Los bisontes polícromos de Altamira suponen una pieza fundamental en el arte paleolítico.
Así lo ha asegurado el director del Museo Altamira, José Antonio Lasheras, tras los trabajos realizados en este entorno por investigadores de esta institución y de las universidades Complutense y Politécnica de Madrid.
Este descubrimiento otorga un nuevo sentido a las pinturas más antiguas que decoran el interior de la cueva, un conjunto de figuras rojas que hasta la fecha se habían encuadrado en el período cultural conocido como Solutrense, pese a que sus características eran distintas.
Hasta la fecha, se sabía que el hombre había habitado la cueva de Altamira entre 18.000 y 13.000 años de antigüedad, momento en el que la entrada se derrumbó y dejó sellada la cueva.
Las pinturas más famosas de la 'Capilla Sixtina' de la prehistoria, los bisontes polícromos. se pintaron al final de este período, hace unos 14.000 años, al final del período Magdaleniense.
Pero había otras figuras de color rojo, como manos y caballos, que no se habían podido datar mediante Carbono 14 y que tradicionalmente se habían asociado al Solutrense, pese a que se parecían más a otras del período Gravetiense (de hace 27.000 a 21.000 años), similares a las de otros grutas de Cantabria como El Pendo y La Pasiega.
Una nueva mirada
En realidad, los investigadores no han descubierto nada nuevo sino que han "mirado mejor" los trabajos que realizaron los primeros excavadores de Altamira, como Herminio Alcalde del Río (1903) o Hugo Obermaier (1924) así como las exploraciones que llevaron a cabo en 1980 Joaquín González Echegaray y Leslie Gordon Freeman, según ha manifestado el director del Museo Altamira.
Aunque Altamira fue una de las primeras cuevas paleolíticas en descubrirse -en 1879, por Marcelno Sanz de Sautuola-, esta circunstancia había impedido tener un mejor conocimiento de su ocupación humana, ya que fue excavada muy pronto y con técnicas que se limitaban al vaciado del yacimiento con pico y pala para buscar piezas arqueológicas.
Por esta razón, entre 2004 y 2006, con la cueva cerrada, los investigadores limpiaron la tierra suelta que quedó en el interior de la cueva tras las excavaciones de principios del siglo XX y de las obras de apuntalamiento realizadas en los 60 para hacer visitable la instalación.
Las nuevas pruebas de Carbono 14 han determinado que el estrato más profundo de Altamira tiene 21.910 años de antigüedad, fecha que, según creen los investigadores, la cueva comenzó a ser habitada por los cazadores del Paleolítico superior.
Todas las conclusiones de este trabajo serán publicadas en un artículo, titulado 'La cueva de Altamira: nuevos datos sobre su yacimiento (sedimentología y cronología)'.
Un segundo proyecto
Además, los investigadores del Museo de Altamira están llevando a cabo otro proyecto, que consiste en una excavación nueva en el exterior de la cueva, justamente en la entrada que quedó sepultada tras el derrumbe.
Con ella, los investigadores podrán demostrar hasta dónde llegaba la cueva y aportará datos sobre sus últimos moradores.
Por el momento, han descubierto un nivel Magdaleniense en el que han hallado un omoplato de ciervo con una cierva tallada, un elemento "simbólico de Cantabria", según José Antonio Lasheras.
Este descubrimiento otorga un nuevo sentido a las pinturas más antiguas que decoran el interior de la cueva, un conjunto de figuras rojas que hasta la fecha se habían encuadrado en el período cultural conocido como Solutrense, pese a que sus características eran distintas.
Hasta la fecha, se sabía que el hombre había habitado la cueva de Altamira entre 18.000 y 13.000 años de antigüedad, momento en el que la entrada se derrumbó y dejó sellada la cueva.
Las pinturas más famosas de la 'Capilla Sixtina' de la prehistoria, los bisontes polícromos. se pintaron al final de este período, hace unos 14.000 años, al final del período Magdaleniense.
Pero había otras figuras de color rojo, como manos y caballos, que no se habían podido datar mediante Carbono 14 y que tradicionalmente se habían asociado al Solutrense, pese a que se parecían más a otras del período Gravetiense (de hace 27.000 a 21.000 años), similares a las de otros grutas de Cantabria como El Pendo y La Pasiega.
Una nueva mirada
En realidad, los investigadores no han descubierto nada nuevo sino que han "mirado mejor" los trabajos que realizaron los primeros excavadores de Altamira, como Herminio Alcalde del Río (1903) o Hugo Obermaier (1924) así como las exploraciones que llevaron a cabo en 1980 Joaquín González Echegaray y Leslie Gordon Freeman, según ha manifestado el director del Museo Altamira.
Aunque Altamira fue una de las primeras cuevas paleolíticas en descubrirse -en 1879, por Marcelno Sanz de Sautuola-, esta circunstancia había impedido tener un mejor conocimiento de su ocupación humana, ya que fue excavada muy pronto y con técnicas que se limitaban al vaciado del yacimiento con pico y pala para buscar piezas arqueológicas.
Por esta razón, entre 2004 y 2006, con la cueva cerrada, los investigadores limpiaron la tierra suelta que quedó en el interior de la cueva tras las excavaciones de principios del siglo XX y de las obras de apuntalamiento realizadas en los 60 para hacer visitable la instalación.
Las nuevas pruebas de Carbono 14 han determinado que el estrato más profundo de Altamira tiene 21.910 años de antigüedad, fecha que, según creen los investigadores, la cueva comenzó a ser habitada por los cazadores del Paleolítico superior.
Todas las conclusiones de este trabajo serán publicadas en un artículo, titulado 'La cueva de Altamira: nuevos datos sobre su yacimiento (sedimentología y cronología)'.
Un segundo proyecto
Además, los investigadores del Museo de Altamira están llevando a cabo otro proyecto, que consiste en una excavación nueva en el exterior de la cueva, justamente en la entrada que quedó sepultada tras el derrumbe.
Con ella, los investigadores podrán demostrar hasta dónde llegaba la cueva y aportará datos sobre sus últimos moradores.
Por el momento, han descubierto un nivel Magdaleniense en el que han hallado un omoplato de ciervo con una cierva tallada, un elemento "simbólico de Cantabria", según José Antonio Lasheras.
Fuente: rtve.es
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