martes, 12 de marzo de 2013
Los humanos arcaicos y los neandertales fueron grandes viajeros
Dos nuevos estudios, publicados el pasado 27 de febrero en la Journal of Human Evolution, avanzan la idea de que las gentes de la antigüedad y los neandertales caminaban o recorrían distancias mucho mayores que otros grupos humanos que les hayan seguido, incluyendo a los más reciente cazadores-recolectores y a los corredores de largas distancias actuales.
Los fósiles de los seres humanos y de su primos evolutivos cejijuntos muestran signos de recorridos extremadamente largos, los cuales se produjeron hace aproximadamente entre 120.000 y 10.000 años, según informan en uno de los estudios Colin Shaw (izquierda) y Jay Stock (derecha) antropólogos biológicos de la Universidad de Cambridge, en Inglaterra.
Shaw y Stock concluyen que los individuos de la Edad de Piedra se movían considerablemente más que los africanos del sur desde hacía un pocos miles de años, los cuales cazaban en un área de 5.200 a 7.800 kilómetros cuadrados. Atletas altamente entrenados de hoy en día, que recorren entre 130 y 160 kilómetros cada semana, estarían en tercer lugar en esta comparación sobre la movilidad.
Los ancestros de los humanos (Homo erectus) comenzaron a recorrer largas distanciashace alrededor de 1,7 millones de años. La extensión que determinadas especies y grupos de la Edad de Piedra recorrían en el paisaje ha sido siempre difícil de establecer.
Shaw y Stock hallaron apoyo al argumento de una movilidad extrema entre los Homo sapiens y los neandertales, lo cual ha sido defendido en los últimos 15 años por Erik Trinkaus (izquierda), de la Washington University, en St. Louis, y por Christopher Ruff (derecha), de la Johns Hopkins University.
Las pistas provienen de huesos de piernas excepcionalmente robustos, de la escasez de personas mayores en las muestras fósiles, lo que sugiere que la esperanza de vida era limitada debido a los rigores de un viaje constante, y a la ausencia de lesiones óseas en los fósiles excavados, dado que las mismas habría evitado el movimiento vigoroso, dice Trinkaus.
Shaw y Stock utilizaron un cálculo sobre la capacidad de las piernas para resistir la torsión y otras fuerzas, a fin de comparar la resistencia de las piernas de los homínidos de la Edad de Piedra con la de los grupos humanos con niveles de actividad conocidos, esto es, corredores de distancia universitarios, nadadores asimismo universitarios, estudiantes de colegios universitarios no deportistas, recolectores de la isla Andaman de la década de 1800, quienes nadaban constantemente en búsqueda de alimentos, y cazadores-recolectores de África del Sur, los cuales cazaban en un vasto territorio hace entre 11.000 y 2.000 años.
Las piernas de los Homo sapiens arcaicos y de los neandertales eran sustancialmente más poderosas que las de los cazadores-recolectores, los cuales tenían, a su vez, piernas más fuertes que otros grupos. Los nadadores regulares vienen detrás, quizás en parte porque la natación hace hincapié en la fuerza de la parte superior del cuerpo, según sugieren los investigadores.
Los antropólogos no saben lo que mantuvo a los Homo sapiens arcaicos y a los neandertales en constante movimiento. Podría haber sido debido a la caza mediante lanzas con puntas de piedra silcrete, según sugiere el segundo estudio. Análisis químicos de puntas de piedra en lanzas halladas en un lugar del sur de África, con una antigüedad de entre 54.000 y 94.000 años, indican que estaban formadas de silcrete el cual aflora en un lugar situado a más de 220 kilómetros de distancia, pero no en otros situados a tan sólo 70 kilómetros (en los que había, por ejemplo, cuarzo y cuarcita).
Las expediciones de reconocimiento para hallar este tipo de rocas comenzaban cerca de la orilla noroccidental de un delta interior en lo que ahora es Botswana, propone el geógrafo físico David Nash (izquierda), de la Universty de Brighton, en Inglaterra, así como sus colegas. Los viajeros se dirigían a varias fuentes de roca justo más allá de los confines meridionales del delta.
Viajes de esa extensión deberían haber implicado tanto la recolección de puntas de piedras para las lanzas, así como cazar y pescar, algo no disponible en el norte del delta, según sugiere Nash. O que grupos intermediarios podrían haber recogido bloques de piedra y transportarlos hasta la mitad norte para su comercio. “No podemos decir con certeza lo que pasó”, comenta Nash.
Fuente:http://terraeantiqvae.com
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