lunes, 10 de mayo de 2010

Los Neandertales: esa otra humanidad Un análisis del genoma de esta especie demuestra que se cruzaron los Homo sapiens


El paleobiólogo Antonio Rosas González


Antonio Rosas
Los neandertales representan un referente para la comprensión de nuestra naturaleza humana. Al compararnos con ellos aprendemos de nosotros mismos. Ideas previas, con una escasa base científica, dieron lugar al mito de la inferioridad intelectual de los neandertales, llegando incluso a proponer que dicha falta de aptitudes pudiera ser la causa de su extinción. Así, en la lucha por la existencia, la supuesta superioridad de Homo sapiens nos habría permitido llegar hasta hoy. Ellos, los neandertales, se quedaron por el camino.

Los últimos descubrimientos realizados en diferentes yacimientos, incluidos algunos españoles tales como El Sidrón en Asturias, ponen de manifiesto que el grupo humano neandertal no responde al mito de unos seres humanos primitivos, toscos e intelectualmente desfavorecidos. Nada más lejos de la realidad. Diferentes fuentes de información, incluyendo los estudios anatómicos, los modernos análisis de ADN antiguo, así como el estudio de las herramientas y de los hábitos de conducta, señalan unas capacidades mentales similares, aunque quizá no iguales, a las nuestras. Es verdad que su anatomía y sus genes muestran diferencias respecto a Homo sapiens, pero éstas no pueden considerarse rasgos de inferioridad. Son, más bien, la manifestación de unas divergencias biológicas y culturales propias de procesos de evolución que han dado origen a una amplia diversidad en el género Homo.

Investigaciones recientes han puesto de manifiesto que a lo largo de la historia evolutiva del género Homo han convivido en el planeta Tierra otras especies humanas, distintas de la nuestra, la autodenominada Homo sapiens. En Asia se admite la persistencia de poblaciones de Homo erectus, en especial representada en la colección de Ngandong, hasta fechas muy recientes, quizá tan cercanas como 27.000 antes del presente. Muy recientemente se han descubierto en la isla de Flores (Indonesia) un conjunto de restos clasificados como Homo floresiensis y que están dado lugar a una apasionada polémica.

Cualquiera que sea la interpretación evolutiva de esta nueva incertidumbre paleoantropológica, sujeta como decimos a argumentos enfrentados, de lo que no cabe duda es de que se trataba de una especie humana hoy extinta. Hace apenas tres semanas se ha publicado un linaje humano desconocido, la llamada “mujer X”, descubierto en Siberia meridional, e identificado por primera vez exclusivamente a partir de datos genéticos. Está por ver a quien corresponde el ADN mitocondrial de la “mujer X” pero no me sorprendería que correspondiera a un Homo erectus tardío. Y cómo no, entre estas especies humanas extintas, se encuentran también los neandertales: Homo neanderthalensis; la más conocida de todas y la que más literatura y estudios ha propiciado y propicia. Los neandertales habitaron en Europa y amplias regiones de Asia desde hace unos 300.000 años hasta su extinción hace quizá menos de 28.000 años.

Por tanto, si tomamos como referencia el valor arbitrario de los 40.000 años, comprobamos que en el Planeta Tierra coexistieron al menos cuatro especies humanas (H. sapiens, H. neanderthalensis, H. floresiensis y H. erectus), dotadas todas ellas de sofisticados atributos culturales ¿Qué significado y consecuencias puede tener este hecho para la comprensión de la naturaleza humana? Con los conocimientos actuales es aún pronto para ponderar y evaluar las consecuencias de este fenómeno de la evolución. Sin embargo, comprender el alcance e implicaciones de este hecho es uno de los retos más prometedores en el pensamiento antropológico, y los neandertales ocupan un lugar destacado en esta aventura intelectual.

