapuerca


Como en el laboratorio de Grissom, la investigadora Ana Gracia trabaja con pruebas forenses, hipótesis de sucesos, lupas, microscopios, para resolver enigmas de muertes violentas. Ante ella están no cadáveres que pueden llevar a resolver un crimen, sino restos de 500.000 y 800.000 años de antigüedad. El trabajo pretende reconstruir las causas de las muertes o de las circunstancias que las rodeaban para conocer algo más de la evolución humana. Y Gracia, del equipo de investigación Atapuerca, muestra habitualmente los resultados ante un público heterogéneo (desde niños a personas atraídas por la Paleontología).

"Como hace la serie de televisión CSI, hay que tratar al público con inteligencia. Cualquier persona es capaz de entender algo nuevo se se sabe explicar bien y se enseñan las palabras nuevas que se van a utilizar", resume a DiCYT Ana Gracia, investigadora de la Universidad de Alcalá y del centro mixto Universidad Complutense de Madrid-Instituto de Salud Carlos III, que desde 1986 trabaja junto a Juan Luis Arsuaga en el yacimiento más famoso del país. Y, por eso, a su labor de investigadora ha añadido un aspecto divulgativo. "La ciencia ha superado una época de oscurantismo, en la que parecía que sólo se podían mostrar los resultados en un lenguaje superior, para unos pocos. En nuestro grupo hemos aprendido de los niños, de cómo se atreven a hacer preguntas ante lo que no saben, mientras que los adultos estamos acomplejados a la hora de levantar la mano", prosigue la científica.

Ante ella se plantean algunas de las preguntas que se ha hecho la Humanidad cuando empezó a conocer a los seres que la antecedieron. Por ejemplo, si hace 800.000 años nuestros antepasados tenían conciencia de lo que suponía la muerte de un semejante. "Esta cuestión es muy importante, porque supone tomar conciencia biológica de uno mismo", explica Ana Gracia. En la Sierra de Atapuerca, hace 800.000 años, vivieron homínidos pertenecientes a la especie humana de Homo antecessor. Los restos encontrados en la Gran Dolina presentan signos de agresión y marcas de corte que indican que estos homínidos fueron comidos por otros semejantes, posiblemente de otro grupo. "Queremos saber si los que se alimentaron de ellos lo hicieron después de que murieran o los atacaron porque veían en ellos una fuente de alimento". Esta cuestión es importante resolverla para la Ciencia, porque supondría que estos homínidos aún no tenían conciencia de que estaban ante seres semejantes. La conciencia de la muerte es una de las cuestiones que nos separa a los humanos del resto de animales.

Trescientos mil años después aproximadamente, una nueva especie aparece en Atapuerca. Es el Homo heidelbergensis. El yacimiento conserva el 90% de los restos de todo el mundo de estos homínidos. Muchos de ellos apilados en la Sima de los Huesos. Los científicos quieren saber si esta agrupación de restos fósiles se debe a alguna acción humana. "Hemos descartado las hipótesis naturales una a una, por lo que la única explicación que nos queda es que fueran otros humanos los que realizaron la acción de agrupar los restos", indica Gracia. Aunque se tratara de una acción humana ("Es un caso único en el mundo y siempre queda esa duda"), no se podría saber por quéHomo heidelbergensis se comportó así. Este comportamiento sería simbólico y "requerería de su piedra de Rosetta" para interpretarla.

Miguelón y Benjamina

Uno de ellos huesos es el Cráneo 5, también conocido como Miguelón, que presenta signos muy evidentes de haber sufrido severas infecciones, probablemente causadas por un fuerte golpe que le produjo muy serias heridas. "¿Se produjo por agresiones o por alguna caída?", se pregunta Gracia. La infección pudo derivar en septicemia, y ser la causa última de la muerte de Miguelón. En todo caso, se sabe que falleció muy enfermo. También está el caso de Benjamina, una homínida a que llegó a 10 años, pero que presentaba una fusión prematura de los huesos de la cabeza. "Alguien cuidó de ella más allá de lo normal". Este comportamiento ya no es animal, ningún primate lo tiene y supone "una de las características más bellas del ser humano".

Curiosamente, los comportamientos de nuestros antepasados pueden ayudarnos a comprender, los nuestros actuales. "Este comportamiento altruista no se pueden atribuir a algo cultural, algo que la mente ha fabricado, ya sea material o inmaterial". Responde, más bien, a un paso más en la escala evolutiva, a una razón biológica. "Darwin ya apuntaba que en la selección a nivel de grupos, aquellos que albergaban a individuos altruistas eran más fuertes que los que no tenían este tipo de componentes".

Gracias a todos estos restos fósiles se han podido estudiar cómo eran estos homínidos, qué características físicas tenían y qué capacidades les otorgaban. Los investigadores siguen, como los policías de CSI, indagando en sus vidas para conocer un poquito más las nuestras.

Fuente: ecoticias.com

sábado, 14 de mayo de 2011

¿Se refugiaron los neandertales en las regiones polares?

Unos arqueólogos descubren en el norte de los Urales centenares de herramientas de piedra de hace unos 33.000 años pero de factura más antigua aún


Un rascador de cuarcita del yacimiento de Byzovaya (en los Urales) fotografiado desde diversos ángulos.- LUDOVID SLIMAK

En los Urales polares, en la parte occidental de la cordillera, se han descubierto varios centenares de herramientas de piedra de la factura asociada normalmente a los neandertales, pero relativamente recientes: entre 31.000 y 34.000 años de antigüedad, según las dataciones realizadas. El hallazgo apunta hacia una importante novedad de la historia relativamente reciente del Homo sapiens en Europa: tal vez los neandertales, antes de su definitiva extinción, se refugiaron no sólo en el Sur del continente, sino que también pudieron retirarse hacia el Norte, hacia el círculo polar. Estas herramientas halladas en el yacimiento de Byzovaya están asociadas al procesado de mamuts cazados. Las altas latitudes, y esa región de los Urales en concreto, pudieron ser, "el último refugio septentrional de los neadertales", concluyen Ludovid Slimak y sus colegas en la revista Science.


