viernes, 30 de marzo de 2012

Científicos descubren que otra especie de homínidos convivió con la de Lucy

Ocho fósiles de un pie derecho descubiertos en sedimentos de 3,4 millones de años de antigüedad en Etiopía demuestran que los Australopithecus afarensis no eran los únicos de homínidos que vivieron en la región en aquella época.

Los huesos del pie de Burtele, que se presentan en la revista Nature, corresponden a un homínido que se movía con soltura sobre los árboles, pero que era capaz de caminar erguido cuando bajaba al suelo.

El descubrimiento es importante por dos motivos, según Yohannes Haile-Selassie, paleontólogo de la Universidad Case Western Reservede Cleveland (EE.UU.) y primer autor de la investigación.

Por un lado, porque “aporta información relevante sobre la anatomía del pie en los ancestros humanos”, según declaró el martes en una rueda de prensa telefónica.


Huesos parciales de un pie de 3,5 millones de años atrás muestran una nueva especie de homínidos (Museo de Historia Natural de Cleveland)

Por otro, porque “demuestra por primera vez de manera concluyente que la especie de Lucy no estaba sola” sino que convivía con otras especies de homínidos, una cuestión que ha sido motivo de debate científico desde hace más de 30 años.

El pie descubierto ahora refuerza la hipótesis de que los Australopithecus afarensis, que vivieron en el este de África hace entre 3 y 4 millones de años, fueron ancestros directos del género humano, según Haile-Selassie.


Reconstrucción de los huesos encontrados en la región de Afar, Etiopía. (Foto: Museo de Historia Natural de Cleveland)

“Hay aún muchas incógnitas sobre la relación entre los australopitecos y los humanos”, advierte Salvador Moyà, director del Institut Català de Paleontología. Pero, según la hipótesis que defiende Haile-Selassie, los primeros humanos eran descendientes de los Australopithecus garhi, que posiblemente ya fabricaban herramientas de piedra rudimentarias hace 2,5 millones de años.

Y los Australopithecus garhi, a su vez, eran descendientes de los afarensis, la especie de Lucy. El pie de los afarensis, en cualquier caso, se parecía más al nuestro que el pie descubierto ahora en Etiopía. Los ocho fósiles presentados en Nature observan una curiosa combinación de caracteres adaptados a la vida en los árboles y a la vida en el suelo.
dedos

El primer dedo, más similar a nuestro pulgar de la mano que a nuestro dedo gordo del pie, es arborícola. En lugar de estar alineado con los otros dedos, está en posición oblicua, lo cual es ideal para agarrarse de las ramas pero no para caminar o correr.

En cambio, la articulación entre los metatarsianos y las falanges -allí donde los dedos se unen a la planta del pie- permite una hiperflexión. Es lo mismo que hacemos nosotros al final de cada paso o al ponernos de puntillas, cuando los dedos pueden quedar perpendiculares respecto a la planta. Pero es algo que no se puede hacer con las manos -a menos que uno sea hiperlaxo-.

Así, la articulación entre metatarsianos y falanges del pie de Burtele es característica de la marcha bípeda. Pero “es un pie muy primitivo, no podían recorrer grandes distancias”, declaró Bruce Latimer, coautor de la investigación, en la rueda de prensa.

“Debían caminar de una manera bastante extraña”. A su lado, Lucyera toda una atleta. Las huellas de Laetoli, descubiertas en Tanzania en 1978 y atribuidas a tres Australopithecus afarensis , demuestran que ya tenían un pie anatómicamente moderno como el nuestro.

Lucy ya tenía el dedo gordo alineado con los otros cuatro dedos del pie, un talón ancho y estable y un puente bien arqueado para absorber la energía de cada paso, zancada o salto, características todas ellas que no se aprecian en el pie de Burtele.

hallazgo

“Lucy era totalmente bípeda, no iba a los árboles”, destacó Latimer. El pie de Burtele se ha descubierto en una zona que hoy día es desierta pero que hace 3,4 millones de años tenía una vegetación tropical. “Los análisis físicos y químicos de los sedimentos nos indican que era una zona boscosa húmeda y con ríos”, añadió Beverly Saylor, coautora de la investigación, de la Universidad Case Western Reservede Cleveland, al igual que Haile-Selassie y Latimer.