Superando prejuicios

Lejos de los arquetipos generados a principios del siglo XX, en los que los neandertales eran la imagen viva del primitivismo, la ciencia ha ido esclareciendo algunos aspectos de su naturaleza. Quizás lo más evidente ha sido comprender cómo su anatomía, antaño creída propia de lo primitivo, es por el contrario altamente evolucionada. Hemos aprendido que ser distinto a nosotros no significa ser primitivo, aunque pueda serlo en algunos detalles (como nosotros lo somos en otros). Una idea falsa y muy arraigada es pensar que lo “humano moderno” es sinónimo de evolucionado. Los neandertales fueron gentes altamente derivadas, pero, he aquí la cuestión, derivadas en una dirección distinta.

La evolución no solo tiene un camino, se puede ser evolucionado de diferentes modos. Esta es una buena lección. Por ejemplo, la cara de los neandertales, aunque por su tamaño y proyección anterior puede recordar de algún modo el prognatismo de los primates no humanos, es sin embargo, una cara altamente derivada, incluso más que la nuestra. Y, ¿qué decir del gran cerebro de los neandertales? Ellos también desarrollaron un alto coeficiente de encefalización pero en un modo anatómicamente distinto al nuestro.

Recientemente se han puesto al descubierto claras evidencias que apuntan al manejo de conceptos abstractos por parte de los neandertales. Dicha afirmación se sustenta en el descubrimiento de elementos de ornamentación corporal, ya sea con aderezos físicos a modo de collares y colgantes, ya sea en la ornamentación directa del cuerpo mediante pigmentos.

Evidencias de lo primero proceden de Arcy sur Cure (Francia), donde se han recuperado cuentas de collar en asociación con restos neandertales. Más recientemente se han hallado multitud de barras de óxidos de manganeso interpretados como lápices aptos para el dibujo sobre la piel así como el uso de pigmentos reflectantes en la cueva de los Aviones, en Murcia.

En íntima conexión con la capacidad simbólica de los neandertales se encuentran las abundantes pruebas de prácticas de enterramiento, quizás asociadas con rituales funerarios cuya evidencia se atestigua por la presencia de supuestas ofrendas. Un cierto sentido de lo trascendente de daba en las poblaciones neandertales, lo que implica el desarrollo de instancias metafísicas en el sistema psíquico neandertal.

El cuidado de los individuos indefensos, jóvenes y ancianos, se puso de manifiesto en el yacimiento de Shanidar (Irak) así como en otros muchos yacimientos donde individuos lisiados o desprovistos de dentición que les permitiera masticar el alimento sobrevivieron durante años gracias al cuidado de su congéneres. El altruismo y la solidaridad han sido actitudes tradicionalmente unidas al comportamiento eminentemente humano. Los neandertales, sin duda, poseían en su acervo psicobiológico aspectos de estas cualidades humanas.

Por tanto, muchas, si no todas las cualidades que nos hemos arrogado como propias y nos confieren ese carácter de humano, las encontramos ya en los grupos del Paleolítico Medio europeo. Quizás el último rubicón que los neandertales aún no han conseguido superar en la carrera por la humanidad es la elaboración de arte parietal o mobiliario, tan extendido y soberbio como el que se encuentra entre los primeros cromañones. ¿No sabían hacer arte los neandertales o es que todavía no hemos aprendido a reconocer otras formas de manifestación plástica?

Cualquiera que sea la causa que dio origen a la forma neandertal, si es claro que ésta les permitió vivir sin mayor apuro durante un largo periodo de tiempo hasta que terminaron por desaparecer. La posibilidad de que la organización de su encéfalo y su psicobiología gestionasen una relación con el universo basada en percepciones distintas a las nuestras nos abre caminos de exploración hasta ahora nunca iniciados. En definitiva, una larga lista de posibilidades en cada uno de los aspectos que hemos tratado, abiertas al debate y ávidas de nueva información. Los Neandertales son la mejor vara donde medir nuestra propia singularidad, y lejos de desanimarnos por la magnitud de las incógnitas, debe empujarnos a la investigación, a sabiendas de que cualquier avance en el estudio de nuestra prehistoria tiene importantes implicaciones en el conocimiento humano.


Fuente: elcultural.es

No hay comentarios:

Publicar un comentario