Los arqueólogos Ludovid Slimak (izquierda) y Pavel Pavlov examinando un colmillo de mamut en el yacimiento de Byzovaya, en los Urales septentrionales, en 2007.- HUGUES PLISSON

Como no han aparecido en Byzovaya fósiles humanos junto a las herramientas de piedra, es difícil adjudicar con seguridad la autoría, porque pudieron ser los neandertales mismos, pero también pudo ser la especie humana actual la que las realizó aplicando el estilo normalmente asociado a los primeros.

"Durante más de 150.000 años, los neandertales tuvieron los exuberantes bosques europeos para ellos solos, hasta que, a partir de hace unos 40.000 años, los humanos modernos [nuestra especie actual] barrieron desde África y Oriente Próximo, extendiéndose rápidamente de Este a Oeste", resume Michael Balter en Science, en un comentario sobre el hallazgo. "Muy pronto, según las evidencias arqueológicas, los neandertales fueron replegándose hacia refugios en el sur de Europa, como España y Portugal, hasta que se extinguieron". En Zafarraya (Málaga) se han encontrado fósiles de neandertal de hace entre 30.000 y 27.000 años, considerados de los más recientes de esa especie desaparecida de Homo sapiens.


Costillas de mamut en las que se aprecia las marcas de corte.- ALEXIS BRUGUÈRE


Puede que también se retiraran hacia el Norte. Desde luego los neandertales, con su constitución robusta, estaban bien preparados para sobrevivir en los rigores polares (Byzovaya está a 65 grados de latitud Norte). Slimak (Universidad de Toulouse y CNRS, Francia) y el resto de su equipo, tras descubrir y analizar 313 herramientas de piedra y unos 4.000 huesos (la mayoría de mamut) concluyen que son de estilo musteriense, siempre asociado a los neandertales. Pero Balter presenta también opiniones de otros especialistas recordando que hay pruebas arqueológicas de que la especie humana actual, la que sustituyó a los neandertales en Europa, también fabricaba herramientas de tipo musteriense y que, por tanto, las piezas del norte de los Urales podían ser de humanos modernos que siguieron fabricando piezas de piedra al estilo antiguo con tecnología de los neandertales.

Slimak contraataca argumentando que en Byzovaya no aparecen un tipo específico de herramientas de piedra, como delgadas hojas de corte, que normalmente se asocian al Homo sapiens moderno, por lo que se inclina por la autoría neandertal, aunque está de acuerdo en que la controversia sólo podrá ser zanjada si se descubrieran fósiles humanos en el yacimiento que indicasen quién fabricó aquellas piezas de piedra.

Que los neandertales desaparecieron y que ocuparon su territorio europeo nuestros antepasados es un hecho generalmente aceptado entre los paleontólogos, aunque hubo algo de cruce genético, según han demostrado los estudios comparativos con el genoma del neandertal. Lo que sigue siendo un misterio es la causa o las causas de esa sustitución tan rápida en la escala de tiempo de la ha historia de los homínidos.

Fuente: elpais.com

domingo, 8 de mayo de 2011

Hallan en Vizcaya pinturas rupestres coetáneas a las de Altamira


Un grupo de arqueólogos ha descubierto en la cueva vizcaína de Askondo más de una decena de dibujos y grabados con unos 25.000 años de antigüedad, es decir, coetáneos a las primeras pinturas de la cueva cántabra de Altamira.

Los grabados y pinturas, cuya autenticidad ha sido certificada, se realizaron en los períodos denominados Gravetiense o Solutrense, en el Paleolítico superior, hace entre 28.000 y 18.000 años.

El descubrimiento de esta nueva muestra de arte paleolítico se produjo "de forma casual" en enero, cuando tres arqueólogos desarrollaban un trabajo de investigación sobre poblamientos prehistóricos en la zona.

Los arqueólogos comprobaban si los yacimientos de los que tenían noticia estaban o no destruidos por efecto de la acción de las canteras en el siglo pasado, según ha explicado a Reuters uno de los descubridores, el doctor en Arqueología Diego Garate.

Las pinturas de las cuevas de Askondo, en la localidad vizcaína de Mañaria, son bastante anteriores que las localizadas en otras cuevas de la zona, como las de Santimamiñe (14.000 y 9.000 a.C).

El nuevo hallazgo --una docena de dibujos de caballos y manos grabados o pintados en rojo-- en algunos casos no son característicos de la zona cantábrica y demuestra contactos con otras poblaciones de cazadores recolectores de los Pirineos.

Entre las representaciones encontradas en la cueva de Askondo destaca por novedosa la figura de un caballo, cuya parte delantera presenta la forma de "morro de pico de pato", característica de esa época del paleolítico y que aparece en otras cuevas como Lascaux (Francia), Andalucía y Portugal.

También resulta inusual la existencia en la cueva de Mañaria de representaciones de manos, que no son características de País Vasco, aunque sí aparecen en otros yacimientos del Cantábrico.

Además, los arqueólogos han descubierto un hueso de animal hincado en la pared a dos metros de altura con connotaciones artísticas, que es típico del arte paleolítico encontrado en los Pirineos, y que "enlazaría a la población del lugar con cazadores-recolectores de esa otra zona".

Fuente: ecoticias.com