Los fósiles se han descubierto a pocos kilómetros de donde apareció el esqueleto de Lucy en 1974. Dado que las dos especies vivieron en la misma época y en la misma región, los investigadores sugieren que ocuparon nichos ecológicos distintos.

Según esta interpretación, el homínido de Burtele debió ocupar la periferia de la selva tropical y explotar los recursos de árboles y arbustos, mientras que los Australopitecus afarensis se expandieron fuera de la selva gracias al prodigio biomecánico de sus pies.

El descubrimiento “demuestra que nuestra evolución no fue un proceso lineal, con un único linaje en cada momento, sino que fue un proceso más complejo, con varios linajes conviviendo en una misma época y en una misma región”, destacó Haile-Selassie.

Por ahora, los investigadores no han atribuido e l pie de Burtele a ninguna especie ni a ningún género. Es demasiado antiguo para ser humano, ya que el género Homo no aparece hasta un millón de años más tarde. Y las características de los 8 fósiles parecen excluir que se trate de un australopiteco. Incluso de una especie distinta de la de Lucy.

A lo que más se parece el pie de Burtelees al del Ardipithecus ramidus , un homínido de hace 4,4 millones de años también descubierto en Etiopía. Los ocho fósiles podrían corresponder así a un ardipiteco descendiente del ramidus. Pero “aún no tenemos suficiente material para atribuirlo a un género o a una especie”, explicó Haile-Selassie.

Y “no se puede decir que sea un ardipiteco solo porque tenga una locomoción similar; podría ser otro homínido que hubiera conservado esta adaptación a la locomoción. Esperamos a recuperar más fósiles para comprender mejor qué ocurrió”.


Imagenes: hechosdehoy.com ; lagranepoca.com ; cnnespanol.cnn.com
Fuente:lanacion.c

martes, 27 de marzo de 2012

Los europeos serian más africanos de lo que se pensaba


Un estudio internacional coordinado por la Universidad de Santiago revela una mezcla genética prolongada en las poblaciones de ambos continentes durante los últimos 11.000 años

Todos somos africanos. Sobre nuestro origen biológico no hay dudas: todos los europeos, al igual que el resto de las poblaciones humanas, derivamos de los Homo sapiens que salieron de África hace entre 60.000 y 70.000 años. Pero desde entonces, con la frontera marcada por una distancia de miles de años, el genoma europeo se fue diferenciando y apenas se volvió a emparentar con el subsahariano más que en episodios puntuales de mezcla genética protagonizados por las migraciones de africanos a Europa durante el imperio romano, por las conquistas árabes o, más recientemente, por el tráfico de esclavos. Son sucesos históricos producto de adaptaciones que dejan su huella en el genoma y que los investigadores pueden leer a través del ADN mitocondrial, el que las madres transmiten a su descendencia.

Esta es la historia conocida hasta ahora, pero un trabajo internacional coordinado por el Instituto de Medicina Legal de la Universidade de Santiago, que ocupará la portada de la revista «Genome Research», la más importante del mundo en su área, reescribe las migraciones poblacionales y ofrece una nueva visión. ¿La conclusión? Los europeos modernos somos más africanos de lo que hasta ahora se pensaba. O al menos su huella está más impresa en nuestro genoma de lo previsto.

Después del análisis de miles de muestras biológicas, los investigadores han determinado que los vínculos genéticos entre Europa y África se han mantenido de forma constante a lo largo de los últimos 11.000 años. «Es posible que en nuestros genes tengamos muchos otros segmentos de ADN que se remontan a episodios de intercambio genético entre estos dos continentes y que datan de esta época prehistórica», explica Antonio Salas Ellacuriaga, profesor de la Facultad de Medicina y coordinador del estudio.

