martes, 28 de febrero de 2012

Descifran los componentes pictóricos de dos cuevas asturianas del Paleolítico


Técnicas químicas al servicio del arte. Investigadores de la UNED han analizado pinturas del Paleolítico en las cuevas de Tito Bustillo y El Buxu (Asturias) para averiguar su composición. El estudio revela que su principal componente es el mineral hematites y que el grano de los pigmentos es tan fino como el que se usa en nuestros días.

“Resulta sorprendente que el tamaño del grano de pigmento encontrado en algunas pinturas de la cueva de Tito Bustillo sea similar al usado hoy en día”, explica Antonio Hernanz, investigador del Departamento de Ciencias y Técnicas Fisicoquímicas de la UNED y autor principal del estudio.

Científicos de la UNED, de la Universidad de Castilla la Mancha y de la Universidad de Alcalá de Henares han analizado la composición de diferentes pinturas rupestres paleolíticas localizadas en las cuevas asturianas de Tito Bustillo y El Buxu.

El principal componente que han hallado es el mineral hematites, con tres tamaños granulares: inferior a una micra, a 10 micras y a 30 micras. “Son tamaños muy pequeños, y cuanto más fino es el grano, mayor es el poder de la pintura para cubrir una superficie”, indica Hernanz.

El estudio, publicado en la revista Journal of Raman Spectroscopy, revela que las representaciones más antiguas (pertenecientes a la cultura auriñaciense, y con una antigüedad estimada de unos 30.000 años) tienen un grano más pequeño que el resto, inferior a una micra. Este tamaño sugiere que “en las pinturas más antiguas se ha usado una técnica más elaborada para preparar el pigmento”, añade el investigador.

El estudio ha sido posible gracias a la utilización de diferentes técnicas microscópicas y espectroscópicas. Así se obtienen, además de imágenes de las micropartículas que constituyen los materiales pictóricos, conjuntos de señales (espectros) que permiten identificar su composición química y mineralógica.

Con estas herramientas, los expertos han podido confirmar que el color rojo de las pinturas fue producido con hematites, un mineral constituido por una de las formas de óxido de hierro. También hallaron hidroxiapatito, otro mineral del que están compuestos los huesos, lo que sugiere que a la pintura se añadieron pequeñas cantidades de huesos calcinados, relacionado quizá con algún tipo de ritual.

Los motivos más oscuros se consiguieron sumando a la pintura pigmentos como el mineral wüstita (otro óxido de hierro), carbón vegetal y compuestos de manganeso. Como materiales de carga (complementarios), los artistas del Paleolítico usaron calcita, cuarzo y minerales arcillosos. También se encontró anatasa (un óxido de titanio) en dos de las pictografías.

Se da la circunstancia de que en la cueva de Tito Bustillo existe un yacimiento de ocre, un material arcilloso rico en hematites. Sin embargo, según el estudio, este ocre no se utilizó para realizar las pinturas. “Se debieron usar otras vetas o yacimientos de pigmento rojo distintos a los que afloran en la propia cueva”, sugiere el investigador de la UNED.

El descubrimiento de las pinturas de Altamira en 1879 fue la primera prueba de la existencia de arte Paleolítico en el área cantábrica. Hasta la actualidad, se han catalogado más de cien cuevas con pinturas de este amplio período, entre las que se encuentran Tito Bustillo y El Buxu, localizadas en los municipios asturianos de Ribadesella y Cardes respectivamente. Los pobladores de esas zonas dibujaban signos abstractos o animales de la era glacial.

Tito Bustillo, descubierta en 1968, se considera una de las joyas de este tipo de arte, solo superada por Altamira. Sus muros están decorados por cientos de representaciones de animales y símbolos. El Panel Principal es el más importante de la cueva y alberga superposiciones de las que se puede extraer una secuencia diacrónica. Por ejemplo, hay representaciones de caballos en diferentes tonos de negro, rojo y púrpura. La datación de estos motivos se sitúa en una horquilla entre hace 14.000 y 10.000 años.

La cueva de El Buxu, descubierta en 1916, muestra en sus paredes grabados de un bisonte, cabras salvajes, caballos, signos esquemáticos y ciervos (pintados, además de grabados). Según Mario Menéndez, investigador de la UNED y coautor de este estudio, las citadas representaciones pudieron haberse realizado entre hace 17.000 y 14.000 años. (Fuente: divulgaUNED)

Fuente: noticiasdelaciencia.com

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