El plan de investigación de los yacimientos paleolíticos del sur lucense que coordina la Universidade de Santiago desde hace cinco años se reanudó a finales de la semana pasada con una nueva campaña que tiene por objetivo completar el rastreo de posibles asentamientos prehistóricos en la depresión de Lemos.
El equipo científico que lleva a cabo estos trabajos ya ha localizado una docena de nuevos lugares en los que la presencia de artefactos en la superficie del terreno hace presumir la existencia de posibles yacimientos en el subsuelo, que se suman al más de medio de centenar de puntos que fueron catalogados en campañas anteriores en diferentes zonas del valle.
En días pasados, los investigadores han prospectado diversas zonas de las parroquias monfortinas de Caneda, Reigada, Santa Mariña do Monte, A Penela, Bascós y A Parte. Ayer estuvieron examinando el monte de Valverde, entre la parroquia homónima y la de Ribas Altas, donde en el 2007 se encontró más de un millar de artefactos del Paleolítico Superior.
En esta campaña se ha recogido de momento una cifra bastante más modesta -en torno a cuarenta piezas-, pero el objetivo básico no es ahora recoger una gran cantidad de materiales arqueológicos, sino obtener más datos que ayuden a elaborar un mapa que indique cómo se distribuían las poblaciones primitivas que ocuparon este territorio en las diferentes etapas del Paleolítico.
Sin excavaciones
Para realizar este tipo de trabajo no hace falta hacer ningún tipo de excavación. Los miembros del equipo -formado en su mayor parte por estudiantes universitarios- recorren a pie las zonas previamente seleccionadas para efectuar la búsqueda y examinan el suelo tratando de reconocer entre las piedras aquellas que puedan tener señales de manipulación humana.
Los lugares elegidos para esta labor son terrenos agrícolas, pistas forestales y cualquier otra zona donde el terreno haya sido removido y donde pueden haber aflorado a la superficie los vestigios de las industrias paleolíticas.
Para cubrir mejor el terreno, los buscadores se mueven separados entre sí por una distancia de unos cinco metros. Como la experiencia es fundamental para distinguir los artefactos prehistóricos de las simples piedras, los más veteranos se alternan con los menos expertos a fin que el examen sea lo más sistemático posible.
«En este caso no es necesario repartir los puestos de esa manera, porque todos los que participan en esta campaña ya trabajaron con nosotros en años anteriores y tienen la experiencia necesaria para reconocer perfectamente las industrias paleolíticas», explica el arqueólogo Arturo de Lombera, codirector de los trabajos de campo.
La campaña seguirá hasta finales de mes. En este tiempo se espera poder completar la prospección arqueológica en las zonas de la depresión monfortina donde aún no se había realizado este trabajo.
«Lo que nos falta por mirar es sobre todo el área noreste de la depresión y la zona de tránsito entre los valles de Lemos y de Quiroga», señala De Lombera. Esta zona es de especial interés ya que se supone que por ella se movían los rebaños de herbívoros salvajes que constituían una de las fuentes básicas de la alimentación humana en el Paleolítico Superior.
Fuente: lavozdegalicia.es
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