La nueva componente subsahariana está presente en más del 35% de los linajes que las poblaciones africanas han dejado en nuestro genoma. Esta huella se encuentra especialmente presente en los países mediterráneos, pero tampoco es ajena a poblaciones atlánticas como la gallega. De hecho, si a una población gallega se le practicara un análisis genético es probable que entre un 3% y un 4% presente un ADN mitocondrial de origen africano fruto de este mestizaje histórico. El componente africano en los gallegos sería aún más alto, entre un 6% y un 7%, pero este aporte extra habría llegado en épocas más recientes.

El componente africano en los gallegos sería de entre un 6% y un 7%

El estudio ha permitido constatar que la conexión entre los dos continentes se mantuvo de forma regular en los últimos 11.000 años, pero lo que no se sabe aún es cómo se produjeron estas migraciones humanas de África a Europa, por dónde y por qué. «Pensamos que este contacto ?aclara Salas- ocurrió a través de Oriente Medio y la costa del noroeste africano, pero sobre todo por mar. El mar fue probablemente el principal vínculo de conexión, como ha sucedido en otros episodios de la expansión antigua del hombre». Pero, por qué se movilizaron estas poblaciones. La hipótesis que se plantea es que así como los europeos avanzaron hacia África por el sur de la península después de abandonar sus refugios tras el Último Máximo Glacial, los africanos también pudieron hacer lo propio. Sería un camino de ida y vuelta. «Lo lógico es pensar ?explica Salas- que hubo un cierto retorno en la dirección contraria».

En el trabajo, coordinado por la Universidade de Santiago, también han participado equipos de las universidades italianas de Perugia y Pavia; de la Universidad de Oxford; de la Fundación Sorenson de Genealogía Molecular (Estados Unidos) y del Instituto de Toxicología Forense de la Universidad de Sevilla. La investigación ocupará la portada de «Genome Research» con un dibujo que ha sido realizado por el artista ourensano Fernando Barreira.


Titulo original: "Los europeos somos más africanos de lo que se pensaba"

Fuente: lavozdegalicia.es

Comprueban que la extinción de los mamuts no fue por el incesto

Impresión artística de una manada mamuts

La última población conocida de mamuts lanudos no murió "inevitablemente" debido a la endogamia y la falta de diversidad genética, sugiere un estudio.

Aseguran que es más problable que la actividad humana o factores ambientales son los responsables.

Aunque la mayoría de mamuts se extinguió y desapareció de la parte continental Eurasia y América del Norte hace unos 10 mil años, alrededor de 500 o mil mamuts lograron sobrevivir en la isla de Wrangel durante unos seis mil años más.

La isla, de siete mil kilómetros cuadrados, está a unos 140 kilómetros de la Rusia continental.

Para realizar un análisis de ADN de las muestras tomadas en la isla de Wrangel, en el océano Ártico, los científicos utilizaron técnicas asociadas al estudio de las escenas del crimen.
El estudio

El estudio fue publicado en la revista científica Molecular Ecology.

Científicos en el Reino Unido y Suecia dicen que la investigación también puede tener un inmenso impacto en programas de conservación.

Examinaron huesos, dientes y colmillos encontrados en la isla. Y los compararon con muestras encontradas en Chukotka, en el noreste de Siberia.

El coautor del reporte, Love Dalen, del museo de historia natural de Suecia, le dijo a la BBC que la investigación empezó en el 2008. "Queríamos saber por qué estos mamuts se extinguieron.

"La isla de Wrangel no es tan grande y se pensó inicialmente que una población tan pequeña pudo haber sufrido problemas por endogamia y la falta de diversidad genética."

Los estudios genéticos previos se concentraron en el ADN mitocondrial: información transmitida por la línea maternal.

