Un equipo de paleontólogos presentó el año pasado los restos de una nueva especie de homínido, bautizada entonces como Australopithecus sediba, que presagiaba cambios en el árbol evolutivo del género humano. Se trataba de los fósiles de dos individuos, un niño y una mujer, que vivieron en Sudáfrica hace unos dos millones de años y que presentaban una combinación de rasgos primitivos, especialmente el cerebro pequeño, y rasgos modernos, como unas manos hábiles para asir y unas piernas que les permitían caminar erguidos. Ahora, cinco estudios publicados al unísono se atreven a proponer que A. sediba es un antepasado directo de los humanos. Como mínimo, dicen, es el mejor candidato de todas las especies descubiertas hasta ahora.
Los trabajos, que se han publicado en la revista Science, incluyen el análisis de la mano más completa de un homínido primitivo, una pelvis prácticamente intacta y huesos pocos habituales del pie y el tobillo. Los restos proceden de un yacimiento situado en las cuevas de Malapa, unos 50 kilómetros al norte de Johannesburgo. Desde el primer hallazgo en Malapa, que data de agosto del 2008, se han localizado 220 huesos de homínidos correspondientes a al menos cinco individuos, incluyendo un bebé.
Los trabajos, que se han publicado en la revista Science, incluyen el análisis de la mano más completa de un homínido primitivo, una pelvis prácticamente intacta y huesos pocos habituales del pie y el tobillo. Los restos proceden de un yacimiento situado en las cuevas de Malapa, unos 50 kilómetros al norte de Johannesburgo. Desde el primer hallazgo en Malapa, que data de agosto del 2008, se han localizado 220 huesos de homínidos correspondientes a al menos cinco individuos, incluyendo un bebé.
Individuos de 30 kilos de peso
Los dos individuos analizados con profusión, el niño y la mujer, murieron en el mismo lugar y posiblemente de forma simultánea, por lo que los investigadores postulan que había algún vínculo familiar entre ellos. A su alrededor aparecieron restos de hienas, antílopes, serpientes y otros animales. Ambos medían 1,27 y pesaban unos 30 kilos, pero el niño tenía entre 10 y 13 años y aún no había concluido su crecimiento.
Los restos han sido datados por el equipo de Robyn Pickering, de la Universidad de Victoria en Melbourne (Australia), con dos sistemas diferentes (uranio-plomo y paleomagnetismo) que han arrojado unos resultados de una precisión sorprendente, exactamente 1,977 millones de años. Son, por tanto, ligeramente anteriores a los primeros representantes del género Homo, concretamente unos fósiles de Homo habilis a los que se les ha calculado una antigüedad de 1,9 millones.
¿Antepasado directo de 'Homo erectus'?
El descubridor de los huesos, Lee Berger, de la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo, sostiene que la mayor antigüedad del Australopithecus sediba aumenta la posibilidad de la existencia de un linaje separado y más antiguo del que podría haber evolucionado el Homo erectus, nuestro incontestable antepasado, en lugar de la hipótesis más habitual del Homo habilis El bautizo de la especie es muy adecuado si se tiene en cuenta que sediba significa manantial en lengua sesotho.
En el sincrotrón de Grenoble
Los restos han sido datados por el equipo de Robyn Pickering, de la Universidad de Victoria en Melbourne (Australia), con dos sistemas diferentes (uranio-plomo y paleomagnetismo) que han arrojado unos resultados de una precisión sorprendente, exactamente 1,977 millones de años. Son, por tanto, ligeramente anteriores a los primeros representantes del género Homo, concretamente unos fósiles de Homo habilis a los que se les ha calculado una antigüedad de 1,9 millones.
¿Antepasado directo de 'Homo erectus'?
El descubridor de los huesos, Lee Berger, de la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo, sostiene que la mayor antigüedad del Australopithecus sediba aumenta la posibilidad de la existencia de un linaje separado y más antiguo del que podría haber evolucionado el Homo erectus, nuestro incontestable antepasado, en lugar de la hipótesis más habitual del Homo habilis El bautizo de la especie es muy adecuado si se tiene en cuenta que sediba significa manantial en lengua sesotho.
En el sincrotrón de Grenoble
El esqueleto de la mano derecha del 'Australopithecus sediba' comparada con la de un humano. Peter Schmid | AP
Los análisis, que han incluido un estudio con el sincrotrón de Grenoble (Francia), muestran que el cráneo de A. sediba es mucho más pequeño que el del hombre actual. Concretamente, mide unos 420 centímetros cúbicos, casi como un chimpancé, muy lejos de nuestros 1.300-1.500. Sin embargo, tiene una morfología parecida, "con signos de reorganización neuronal en la región orbitofrontal, justo detrás de los ojos", escriben los investigadores en Science.
Según los paleontólogos, A. sediba pone en duda alguno de los dogmas más conocidos sobre la evolución humana, especialmente que la pelvis evolucionó en respuesta a un mayor tamaño del cerebro y que la fabricación de herramientas precisa de una capacidad craneal muy superior.
La mano de la mujer, según un análisis del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig (Alemania), tenía una fuerte capacidad de prensión, posiblemente porque trepaba por los árboles con asiduidad, pero al mismo tiempo su largo pulgar y los otros dedos cortos sugieren que podía asir los objetos con precisión. Si realmente pudo fabricar herramientas de piedra, lo habría hecho antes que el Homo habilis.
Mosaico de rasgos
Además de trepar, el análisis de los pies y los tobillos muestra que estos singulares australopitecos también podían caminar de forma bípeda. El tobillo recuerdo al de los humanos, pero la espinilla y el talón son los típicos de un simio. "Si los huesos no hubieran aparecido juntos, los podríamos haber considerado de dos especies diferentes", comenta Bernhad Zipfel, de la Universidad de Witwatersrand.
Según los paleontólogos, A. sediba pone en duda alguno de los dogmas más conocidos sobre la evolución humana, especialmente que la pelvis evolucionó en respuesta a un mayor tamaño del cerebro y que la fabricación de herramientas precisa de una capacidad craneal muy superior.
La mano de la mujer, según un análisis del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig (Alemania), tenía una fuerte capacidad de prensión, posiblemente porque trepaba por los árboles con asiduidad, pero al mismo tiempo su largo pulgar y los otros dedos cortos sugieren que podía asir los objetos con precisión. Si realmente pudo fabricar herramientas de piedra, lo habría hecho antes que el Homo habilis.
Mosaico de rasgos
Además de trepar, el análisis de los pies y los tobillos muestra que estos singulares australopitecos también podían caminar de forma bípeda. El tobillo recuerdo al de los humanos, pero la espinilla y el talón son los típicos de un simio. "Si los huesos no hubieran aparecido juntos, los podríamos haber considerado de dos especies diferentes", comenta Bernhad Zipfel, de la Universidad de Witwatersrand.
Fuente: elperiodico.com
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