martes, 16 de abril de 2013

El arte rupestre de los primeros americanos



En 1962, el arqueólogo estadounidense Clement Meighan (izquierda) llegó a Baja California Sur invitado por el escritor Erle Stanley Gardner y durante su estancia en ese territorio descubrió entre las cuevas que pueblan la Sierra de San Francisco y Santa Martha diversas galerías de pinturas rupestres en excelente estado de conservación.

Hasta entonces, este conjunto de manifestaciones rupestres sólo eran conocidas entre la población local y por algunos escritos de los misioneros jesuitas del siglo XVIII.



 

En sus primeras publicaciones, Meighan atribuyó la autoría de estas pinturas a los antiguos cochimies y las fechó como del siglo XIII. Por años esta hipótesis fue la más aceptada por la comunidad académica hasta que en los 80, especialistas de la Universidad de Barcelona comenzaron a realizar estudios de datación por radiocarbono en una de las cuevas más importantes, La Pintada. Los resultados arrojaron fechas de hasta 5 mil años de antigüedad.

30 años después de haber comenzado sus investigaciones sobre arte rupestre en la Península de Baja California con el apoyo de la Universidad de Barcelona, el arqueólogo español Ramón Viñas Vallverdú (derecha), actualmente investigador del Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), de la Universidad Rovira i Virgili, de España, explica que las dataciones que se tienen hasta ahora de algunas de estas pinturas oscilan entre los 8 y 9 mil años de antigüedad. Sin embargo, esos resultados siguen siendo parciales, pues asegura que en algunas de estas cuevas se han encontrado contextos de hasta 10 y 12 mil años de antigüedad.


 

Si esclarecer su antigüedad, este conjunto de pinturas rupestres ha implicado una compleja labor durante varias décadas, los trabajos para conocer a sus autores apenas comienza. Uno de los objetivos del proyecto de investigación “Biodiversidad y sociedades cazadoras del Cuaternario de México”, que incluye varios proyectos de exploración en distintas partes del país, y en el que participan investigadores del INAH y el IPHES, es tratar de obtener información sobre las primeras poblaciones que realizaron estas pinturas rupestres, pertenecientes al estilo Gran Mural, que se enmarca dentro del período Arcaico (hace unos 10 mil años) y se caracteriza por figuras de gran tamaño, de uno hasta cuatro metros de altura.

 “Sobre la gente de la época del Gran Mural sabemos muy poco, por eso queremos seguir investigando en esa línea. En cueva La Pintada se han registrado elementos con fechas de hasta 10 mil años de antigüedad. Las excavaciones que haremos próximamente serán para estudiar el contexto arqueológico de esos grandes murales; los lugares que estamos buscando son alrededor de esa zona para encontrar los lugares de hábitat de los que hicieron estas pinturas”, dijo en entrevista Viñas Vallverdú, en su visita a México.

 

El trabajo, explica el investigador que también ha sido profesor de la ENAH, consistirá en realizar recorridos de superficie para localizar materiales y sitios que ofrezcan información sobre los grupos humanos que se asentaron en esa península hace 10 mil años. Según el arqueólogo, es muy probable que esas poblaciones de cazadores recolectores utilizaran las cuevas halladas en estos barrancos como espacios rituales, a manera de santuarios donde realizaban ceremonias de petición de lluvia, fecundidad o abundancia. “Es muy posible que las sierra fuera su zonas de caza, pero también como zonas sagradas, y los grandes hábitats estaban alrededor de la sierra, esta gente vivía en las planicies”, apunta.

El arqueólogo, cuya tesis doctoral sobre pintura rupestre en Baja California está por publicarse, está convencido de que los resultados que arrojen estas investigaciones serán de vital importancia porque aportarán información nueva en torno a los estudios de los primeros pobladores del continente ya que, asegura, para América estas pinturas se encuentran entre los referentes más importantes de los primeros pobladores, similares a otras del planeta, porque son de las más antiguas de América hasta ahora fechadas.



Trabajo complejo

Entre el conjunto de cuevas que presentan estas manifestaciones rupestres en la sierra de San Francisco, Baja California, la cual cuenta con la designación de Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1993 , destacan La Pintada, Las Flechas, Los Músicos, La Soledad y Cueva El Ratón, que permanecen abiertas al público y están bajo custodia del INAH. Pero esto es apenas una pequeña muestra de las miles de figuras que adornan las paredes rocosas de esos lugares.
Viñas Vallverdú detalla que entre las cuevas identificadas como del estilo Gran Mural, tan sólo en la Sierra de San Francisco hasta ahora se tienen identificadas más de 250, de las cuales sólo se han investigado alrededor de 20.

Y es que a decir del investigador, quien además en la Península Ibérica dirige proyectos sobre el arte rupestre Levantino, la simple documentación y datación de estos murales antiguos representa un trabajo monumental, ya que buena parte de ellos presentan diferentes fases pictóricas, lo cual indica que algunos lugares fueron ocupados por varias generaciones a lo largo de cientos de años, probablemente desde el año 9 mil a.C. y hasta el siglo XVIII. Desde los primeros pobladores hasta los asentamientos de la etnia cochimie.
“Hay lugares donde hay siete niveles de pinturas diferentes, esto quiere decir que estos lugares fueron frecuentados por miles de años”, dice.

El especialista comenta que las pinturas correspondientes a las primeras etapas se caracterizan por la representación de grandes figuras humanas, mientras que las de etapas tardías son de menor tamaño, y posiblemente fueron realizadas por los últimos grupos humanos que llegaron al área, provenientes de EU. “Encuentran las pinturas del Gran Mural y ponen ahí también pequeñas figuras, esas figuras siempre aparecen sobre las del Gran Mural”.

 

Señala que aunque estos sitios eran utilizados como santuarios, es probable que en épocas tardías hayan sido habitados por los cochimies, y hasta hace un siglo, los rancheros que poblaron ese territorio después de la Revolución mexicana las utilizaban como corrales de ovejas y cabras.
Viñas afirma que los santuarios, además de espacios para las expresiones mágicas y religiosas, tal vez funcionaban como marcadores de tiempo y territorio. “En el caso de La Pintada hay muchas marcas de tipo astronómico, sitios donde señalan que ahí llega el sol en determinada época del año y eso marca una fecha en su calendario. Así saben que cuando el sol está pegando en tal lugar es la época de ir a recoger la pitahaya o iniciará la época de lluvia”.

El proyecto de exploración en esta zona de Baja California se sumaría al que el especialista del IPHES, en colaboración con el paleontólogo Joaquín Arroyo Cabrales, especialista del Laboratorio de Arqueozoología del INAH, realizan en Chazumba, Oaxaca, donde se han encontrado huesos de fauna que existió hace 25 mil años, así como lascas de sílex, posiblemente hechas por el hombre.

Fuentes: http://terraeantiqvae.com

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