Como las células contienen múltiples copias del genoma mitocondrial, este ADN es más fácil de extraer que el de las células nucleares.

"Pero el problema es que los mamuts no muestran mucha variación genética, sobre todo en sus últimas etapas generacionales", explica Dalen.

"Por eso decidimos concentrarnos en microsatélites (secuencias repetidas de ADN) para comparar las huellas dactilares genéticas de cada mamut. Esto nos dio acceso al ADN nuclear y nos dio resultados más contundentes."
ADN revela que no fue el incesto

Dalen dijo que durante la era de hielo, el total de la población de los mamuts en Eurasia pasó, en poco tiempo, de ser varias decenas de miles a muy pocos.

Y añade: "Las investigaciones de ADN encontraron que hubo una pérdida de 30% de diversidad genética a medida que la población se redujo; aunque esto era esperado.

"Pero cuando examinamos las muestras de la isla, vimos que hubo un punto en el que la pérdida se detuvo. Y este proceso continuó hasta que las criaturas se extinguieron.

"Esto objeta la teoría del incesto. Los mamuts de la isla se aislaron por alrededor de seis mil años, pero después lograron mantener su población estable."

El reporte concluyó que la isla era suficientemente grande para los mamuts y que, por ello, su extinción final "no fue una consecuencia inevitable" como sería el incesto.
Entonces, ¿qué fue?

Científicos examinaron huesos, dientes y colmillos encontrados en la isla de Wrangel.

"Esto sugiere que la extinción final fue causada por un cambio rápido en el entorno de los mamuts, como la llegada del hombre o de un cambio en el clima, en lugar de una disminución gradual en el tamaño de la población", concluye el estudio.

Dalen dijo que se necesitan nuevas investigaciones en la búsqueda de los últimos mamuts lanudos, pero añadió: "Si los seres humanos los cazaron hasta su extinción, yo esperaría que podríamos encontrar evidencia de ello. Personalmente estoy inclinando hacia el cambio en el medio ambiente".

Los investigadores, que en total estudiaron 76 muestras, también usaron computadores para examinar el tamaño de la población en la isla y cómo su composición genética cambió a través de los años.

El equipo encontró que hubo una baja en el número de mamuts en el noreste de Siberia durante la transición Pleistoceno/Holoceno (hace unos 12.000 años). Sin embargo, el grupo concluyó que ésta se debió probablemente a que los mamuts en la isla de Wrangel se aislaron tras el incremento de los niveles del mar a su alrededor.

Dalen dijo: "Hicimos un enfoque estadístico a la genética. Encontramos que había al menos 500 o mil mamuts al mismo tiempo en la isla antes de que se extinguieran".
500 individuos pueden sobrevivir solos por siglos

"Nuestros resultados apoyan la idea de que una población de 500 individuos es suficiente para mantener la diversidad genética por miles de años.

"Estos mamuts sobrevivieron con lo que originalmente era considerado un número muy pequeño de individuos", dijo.

El trabajo fue revisado por el genetista y profesor de la Universidad de Londres Mark Thomas.

Dijo que el estudio es un evento importante en la investigación de los mamuts.

"Hicieron la investigación en la manera como tocaba y sin embargo nadie había hecho antes.

"Examinaron el ADN en varias muestras y demostraron que, teniendo una cantidad constante de población, los mamuts de la isla Wrangel no estaban destinados a extinguirse.

"Algo pasó que acabó con ellos, y eso todavía no lo sabemos. Tendrá que ser el siguiente paso a estudiar", dijo.


Fuente: bbc.co.uk

domingo, 25 de marzo de 2012

El hombre pudo haber terminado con el canguro gigante


Canguro gigante - Apokryltaros.


Un estudio demuestra que fue él y no el cambio climático quien pudo haber terminado con la megafauna de Australia.

Hasta ahora se creía que la extinción de la megafauna en todo el mundo se debía o a factores ecológicos o ambientales, o a una cacería desmesurada llevada a cabo por el hombre. La teoría apuntaba a que la megafauna se había desarrollado como respuesta a las glaciaciones que tuvieron lugar en la era conocida como Pleistoceno, y que al darse el cambio climático que terminó con ellas y dio paso a temperaturas más cálidas, estas especies desaparecieron.

Entre los ejemplares de la megafauna que se creían extinguidos por factores ecológicos, se encontraba el canguro gigante, que vivió en Australia.

Un estudio hecho por investigadores australianos

Ahora se ha desvelado, con un estudio llevado a cabo por Susan Rule, de la Universidad Nacional de Australia, y por Christopher Jonhson, de la Universidad de Tasmania, que los canguros gigantes de Australia (como también pudo suceder con otros especímenes supergigantes) se extinguieron debido a la caza a la que fueron sometidos por el hombre a su llegada a estas regiones.

Los datos de la investigación reflejan que la llegada de los humanos a Australia fue un factor decisivo en la extinción de los animales que la habitaban, debido a la caza masiva que se hizo de ellos. Aunado a la caza, factores como la deforestación (que trajo consigo un cambio de vegetación y con ella un aumento de los incendios en la región), fueron determinantes en la extinción de tales animales.

El estudio, que ha sido publicado por le revista Science, explica que estos canguros gigantes (y la megafauna en general) necesitaban muchos años para alcanzar las dimensiones a las que deben su nombre, así como para alcanzar la reproducción, cosa que la caza impidió.

Para refutar que la teoría del cambio climático no se aplica a estos canguros gigantes, han expuesto, gracias al estudio de las esporas Sporormiella (un hongo que vivió al mismo tiempo que los canguros y que se extinguió casi al mismo tiempo que ellos), demostrando que los cambios climáticos que afectaron a la Tierra en aquel entonces, al parecer no contribuyeron a la desaparición de la megafauna (ni a la del hongo).

Sin embargo, este estudio tiene también sus detractores, quienes hablan de que la relación entre tales esporas y la megafauna, no está demostrada, como tampoco está del todo demostrada la coexistencia de los humanos con la megafauna, y menos aún la cacería que se supone llevó a la extinción a estos animales de grandes dimensiones.

Fuente: suite101.net

sábado, 24 de marzo de 2012

El Paleolítico lucense retrocede cada vez más en el tiempo

Los arqueólogos buscarán en las cuevas rastros anteriores al Neandertal

Una excavación en el yacimiento paleolítico de la cueva de Valdavara, en Becerreá

Los arqueólogos de las universidades de Santiago y Tarragona que trabajan en el proyecto «Ocupaciones humanas durante el Pleistoceno en la cuenca media del Miño» planificaron dos nuevas campañas de excación en los yacimientos paleolíticos de Valdavara (Becerreá) y Cova Eirós (Triacastela). Las excavaciones se llevarán a cabo en julio y agosto y durarán cuatro semanas cada una. Estas intervenciones harán los números quince y dieciséis de las que se han llevado a cabo en el sur de la provincia desde que comenzó a desarrollarse este proyecto, en la primavera del 2006.

Al igual que en años anteriores, la primera de las excavaciones será la de Valdavara. Los arqueólogos tratarán de localizar dentro de la cueva posibles rastros de períodos culturales anteriores al Magdaleniense, el más antiguo que se pudo documentar en ese punto, datado en 17.000 años. En el exterior de la gruta se hallaron hace dos años algunas piezas que fueron identificadas como pertenecientes a épocas más antiguas -de unos 20.000 años-, por lo que en el interior también podrían aparecer materiales de ese período.

Las excavaciones de Cova Eirós ha logrado retroceder mucho más en el tiempo que las de Valdavara, ya que el nivel arqueológico más antiguo que se pudo datar en este yacimiento tiene 118.000 años. Este nivel corresponde al Paleolítico Medio, la época del hombre de Neandertal. Los arqueólogos creen que al profundizar más en la excavación podrían aparecer rastros de períodos aún más remotos. Como el sedimento que forma el suelo de la gruta tiene un grosor de más de tres metros -hasta ahora se llegó a un metro y medio-, es posible que más abajo haya vestigios del Paleolítico Inferior, un período en el que el continente fue habitado por el Homo heidelbergensis, predecesor de los neandertales.

Los investigadores no solo profundizarán más en lo ya excavado, sino que seguirán ampliando el área de excavación, con lo que esperan hallar más rastros del hombre de Neandertal y del Homo sapiens moderno, de cuya presencia ya hay numerosos testimonios en Cova Eirós.

Fuente: lavozdegalicia.es

sábado, 17 de marzo de 2012

Fósiles sugieren una nueva especie hominoide.

Los hallaron en China. Tienen rasgos modernos y arcaicos. Convivieron con el hombre moderno hasta hace 11.500 años.
¿Quién sos? Representación artística del “hombre del ciervo rojo”. Sus restos empezaron a investigarse en 2008 (Plos One).

Desconcierto entre la comunidad de antropólogos causó el hallazgo de restos fósiles con una rara mezcla de rasgos arcaicos y modernos.

Se trataría de una nueva especie humana, de una cruza entre dos especies, o bien de humanos modernos con rasgos muy diferentes producto de su aislamiento.

El descubrimiento fue publicado ayer en la revista PLoS One . Son restos de al menos cuatro individuos encontrados en el sudoeste de China.

Convivieron con el hombre moderno (del cual desciende el actual) hace de 14.500 a 11.500 años. En esa época comenzaban a instalarse las primeras comunidades agrícolas.

El equipo es cauto en sus conclusiones. “Estos nuevos fósiles podrían ser de una especie previamente desconocida, que so­brevivió hasta el final de la Edad de Hielo hace unos 11 mil años”, dice el profesor Darren Curnoe, de la Universidad de Nueva Gales del Sur.

Pero luego señala: “Alternativamente, también podría representar una migración muy temprana y desconocida de los humanos modernos fuera de África, una población que pudo no haber contribuido genéticamente a la gente que vive actualmente”.

Son restos de dientes, cráneos, costillas y extremidades hallados en 1989 en Maludong (China) en la Cueva del ciervo rojo. Recién comenzaron a investigarse en 2008.



Escáneres de sus cavidades cerebrales muestran que tenían lóbulos frontales similares a los de los humanos modernos, pero sus lóbulos parietales eran arcaicos. Tenían el volumen cerebral promedio de un hombre moderno de la Edad de Hielo.

Pero se diferenciaban por tener mandíbulas salientes, grandes dientes molares, cejas prominentes, cráneos gruesos, caras planas y narices anchas.

José María Bermúdez de Castro, codirector del sitio Atapuerca, no cree que se trate de una nueva especie: “Creo que son homo sapiens con alguna característica más primitiva. Es normal, los humanos modernos también las tenemos”.

Otros científicos ajenos al estudio sugieren que se tratarían de seres híbridos. “Puede ser que sean humanos modernos que se mezclaron con humanos arcaicos que vivieron al mismo tiempo”, aseguró Isabelle De Groote, del Museo de Historia Natural de Londres.

La especialista señala que otra posibilidad es que los rasgos primitivos evolucionaran de forma independiente debido a un cambio o aislamiento genético, o en respuesta a ciertas condiciones ambientales.

Incógnita asiática. Desde hace varios años la antropología mundial ha posado los ojos en Asia para dilucidar cómo se pobló la región, en la que ahora habita más de la mitad de la población.

Hacia el final de la Edad de Hielo en Asia convivieron la gente de la Cueva del ciervo rojo en Asia oriental; el Homo floresiensis, o el ‘Hobbit’, en la isla de Flores (Indonesia) y los humanos modernos dispersos en el noreste de Asia.

Fuente: lavoz.com.ar